El feminismo malagueño ante los retos del futuro: «La igualdad aún está en pañales»

Lola Rodríguez, feminista histórica malagueña y fundadora hace más de veinte años de la Plataforma contra las violencias machistas Violencia Cero, agrega otra preocupación con la que asistirán las mujeres a esta cita global reivindicativa: «Tenemos que conseguir, sea como sea, blindar el derecho al aborto. Van a ir a por él. Hay que pelearlo, porque es que con lo que viene...». Y en la conversación que mantiene SUR con las feministas malagueñas aflora el ejemplo de Francia ya que allí el Parlamento aprobó consagrarlo en su Constitución, en contraposición a cómo en Estados Unidos se han dado pasos atrás en su reconocimiento.

Y es que el aborto es el paradigma de la paradoja que envuelve al movimiento feminista: las leyes reconocen derechos, pero siempre existe –de manera más o menos explícita– la amenaza de que se produzca un retroceso. Muchas de las mujeres con las que se reúne SUR ironizan con la idea de que comenzaron a luchar por el derecho al aborto hace décadas, antes de poder ser madres, y tienen que seguir defendiéndolo después de que la biología haya puesto fin a su calendario reproductivo. Pero hablan muy en serio cuando señalan que es un derecho que aún no se puede ejercer en muchos lugares de España y del mundo.

Porque la ley, denuncian, no se cumple. Y no sólo ésta. «Aún tenemos que seguir reivindicando los derechos laborales, mejores condiciones de trabajo para las mujeres, y más servicios públicos», añade Carmen Martín, presidenta de Plataforma contra las violencias machistas Violencia Cero. Techos de cristal, suelos pegajosos, mayor precariedad laboral, contratación a tiempo parcial, brechas salariales... Todavía son males que afectan a las mujeres en su día a día en el trabajo.

A ello Pilar Iglesias Aparicio, del Grupo de Apoyo a las Represaliadas por el Patronato de Protección a la Mujer y socia de Mujeres Feministas Puntos Subversivos, agrega que hay otros aspectos recogidos en el ordenamiento jurídico aún no aplicados: la educación afectivo-sexual en los centros, la formación de los operadores jurídicos en perspectiva de género para que sepan aplicar bien las leyes –«está claro que son muchos los jueces y las juezas que actúan sin esa formación», dice–, así que Rosa Gómez Torralbo, que formó parte del equipo que construyó el Instituto Andaluz de la Mujer, insta a la revisión de los procedimientos de protección para las mujeres, porque cree que no están funcionando. «Estamos viendo que cada vez la violencia es más estructural», coinciden todas. E incluso son críticas con el modo en que se usa el dinero destinado a combatir la violencia de género y en apoyar a las mujeres: «Se están poniendo recursos, el problema es que no hay seguimiento ninguno sobre su uso», insiste Martín.

La denuncia de la violencia de género tiene otro día marcado en el calendario, el 25 de noviembre, pero este y todos los 8M, es un tema que cobra mucho relieve. «Se nos va la vida con las violencias, no sólo en el ámbito de la pareja o de las exparejas, también con las violencias sexuales contra chicas cada vez más jóvenes. Y tenemos ahí una apuesta que yo creo que es importante, que es que la pornografía no puede estar en abierto ni para niños ni para adultos. Y reivindicamos que se cumpla la ley que prohíbe la explotación reproductiva, la mercantilización de los cuerpos, los vientres de alquiler. Además, hemos propuesto una ley abolicionista del sistema prostitucional», sintetiza Carmen Martín, que insiste: «Tenemos una agenda, tenemos propuestas». «La nuestra es la única agenda global pactada», asevera Anabel Santos. Es lo que caracteriza a la cuarta ola del feminismo, la actual.

Aunque a estos desafíos hay que sumar otros a los que alude Santos: «Un reto muy importante es establecer un buen diálogo entre las feministas y recuperar la interlocución política». A lo que se refiere con ello es a que el movimiento feminista necesita unirse y a partir de ahí tener voz en los organismos internacionales, en la ONU; que a las mujeres, que a este movimiento global que nunca ha estado tan activo, se le escuche. Hay que aprovechar el tirón que expone Rocío López, presidenta de Fórum de Política Feminista: «El movimiento feminista ha demostrado ser el único que ha mantenido su fuerza después de la pandemia y esta cuarta ola es mundial».

Pero esa efervescencia ha coincidido con una fractura del feminismo, o con una mayor visibilización de sus diferentes vertientes (el de la igualdad, el de la diferencia, el socialista, el liberal, el libertario...). Lo que más llega a la gente de a pie es que se ha partido en dos en muchas ciudades en las que un día como hoy no hay una manifestación unitaria, sino dos, la del feminismo que se ha dado en denominar «clásico» y la de otras orientaciones influidas por la teoría 'queer', que convierte a la identidad de género y a la sexual en algo más fluido, no tan determinado por la biología como por la elección, la negociación social y la rebeldía contra el dualismo y que implica una diatriba sobre cuál es el sujeto del feminismo, si sólo la mujer biológica o si se puede ampliar a las personas que se sienten tales.

En Málaga, para hoy, como ha ocurrido siempre, había convocada una sola marcha en la que irían a convivir todas las sensibilidades, pancartas, lemas y consignas, que en algunos casos incluyen ataques velados de las unas hacia las otras. Finalmente, la marcha se ha suspendido por la lluvia. Si iba a ser posible ese caminar unidas desde la diferencia, explica Andrea Barbotta, presidenta de la Asociación de Mujeres Feministas Tomando Partido, era porque el movimiento malagueño es muy sólido, a lo que Santos añade: «Hay mucha formación en pactos y negociación o en otros modelos de liderazgo». Y eso hace posible la superación de las diferencias.