El menudeo, un negocio de clanes
Los grupos se enfrentan en tiroteos intimidatorios cuando un rival capta clientes de su zona de distribución o se mete en ella
A solo unos kilómetros de las lujosas urbanizaciones en las que los grandes narcotraficantes pasan desapercibidos entre los vecinos, se encuentran los barrios conflictivos ... en los que se vende al menudeo la droga que ellos importan por toneladas. En ellos, como es el caso de Palma Palmilla, La Corta o Las Flores, en Málaga capital, también se ha dado un repunte de la violencia, registrándose ocho tiroteos desde principios de diciembre.
Detrás de estos episodios se encuentran clanes familiares que se disputan el control de la venta al menudeo de drogas en sus barriadas. Cuando uno de los grupos se mete en el territorio del otro o capta clientes que son del contrario, la tensión se incrementa entre ellos. Después, vienen los tiroteos, según explica un agente especializado en este tipo de delincuencia.
Al respecto, apunta que estos enfrentamientos con armas de fuego no solo se producen por la venta de drogas, ya que otras veces también se relacionan con conflictos de tipo personal. Sea cual sea la razón, en los tiroteos, hacen gala de su armamento y se amenazan con él, disparando generalmente contra fachadas o al aire para intimidar al otro clan.
Crimen organizado
El agente explica que el incremento de estos conflictos armados entre los grupos de los citados barrios también se da por un cambio generacional: «Los mayores preferían hablar, pero los más jóvenes son de sangre caliente y son más de tirar de hierro –pistola en el argot policial–».
No suele haber víctimas en esos tiroteos, pero son peligrosos y una bala perdida puede acabar con la vida de cualquiera. Así ocurrió hace una semana en Palma Palmilla, donde Mateo, un vecino jubilado, murió cuando iba a asomarse a su ventana al escuchar los disparos del AK-47 que lanzó el proyectil que le atravesó el pecho.
En los barrios hay miedo. «No solo es cuando llegan los tiros, los días antes se va notando como crece la tensión entre los clanes, se ve claramente», explica una vecina que prefiere no revelar su identidad. «Cuando se desata el caos solo nos queda cerrar las ventanas y esperar a que todo pase», añade.
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