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Se abre la temporada de mosquitos tigre en Málaga, donde los insectos invasores, temidos por sus dolorosas picaduras y porque pueden transmitir enfermedades, continúan su rápido avance territorial. Esta primavera su eclosión ha llegado con algo de retraso respecto a la anterior, gracias a los días de frío intenso de Filomena; aunque ha sido anterior y más extensa geográficamente que lo que ocurría años atrás.
Raimundo Real, catedrático de Zoología de la Universidad de Málaga (UMA), pone de relieve que en 2020 se llegaron a ver ya en el mes de febrero, ya que los años cálidos avanzan y se expanden, mientras que este invierno, con más frío de lo normal, le ha perjudicado. En cambio, advierte de que la situación es peor que hace cinco años, porque emerge antes y en más zonas. Sobre el inicio de su actividad alimenticia, el experto indica que es fruto de la conjunción de agua y temperaturas altas. «El mosquito tigre es más sensible al invierno, que ha venido más frío y no se ha dejado ver tanto, pero ya a final de marzo y abril empieza su actividad en los jardines», detalla Real.
La picadura, muy molesta, se produce generalmente en las piernas porque es un insecto que vuela bajo. El especialista apunta a los jardines y terrazas como el lugar donde anida, y por ello recomienda a los afectados que busquen puntos de agua, aunque sean minúsculos, y que se retiren al menos una vez a la semana, que es su ciclo reproductivo. «Por eso hay que vaciar los platos de las macetas, para que no les de tiempo a reproducirse. Los jardineros y los propietarios tienen que estar muy pendientes de los recovecos y arquetas», sostiene.
Además del dolor de la picadura y de ser vector de transmisión de enfermedades tropicales como el dengue y el virus del Nilo Occidental, generan frustración entre los afectados porque impide el disfrute de los jardines. A ello contribuye su fenología (momento en que hace funciones vitales), pues el tigre pica de día, y no al atardecer y anochecer como las especies comunes. Otra clave es que la baja altura de vuelo los hace escapar habitualmente de los pájaros insectívoros (como aviones comunes y vencejos) y murciélagos, que no suelen bajar tanto para cazar. En cambio, destaca que las lagartijas, las salamanquesas, las ranas y sapos, los peces de estanque y las libélulas (por sus larvas) son un importante depredador que ayuda a su control en las viviendas. Por ello, pide que se las preserve en los jardines y terrazas. «No hacen ningún daño, son bonitas y limpian de insectos: el que tenga lagartijas que las conserve», puntualiza el experto de la UMA.
El catedrático de Zoología advierte de que no se puede «tomar a la ligera» esta amenaza: «Debe haber un plan bien desarrollado de control de la población; hay que regularla, igual que no hay perros callejeros que podrían ser peligrosos, hay que hacer un plan con implicación de los jardineros y de los propietarios para atajar los mosquitos tigres en viviendas y en comunidades de vecinos». Con todo, admite que su erradicación sería muy difícil.
El mosquito tigre se está extendiendo cada vez más en la provincia de Málaga y está fuera de control gracias al hecho de que su hábitat tropical aumenta por efecto del calentamiento y del cambio climático, que favorece a algunas especies animales y plantas invasoras.
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