«Hay que tener claro que ya nada volverá a ser como antes»
El sociólogo Luis Ayuso cree que la pandemia va a acelerar el paso hacia una sociedad en la que «la desinformación será el mayor enemigo» y en la que los medios de comunicación ocuparán un «papel fundamental»
Es abril del año 2020 y el mundo vive una pandemia. España lleva tres semanas de confinamiento por el coronavirus. Todas las mañanas, cuando suena ... el despertador, la misma respuesta. Sí, la pesadilla sigue ahí. Eso significa que a la sociología, como ciencia que predica el comportamiento futuro de las sociedades, se le acumula el trabajo. Un experimento a tiempo real se está desarrollando y se puede observar desde la ventana y de cada balcón. Luis Ayuso es el sociólogo de cabecera de la UMA y analiza en esta entrevista de dónde venimos y hacia dónde vamos, y trata de responder a una pregunta que se hace ahora mismo medio planeta. ¿Cómo salimos de esta? «Esta crisis ha sido un baño de realidad para una sociedad que se creía que sólo se moría de viejo», anticipa una de las múltiples conclusiones a las que llega a través de sus reflexiones.
- ¿Cómo vive este situación un sociólogo?
–Para mí es muy interesante. Nos estamos enfrentando a la primera gran crisis de la sociedad de la información y del conocimiento. Es muy curioso observar cómo reaccionamos y ver las tendencias. Una cosa hay que tener muy clara: ya nada volverá a ser como antes. ¡Nada!
- El ser humano tiene un gran capacidad para el olvido...
–Eso no va a pasar. Esto va a ser similar a otros procesos como la revolución francesa, la revolución industrial o la caída del muro de Berlín. Habrá un antes y un después. Va a haber pautas que van a suponer una transformación que ya no tienen una vuelta atrás. Una de las cosas que nos va a dejar esta crisis es todo lo relacionado con el teletrabajo y nuestra forma de comunicarnos. La sociedad del riesgo, sobre la que ya advertíamos los sociólogos en los años 90, la estamos experimentando ahora. Y eso va a ser una especie de vacuna para el futuro. ¿Quién puede garantizar ahora que en septiembre no tengamos otra crisis y con otro virus distinto? Esto va a transformar la conciencia y la estructura de la sociedad. Va a tener un impacto en la educación, en el mercado laboral, en la forma de relacionarnos... va a tener impacto en todo.
-La sociedad acelerada ha reducido de golpe su alcance, ya sea temporal o geográfico. ¿Somos conscientes?
–No lo creo. Pero para mi la sociedad acelerada es otra cosa. La que te estaba diciendo que el núcleo de todo iba a ser la información y el conocimiento. Esto es lo que ha dado lugar al fenómeno de internet. Pero en España, a partir de ahora, esto se va a intensificar. Va a aumentar el teletrabajo. La conexión de internet llegará a los lugares en los que aún está por llegar. Ahora vamos a entrar de lleno en esa sociedad de la información y del conocimiento.
- El ser humano se agrupaba en pequeñas tribus. Quien se salía de la misma, apenas tenía posibilidades de sobrevivir. Ahora nos piden que nos aislemos.
–Nos piden que nos aislemos y va a ser muy interesante ver cuál es la reacción de la sociedad española, que es una sociedad profundamente sociable. La base de nuestra cultura es la sociabilidad. Pero aquí entra en juego la sociabilidad digital, que forma parte de nuestra sociedad de la información y del conocimiento. El cara a cara, que era tan importante, lo estamos sustituyendo por el cara a cara digital. Echamos de menos el contacto físico, claro que sí. Pero sólo hay que imaginar que esto hubiera pasado en los años 60, cuando no podíamos comunicarnos como lo hacemos ahora.
- Hemos pasado de hacer ostentación de la despreocupación a ver como se palpa el miedo en las calles.
–Al principio era una cosa que pasaba en China y parecía que aquí no iba a llegar. Realmente, estamos en una guerra. Ahora lo hemos realizado. Pero es una guerra de la que los sociólogos han advertido de que podía llegar, pero la gente veía a la sociedad del riesgo como algo de ciencia y ficción.
- ¿Se está redefiniendo la palabra solidaridad? En su concepción marxista, la de mirar por un grupo de excluidos o desprotegidos, parece ahora desfasada. La crisis puede afectar a todos.
–En crisis como la que estamos viviendo, se ven las dos caras del ser humano. Por un lado, la más insolidaria, con aquellas personas que hacen un negocio de esto. O, por ejemplo, los ataques al sistema informático de los hospitales. Al mismo tiempo, estamos viendo escenas de enorme solidaridad. Diría que el concepto de solidaridad se está expandiendo de manera clara. Es una crisis muy dura, pero también vemos como ahora contamos con herramientas que no teníamos antes.
- ¿Somos más vulnerables de lo que creíamos?
– Nos estamos dando un baño de realidad. Que viene el lobo, que viene el lobo, que viene el lobo… Nunca venía. Pero ahora ha llegado. Algo parecido pasó por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial con la bomba atómica. Por primera vez, la humanidad se percató de que se había creado una herramienta con la que se podría autodestruir la civilización. Eso supuso un shock muy grande.
- ¿Somos más vulnerables de lo que creíamos?
–Habíamos creído que la muerte era una cosa programada, que nos íbamos a morir de viejos. Pero ahora la muerte está aquí. ¿El proyecto de la modernidad que nos dice? Que la razón nos hará libres. Todo lo habíamos apostado a que la ciencia nos predijera las cosas. Hasta las guerras eran cada vez más programadas. La ciencia había triunfado. Pero esto nos recuerda que hay cosas que se escapan de la propia ciencia, que el hombre no está a salvo y que la naturaleza se puede rebelar.
– ¿Qué supone el Estado como concepción superior para una sociedad? Parece que ahora todos buscamos el amparo en nuestros gobiernos y en la Unión Europea.
–Hay una nueva idea de colectivismo. Por encima de ideologías, se impone una concepción más pragmática. Podemos seguir peleándonos o podemos tratar de estar todos juntos en esta guerra. Eso hace que se revitalice una nueva idea del Estado y que este no se ponga en duda.
–Aunque ya nos estamos peleando por el dinero o por el reparto de respiradores.
–Es que son las reacciones propias de una guerra. El proyecto europeo es un proyecto que se basa en la solidaridad, pero aún no está consolidado. Este tipo de crisis hace que se le vean las costuras. Pero aquí tampoco nos ponemos de acuerdo entre las propias comunidades autónomas.
–Da la impresión de que el coronavirus también está poniendo a prueba los sistemas políticos. Democracia o dictadura, ¿quién peligra más?
–Esta crisis sanitaria hace que nos volvamos a repensar las teorías de la organización política. En un periodo de paz, el sistema democrático es mucho más eficaz. En un periodo de crisis, buscamos a líderes, caudillos. Alguien que te quite incertidumbres. Pero los modelos autoritarios deberían ser cosa del pasado.
–¿Qué se sabe sobre las consecuencias que provoca un aislamiento prolongado en las personas?
–No es lo mismo un aislamiento en el que no puedes hablar con nadie que el que estamos teniendo nosotros, con una intimidad a distancia. Estamos aislados y no. Estamos aislados del cara a cara. Sabemos que aumentan los niveles de estrés, que pueden aumentar las rupturas.
–¿La cultura mediterránea del beso y el abrazo está en peligro?
–Yo creo que no. Eso es parte de nuestra forma de ser en sociedad. Habrá precauciones a corto plazo, pero el abrazo y el beso volverán.
–El virus no se ve, no se escucha y tampoco se deja olfatear.
–Es que esta crisis no se puede analizar con la visión de las guerras anteriores, de tipo bélico. Las guerras a las que nos enfrontaremos en un futuro serán todas de este tipo. El mayor enemigo de la nueva sociedad es la desinformación. La información será el nuevo petróleo y el papel que van a tener los medios de comunicación es fundamental.
– A las ocho se sale todos los días a los balcones para vitorear a los sanitarios. ¿Más allá de eso, hay también una necesidad de recuperar una sensación de pertenencia?
–Ese aplauso, en realidad, es una aplauso a nosotros mismos como sociedad. Hay una necesidad de ver al de al lado. Aplaudimos todos los días a las ocho para sentir que no estamos solos y para fortalecernos en nuestro aislamiento. El mayor castigo para el hombre es la soledad.
–¿Cómo será la sociedad post coronavirus?
–Será una sociedad mucho más tecnológica, en la que vamos a tener escenarios nuevos, que sabíamos que venían, pero que ahora nos los vamos a encontrar antes. Como pasa en todas las guerras, nos cuestionaremos nuestro papel para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos. Luego, estoy convencido de que veremos si somos más o menos humanos. El reto debería ser humanizarnos más. Porque el riesgo que tiene la sociedad de la información es el de convertirnos en menos humanos.
– ¿Viajaremos menos?
– No, desde luego que no. Viajar forma parte de la sociedad de la información. Es más, eso va a seguir aumentando. Va a ser una sociedad más globalizada, seguro. El tema medioambiental saldrá a colación con esto, aunque ahora el foco está en el coronavirus.
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