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El título de Málaga como ciudad 'muy hospitalaria', otorgado en 1901 por el comportamiento que tuvieron sus habitantes durante el naufragio de la fragata de guerra alemana 'Gneisenau' en la entrada del puerto, parece cumplirse a la perfección en el caso de la Iglesia Católica ... local. La diócesis malagueña es actualmente residencia de cuatro obispos. Además del titular ejerciente, Jesús Catalá Ibáñez, otros tres prelados eméritos tienen ahora su hogar en la ciudad, aunque en lugares distintos.
Desde hace varios años, uno de ellos es Ramón Buxarrais, obispo emérito de Málaga desde que en 1991 decidió renunciar al cargo alegando razones de salud y otras personales. A partir de ese año, tras 18 gobernando la diócesis malagueña, se trasladó a Melilla, donde ejerció como capellán de un centro asistencial de las Hijas de la Caridad y se volcó en la labor pastoral con los presos del centro penitenciario de esa ciudad autónoma dependiente del Obispado de Málaga. Así, fue consiliario del Voluntariado de Prisiones y creador de la ong INSONA (Iniciativas Sociales de Nador), para promoción cultural de mujeres y jóvenes en la ciudad marroquí.
En 2017, tras sufrir un infarto, Buxarrais dejó Melilla y se trasladó a Málaga, a la residencia diocesana El Buen Samaritano, en la barriada de Churriana, donde reside aún a sus 94 años en compañía de otros sacerdotes ancianos y del resto de personas acogidas en este centro, gestionado por Cáritas Diocesana. Aquí pudo celebrar en 2021 el 50 aniversario de su ordenación episcopal, junto a Jesús Catalá, que también cumplió ese año 25 años como obispo.
No obstante, en los últimos meses y días se han sumado otros dos obispos eméritos a las residencias diocesanas. En este caso, a la Casa Diocesana San Manuel González, junto al Seminario, en la que el que fuera obispo de Málaga entre 1993 y 2008, Antonio Dorado Soto, habilitó unos alojamientos para su jubilación y la de otros prelados eméritos. En esas estancias residió hasta su muerte en 2019 el cardenal Fernando Sebastián, que fue administrador apostólico de la diócesis de Málaga desde la renuncia de Buxarrais en 1991 hasta el nombramiento de Dorado Soto en 1993.
Actualmente, esos apartamentos están ocupados por dos obispos eméritos. Aquí está residiendo desde hace varios meses Francisco Pérez González que, al igual que Fernando Sebastián, fue arzobispo de Pamplona y Tudela desde 2007 a 2023, y anteriormente arzobispo castrense de España desde 2003. Francisco Pérez, ya jubilado, ha presidido misas en algunas cofradías de la capital y la provincia, y ha estado junto a Jesús Catalá en las principales celebraciones en la Catedral, así como en el traslado del Cristo de la Buena Muerte, de la Congregación de Mena, el pasado Jueves Santo, donde él fue el encargado de dirigir la oración al Crucificado en presencia de la reina emérita Doña Sofía.
Asimismo, desde la pasada semana, reside en la Casa Diocesana Raúl Berzosa Martínez, obispo emérito de Ciudad Rodrigo, diócesis que gobernó desde 2011 a 2019, cuando renunció al cargo después de haberle sido concedido en 2018 por el Papa Francisco un retiro temporal por motivos personales. Tras residir en Roma durante la pandemia, en octubre de 2020 fue destinado a la archidiócesis de Santo Domingo, en la República Dominicana, desde donde ha regresado a España, en concreto a Málaga, donde tiene a algunos familiares, para una estancia temporal. En estos días en la ciudad, al estar relativamente cerca del lugar donde reside, está celebrando misa en el convento de Santa Clara de las Hermanas Clarisas en la plaza de Capuchinos, y puntualmente colabora con la parroquia de la Divina Pastora y Santa Teresa de Jesús, que conforma una unidad pastoral con la de El Buen Pastor. El pasado domingo presidió la misa del quinto día de la novena a la Divina Pastora.
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