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Manolo Castillo, director de SUR; Isidro Rubiales, consejero delegado de Unicaja; Antonio Garamendi, presidente de CEOE; José Sevilla, presidente de Unicaja; y Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía.

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Manolo Castillo, director de SUR; Isidro Rubiales, consejero delegado de Unicaja; Antonio Garamendi, presidente de CEOE; José Sevilla, presidente de Unicaja; y Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía. Ñito Salas

Nuevos empleos, diálogo social y absentismo: el diagnóstico de Garamendi sobre el mercado laboral

El presidente de la CEOE analiza los retos del tejido empresarial en un foro organizado por SUR y Unicaja

Martes, 17 de junio 2025, 13:27

Ante un auditorio repleto formado por empresarios y en el que en muy destacado lugar se encontraban el consejero delegado de Unicaja, Isidro Rubiales, y el presidente del banco, José Sevilla, además del presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga y también de Andalucía, Javier González de Lara, así como su vicepresidenta, Natalia Sánchez, el jefe de los empresarios españoles, Antonio Garamendi, disertó sobre los temas de actualidad, en una conversación dirigida por Manolo Castillo, director de este periódico.

Política y corrupción

Un lugar preeminente en la conversación ocupó la política, sobre todo después de los casos de corrupción que han revelado las investigaciones de la Guardia Civil y que alcanzan ya no sólo al exministro de Fomento, José Luis Ábalos, sino también al más reciente secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, ya dimitido, al igual que a un alto ejecutivo de Acciona, también despedido. Ante ello, pidió fortalecer al Estado, sobre todo en lo referido al alto funcionariado y a los modos de contratación pública, así como a la independencia de la Justicia. Además, exigió sentido de Estado a todos los partidos políticos y que se urdan pactos entre los llamados a gobernar. Asimismo, se defendió del apelativo de «corruptores» con que este lunes la vicepresidenta Yolanda Díaz se refirió a los empresarios, porque, dijo, quien tiene «la capacidad de corromper» es quien «tiene el poder», quien convoca los concursos y «pide dinero» para permitir participar y «tomar un pedazo».

Diálogo social

Respecto al diálogo social, se volvió a mostrar muy crítico con el Ejecutivo: «Cuando son acuerdos entre el Gobierno y los sindicatos, no es diálogo social», lanzó. Y, tampoco, aseguró, cuando se llevan «temas cerrados» o «partidos en los que ya sabemos el resultado», como señaló que se trata el caso de la jornada laboral de 37,5 horas: «Hay un acuerdo de Gobierno, y se lleva a una mesa en un proceso en el que nos dicen, venga, sentaos, vamos a negociar, pero el final es éste». «Son 23.500 millones de euros de coste para las empresas. Nadie piensa en el comercio de proximidad, en la hostelería... Y como no lo sacan en el diálogo social, llegan a un acuerdo bipartito», continuó Garamendi, respecto al recorte de la jornada laboral, que ahora tramita el Parlamento.

«No estamos diciendo que no se bajen las horas, sino que se haga en las mesas de negociación colectiva», continuó, y esgrimió como argumento que el 25% de los convenios colectivos en España ya contemplan jornadas laborales de 37,5 horas o menos. Y si bien criticó esta que tildó de «interferencia en la negociación colectiva» del Ejecutivo, Garamendi también destacó los acuerdos en el diálogo social, entre patronal, Gobierno y sindicatos, a que se llegaron durante la pandemia y no sólo: aludió, por ejemplo, a la ley rider, a la que regula el teletrabajo, y a la propia reforma laboral. «Pero últimamente se utiliza el tema laboral para hacer política», insistió en su queja.

Absentismo laboral

El presidente de la CEOE se quejó que en la negociación del horario no se tenga el cuenta el absentismo: de acuerdo con sus cálculos, tomándolo en cuenta, la jornada laboral media en España sería de 36,5 horas. Y dio otras cifras. Por ejemplo, que el año pasado faltaban cada día a trabajar 1,2 millones de personas y que este año ya son 1,4 millones: «Estamos hablando de 14.000 millones de coste para las empresas y de 16.000 millones para el Estado. Cuidado. Son 30.000 millones y esto va para arriba». Garamendi utilizó el foro de SUR para plantear la necesidad de hablar de este tema.

Falta de mano de obra

En cuanto a la escasez de mano de obra, Garamendi resaltó la falta de 50.000 personas para ciberseguridad. Se refirió, asimismo, a que la Fundación CEOE (Fátima Báñez, su responsable, también estaba en el auditorio) está trabajando con las pequeñas y medianas empresas para concienciarlas y prepararlas para un entorno en el que el 80% de los delitos son digitales. «Es un tema de presente, no de futuro; exige tener preparada a la gente. Muchos puestos de trabajo necesitan una formación que ahora no existe. Hay que empezar desde niños y que las mujeres se incorporen también a las carreras STEM», instó.

Pero, incidió en que además de ser ésta una cuestión de «aptitud», es decir, de adquirir los conocimientos que exige la nueva economía, también es una cuestión de «actitud». «En hostelería faltan miles de trabajadores y hay más de dos millones de parados. ¿Eso como se explica? Hay que coordinar subvención, empleo, y que no se puedan rechazar cinco trabajos. Es un tema del que hay que hablar, no voy a dar yo la solución, hay que sentarse y hablar».

Competitividad

Para favorecer la competitividad de las empresas, Antonio Garamendi habló de la necesidad de flexibilidad laboral. Además, sacó a relucir que, en su condición de vicepresidente de los empresarios europeos, trabaja mucho con Enrico Letta y otros primeros espadas europeos: «Draghi (ex presidente del Banco Central Europeo) de lo que habla es de innovación. Y para innovar, las empresas privadas tienen que ganar dinero. Ésa es una de las claves. Si las empresas no ganan dinero, tenemos problemas», defendió, al tiempo que también puso de relieve que Europa con el 7% de la población mundial tiene el 50% del gasto público: «Hay que defender el Estado social y democrático de derecho, pero las empresas tienen que ganar dinero». Así, justificó, pueden pagar mejores sueldos a sus trabajadores, abonar impuestos y retribuir a sus accionistas.

En el mismo sentido, se quejó de que si por un lado se quiere buscar el crecimiento empresarial, se resalta la necesidad de que las pymes tienen que ser más grandes, «aquí se hacen cosas para que no crezcan»: «Nos inventamos impuestos a la carta, a la banca y al sector eléctrico», ilustró.

Salario mínimo interprofesional

¿Qué efectos ha tenido el incremento del SMI?, planteó Manolo Castillo a Antonio Garamendi. Y éste contestó que en lo que ha repercutido ha sido en que «los empresarios más pequeños han sido los que más han sufrido» y que a sectores como el campo les ha afectado «de forma brutal». En otro ataque al Ejecutivo, lanzó: «Esto es como si te invito a comer y pagas tú la cena». Asimismo, el presidente de la CEOE planteó que si bien el salario mínimo se ha incrementado, los contratos públicos con empresas de servicios se han congelado, no han subido al ritmo que se han elevado los costes laborales, lo que ataca los márgenes. Otro efecto más del que se quejó es que la subida del SMI ha provocado un efecto arrastre sobre el resto de salarios: «Se han revisado las tablas salariales de los convenios y ello los inflaciona. Eso es lo que está pasando con el SMI».

También hablando de salarios insistió en una extemporánea propuesta que ya lanzó: que los trabajadores ingresaran su salario bruto y que de ahí se detrayeran las contribuciones sociales y el IRPF: así se sabría «cuánto se queda el Estado», dijo.

Crecimiento económico

Garamendi analizó también la economía en términos generales. «Si ves los datos macro, la economía va bien», aseguró, y lo atribuyó a dos factores. En primer lugar, a la fortaleza del turismo, con más de noventa millones de visitantes que cada vez se gastan más dinero. Y, en segundo lugar, el consumo, por la potente demografía del país, con cerca de 50 millonesde habitantes.

Pero aludió también a algunas sombras: el récord de ahorro, que muestra la prudencia a la horade invertir. «Para que un país funcione, necesita inversión, y esto significa confianza, calidad de la norma, seguridad jurídica... Pero ahora la gente ya no sabe qué coche comprarse y cuáles son las normas para circular en Málaga. Esto también lastra». Además de, reiteró, la imagen del país en el exterior, dada la dependencia del capital extranjero: «España tiene muy buena imagen; no nos la carguemos».

Se refirió a que es posible que haya una España que va bien y otra que se va quedando atrás. Aunque, de nuevo, aludiendo a esa «actitud» necesaria, a esa «cultura del esfuerzo», insistió en que si bien hay gente a la que hay que ayudar (como a los mayores de 50 años, precisó), cuando se ve la elevada tasa de paro juvenil... «esa gente sí tiene capacidad de trabajar» y «hay que hablar de esfuerzo». Ironizó con la pregunta de si los deportistas Alcaraz y Nadal hacen 37,5 horas de media semanales.

Y un último «pero» a la situación económica del país, la industria: no se cumple el objetivo de que pondere un 20% en el PIB, cuando en las provincias en las que sí sucede, como País Vasco o Burgos, la tasa de paro es más baja que la media, los salarios, más elevados, y hay más contratación indefinida.

Guerra arancelaria y otros conflictos en el mundo

Garamendi señaló que el contexto internacional es «delicado» porque el presidente Donald Trump ha realizado un «cambio radical» y ha roto el atlantismo y el multilateralismo justo cuando España ha disparado la internacionalización de las empresas. Pero, ante esto, defendió: «Estados Unidos no es nuestro enemigo, es el país donde más inversión hace España». En todo caso, aseguró que la cuestión arancelaria no es un ámbito que pueda arreglar nuestro país, sino que se dirimirá a nivel europeo.

Respecto a la energía, ante la que Europa se mostró vulnerable cuando Rusia invadió Ucrania, Garamendi tildó de «error» el desmantelamiento de la energía nuclear en Alemania, cuando pudo haber ayudado a la autosuficiencia energética del continente y cuando ahora la Comisión Europea la califica de «verde». Además, abogó por la construcción una defensa europea: «Tenemos los mimbres», aseguró, haciendo alusión a compañías como Airbus.

Inmigración

En lo que se refiere a la inmigración, defendió que es bueno que España sea «un país de acogida» a la vista de su problema demográfico. «Hay que hacer esa acogida de forma ordenada e inteligente», agregó. Hizo referencia a que la gente que venga, posiblemente, tendrá empleos en la parte de abajo de la tabla salarial, pero invitó a preparar a sus hijos «para que sean los ingenieros del futuro». «No montemos guetos. Que se formen, porque los necesitamos», zanjó.

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