Estos son los jóvenes malagueños becados por el dueño de Zara para estudiar en EEUU o Canadá

De los 14, doce han respondido a la llamada de SUR para contar sus impresiones. Todos tienen 15 años de edad y están estudiando cuarto curso de Secundaria, en institutos públicos y colegios privados a partes iguales.

Este curso se encuentran en esos países del norte de América once jóvenes, disfrutando de esta misma beca (en este caso también son mayoría las chicas, seis en total).

En esta edición, la Fundación Amancio Ortega ha concedido 400 becas de estudio (70 reservadas para estudiantes gallegos). Para Andalucía se han concedido 55. Han sido cerca de 8.500 los estudiantes de toda España han participado en este proceso. Todos han superado, además del requisito académico mínimo de 'notable' en 3.º de ESO y una prueba específica de inglés, una entrevista personal en la última fase del proceso.

La beca cubre el 100 por cien del coste de un año escolar en Canadá o Estados Unidos: alojamiento y manutención en una familia local de acogida, escolarización, viaje, seguro médico y de accidentes, seguimiento durante los diez meses de estancia en el extranjero y una asignación mensual para gastos menores de los becarios. Además, antes de viajar a los países de destino, tanto los jóvenes como sus familias participarán en sesiones de formación para facilitar una adaptación adecuada a sus nuevos entornos.

La Fundación Amancio Ortega puso en marcha el programa de becas en 2010 ofreciendo 50 becas de 1.º de Bachillerato en Estados Unidos a estudiantes de Galicia. En 2013 se extendió la iniciativa al resto de España, incorporando a Canadá como nuevo destino.

Cristina Fernández de Heredia Liger. Colegio Cerrado de Calderón

Cristina Fernández de Heredia Liger estudia en el colegio Cerrado de Calderón. Unas compañeras le comentaron sobre esta beca, pero «al principio me pareció algo muy inaccesible», confiesa. Más tarde consiguió una beca para la universidad de Yale, y a la vuelta, «como me había gustado tanto, decidí investigar esta ayuda porque quería volver a vivir una experiencia similar». En su caso, además, «tengo la suerte de tener un padre que tuvo una experiencia similar a la mía, en la que estuvo residiendo de joven, un tiempo, en Estados Unidos, y gracias a esto tengo más o menos claro qué tipo de cosas me espero de este año». Cristina irá al país «que más ilusión me hacía desde un principio, Estados Unidos». En este año de inmersión lingüística y cultura Cristina se propone «crecer como persona, volverme más independiente, hacer muchos amigos nuevos, conocer y adaptarme a una forma de vivir completamente distinta a la mía y, en general, sin duda, que signifique un antes y un después en mi vida». Aunque también reconoce que ahora mismo tiene muchas preocupaciones: «Entre ellas está que no me adapte bien con mi familia de acogida, que no se me reciba bien en el instituto que me toque, o también, que a la vuelta, en segundo de Bachillerato, me cueste mucho ponerme al día con la materia dada mientras que yo esté fuera».

Fernando Ruiz Marín estudia en el IES Guadaiza de San Pedro de Alcántara. Vive con su madre y su hermano Máximo, de 9 años. A Fernando le encanta leer, escuchar música y practica tenis en el polideportivo municipal desde los 7 años. Le gustan mucho las matemáticas y la rama de ciencias, así que en el futuro le gustaría estudiar Ingeniería Informática. Conoció la beca a través de su madre. «Ella me comentó sobre la Fundación Amancio Ortega y la oportunidad de estudiar en EE UU o Canadá, motivándome a investigar los requisitos que se pedían e intentar aprovechar esta oportunidad única», explica el joven. Asegura que «en principio me parecía muy difícil porque se presentan muchos estudiantes, así que el día que salió la lista definitiva, no podía creer que era uno de los afortunados en obtener la beca. Estoy muy agradecido». La beca es para él «un sueño hecho realidad, una oportunidad para conocer una cultura distinta, aprender su sistema educativo, mejorar mi nivel de inglés, aprender a ser independiente y a desarrollar mis habilidades en un entorno internacional. Estoy muy entusiasmado», dice.

Fernando estudiará primero de Bachillerato en Canadá. Para él, acostumbrado al clima mediterráneo, le hace especialmente ilusión «conocer cómo es vivir con mucha nieve y que tenga la oportunidad de participar en algún deporte relacionado con la nieve. Por otro lado, también me asusta que el clima sea demasiado frío». Confía en que no le sea difícil hacer nuevos amigos, y encajar con su familia de acogida y el nuevo instituto. En cualquier caso, «intentaré afrontar mis miedos y superarlos con serenidad y confianza», afirma Fernando.

Emma Ortega Bocanegra estudia en el IES Torrealmenara (La Cala de Mijas). El proceso de selección, con varias fases, no le ha resultado «especialmente complicado», aunque sí ha sido «largo y detallado, que me ha requerido mucho tiempo«. Emma no se preparó de una manera especial para estos exámenes. Llevaba tres años estudiando en una academia privada y consiguió certificar un nivel C1 de inglés poco antes del examen, que se realizó en Sevilla. La joven asegura que ha solicitado la beca para estudiar en el extranjero porque «me encanta viajar; de hecho, me gustaría que mi profesión, en un futuro, esté muy relacionada con los viajes», por lo que esta experiencia e inmersión cultural y lingüística en Estados Unidos, su país de destino, «va a ser una oportunidad increíble para abrir mi mente». En su ciudad acude al gimnasio y en EE UU le gustaría apuntarse al equipo de voleibol y «me haría mucha ilusión entrar en el equipo de 'Cheerleaders'». Emma también se refiere a sus preocupaciones: «Lo que más me inquieta es que voy a dejar la vida tal y como la conozco, incluyendo tanto a gente como lugares, detrás. No voy a poder verlos en algún tiempo. Pero por otro lado, sé que voy a conocer a mucha gente nueva y muchos lugares nuevos. Estoy muy ilusionada con eso».

Miriam Montero Álvarez es estudiante del colegio Gamarra de la capital. En su caso le han asignado un instituto de Estados Unidos. «Tengo muchas ganas de ir allí y conocer gente nueva, probar actividades diferentes, aprender bien el idioma y conocer su cultura... Especialmente me apasiona esto último, ya que una de las cosas que espero con más ilusión es poder vivir de primera mano esas festividades americanas como el día de acción de gracias o Halloween, o ver un partido de fútbol americano», dice la joven.

Esta beca «supondrá todo un cambio en mi vida, y aunque siento nervios y algo de inquietud por alejarme tanto tiempo de todo lo que hoy en día conozco, creo que la emoción hace que el miedo quede en segundo lugar, y que será una experiencia inolvidable de la que nunca me arrepentiré». Gracias a su tutor y profesor de inglés de hace algo más de un año conoció esta beca y «desde el primer momento tuve claro que me presentaría. Sabía que era una oportunidad única, y cuando vi mi nombre en la lista de seleccionados fue como ver un sueño hacerse realidad».

Iker Tapia Nieto es alumno del IES Huerta Alta, en Alhaurín de la Torre. Conoció la beca gracias a su madre. Una amiga, con un hijo que también la solicitó, se lo comentó. «Desgraciadamente, solo la he conseguido yo». A Iker le han asignado como destino Estados Unidos, donde espera «madurar como persona y aprender a sobrellevar un poco lo que es la soledad o el estar lejos de tus seres queridos, aunque también me gustaría tener experiencias inolvidables con la gente que conozca allí«, dice el joven.

Julia Calvo Alaminos es alumna del IES Puerta de la Axarquía, en La Cala del Moral. Ya conocía el programa de becas gracias a su hermana mayor, que quiso presentarse, aunque no pudo por la pandemia de Covid-19. «Desde entonces he estado esperando el momento de presentarme con muchísimo entusiasmo», dice. La selección ha sido un proceso de varios meses en el que los candidatos han realizado varias pruebas. A su parecer «no fueron muy difíciles, lo que más me costó fue mantener la calma y la paciencia durante los últimos meses», reconoce. El pasado 21 de diciembre salieron las listas de seleccionados y «he tenido la enorme suerte de estar en ella». Un día más tarde les comunicaron el país de destino, en su caso Estados Unidos. «No puedo estar más ilusionada y agradecida por tener la oportunidad de vivir tal experiencia, tanto que no siento especial miedo a ningún inconveniente o dificultad que se me presente, es más, creo que estos serían ocasiones para aprender y madurar», señala Julia. Coincide con sus compañeros en que este año de estudio en el extranjero, le permitirá «vivir todo aquello que he visto en televisión desde pequeña: el típico 'high school' americano, las fiestas como Thanksgiving o Halloween…es un sueño hecho realidad. ¡Espero disfrutar al máximo y aprender mucho!», afirma.

María Ríos González estudia en el colegio Cardenal Herrera Oria. Conoció esta beca gracias a su hermana Candela, que la consiguió en la edición 2020/21, pero que a causa de la pandemia no puedo disfrutar. «Desde ese momento, a pesar de ser pequeña, supe que quería optar a ella cuando tuviera edad». A María le han asignado como destino Canadá, en concreto el distrito escolar de Calgary. «Honestamente, habría estado satisfecha con cualquiera de los dos países, tanto Estados Unidos como Canadá, ya que pienso que ambos tienen aspectos muy positivos, pero estoy muy contenta con el distrito en el que estudiaré», señala la joven. Los eventos y semanas especiales que se suelen organizar en los institutos es uno de los aspectos que más le llaman la atención y que «espero encontrarme allí ya que sería algo distinto al modelo que hay en España. Desde mi punto de vista, lo más inquietante de esta experiencia es el cambio sociocultural, ya que España y Canadá son países muy diferentes en distintos sentidos; por ejemplo a nivel familiar aquí somos más cercanos, al igual que con las amistades», dice. Además también le asusta estar separada de sus seres queridos durante tanto tiempo, pero «estoy segura de que conseguiré superar todos esos miedos», afirma.

Elena Menacho González estudia en el Colegio Salliver, en Fuengirola. Conoció la beca a través de sus profesores, ya que «ellos siempre nos hacen saber qué becas tenemos disponibles en nuestro curso». A Elena le han asignado Canadá, y «la verdad es que no podría estar más contenta», señala. Espera encontrarse con mucha gente a la que conocer y muchas cosas nuevas durante su estancia allí. «Me siento nerviosa y a la vez emocionada por vivir esta experiencia. Aunque me asusta no conocer a nadie allí, espero hacer amigos pronto y llegar a conocer a mucha gente», dice la joven.

Mariana Pavón de Luna estudia en el IES Puerta del Mar en Estepona. Conoció la beca gracias a la ayuda de sus padres, ya que realizó un viaje de inmersión lingüística y cultural a Reino Unido y esa experiencia «me animó a buscar alguna opción para complementar mis estudios y poder cursar semestres o cursos completos en el extranjero». Ya le han notificado su destino, Estados Unidos. De esta experiencia «espero poder saber cómo es estar fuera de casa y también conocer un poco más la cultura estadounidense», dice la joven. Y entre sus principales preocupaciones cita «saber cuál va a ser la familia de acogida y el destino final». También le generan mucha curiosidad las diferencias entre el instituto y el sistema educativo de EE UU; sin embargo «estoy segura que me voy a adaptar sin ningún problema». Mariana también quiere «agradecer enormemente a la Fundación Amancio Ortega la increíble oportunidad que nos otorga con esta beca que, estoy segura, va a ser una experiencia memorable y enriquecedora que nos va a marcar de por vida».

Clara García Farsaci es alumna del colegio La Presentación de Málaga. Estudiar en el extranjero «era mi sueño», dice, por lo que «empecé a investigar en internet» en busca de alguna beca que le diera esta posibilidad. Así conoció este programa de la Fundación Amancio Ortega. Su país de destino es Canadá, concretamente la ciudad de Saskatoon en Saskatchewan. «Espero aprender muchas cosas sobre la cultura de Canadá y crecer como persona, además de mejorar mi nivel de inglés», afirma, y añade que «tengo muchas ganas de conocer gente nueva, sobre todo a mi 'host family' (familia de acogida), y pasar mucho tiempo con ellos». Entusiasmada con este año de estudio en Canadá, asegura que «no me asusta nada en general, pero quizás me preocupa un poco el frío y las bajas temperaturas, ya que aquí estamos acostumbrados a inviernos razonablemente cálidos y altas temperaturas», todo lo contrario que se encontrará en su país de destino.

Lara Peláez Otaola estudia en el Colegio Platero. Conoció la beca de la Fundación Amancio Ortega por conocidos, por becados de años anteriores que hablaban de ella en redes sociales y además, «porque a una chica que estaba el año pasado en mi colegio se la concedieron para este curso y está actualmente en Canadá». En su caso le han asignado Estados Unidos, aunque aún no sabe a qué Estado en concreto. La joven espera «tener muchas buenas experiencias e integrarme a fondo con la familia, compañeros de instituto y con la cultura estadounidense». Lara se muestra entusiasmada con esta experiencia y asegura que «no me asusta nada especialmente; de lo contrario, no habría solicitado esta beca. La única inquietud es que si me toca estar en una región muy fría, supongo que me costará un poco acostumbrarme».

Michael Graves Pérez es alumno del instituto Fuente Luna de Pizarra. Desde que en primer curso de la ESO conoció la beca de la Fundación Amancio Ortega a través de su profesora de francés, Sonia, «me marqué como objetivo conseguir una plaza para estudiar primero de Bachillerato en Estados Unidos o Canadá». En su caso, su destino será Estados Unidos. «Estoy tremendamente agradecido por esta oportunidad, quiero aprovechar esta experiencia al máximo y vivirla con muchísimas ganas y ánimo», dice el joven. Además, se refiere a «las amistades y relaciones que formaré junto a las experiencias únicas que viviré, son algo que recordaré toda mi vida». Michael asegura no tener miedo a afrontar esta experiencia de inmersión cultural y lingüística en Estados Unidos durante todo un curso escolar. «Confío plenamente en la Fundación Amacio Ortega. Lo que sí me asusta -añade- es que enferme alguien de mi familia y no estar aquí con ellos».