Una veintena de menores bielorrusos afectados por el desastre de Chernóbil pasaran el verano en Málaga
«Acogí a Andrei para agradecer a Málaga todo lo que ha hecho por mí», comenta Narcisa Grumezescu, una mujer natural de Rumanía, que sufrió las consecuencias de Chernóbil y ya está afincada en
José Miguel Ramírez
Viernes, 2 de agosto 2019, 13:34
Huir de un hábitat contaminado, un lugar poco idóneo para disfrutar de la infancia. El Ayuntamiento de Málaga ha recibido esta mañana a 25 niños ... que sufren la catástrofe de Chernóbil. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, junto a numerosos representantes de la corporación municipal, han pasado unos minutos con estos niños inquietos que reían a carcajadas en el Salón de los Espejos de la casa consistorial.
De la Torre les dio la bienvenida y pidió una ovación dedicada a esas familias que se animan año tras año a acoger a un niño que lo necesita. «Disfrutarán de un ambiente sano y aprenderán español», comentaba el primer edil. La asociación 'La sonrisa de un niño' y la Fundación Benéfica 'Medicinas y Chernobyl' han permitido que estos pequeños pasen el verano en los hogares de diferentes localidades de la provincia.
«Acogí a Andrei para agradecer a Málaga todo lo que ha hecho por mí», comenta Narcisa Grumezescu, una mujer natural de Rumanía, que sufrió las consecuencias de Chernóbil. Ella y su marido se han animado a adoptar por primera vez. «Yo llegué a España con la edad de Andrei y desde entonces me ha cambiado la vida», afirmaba Grumezescu muy emocionada al ver que el pequeño jugaba con otros niños. En su caso, comenta que al principio el proceso fue duro, tuvo que tomar pastillas de yodo para paliar los efectos de la radioactividad. Pero que el tiempo de adaptación fue muy corto. «Los malagueños son muy felices y me transmitían a mí esa felicidad», confesó Narcisa Grumezescu.
Todos estos pequeños proceden de la región de Rechissa y Gomel, situada en el sur de Bielorrusia, siendo la zona más afectada del país. Desde que nacieron estos pequeños, unos 600.000 reciben una cantidad de radioactividad muy por encima de lo que sus cuerpos pueden resistir. De esta manera, durante su estancia en Málaga, evitan vivir durante un par de meses en un hábitat contaminado. Así, regresarán a su país con unos niveles de radionucleidos más bajos en su organismo y con las defensas orgánicas lo suficientemente altas como para poder afrontar un año más las adversidades ambientales que sufren en sus hogares.
«Vosotros podréis disfrutar de la playa, del clima y de un entorno y ambiente familiar tranquilo», dijo el alcalde mirando a los niños. Las familias que les acogen son las encargadas de sufragar todos los gastos derivados del alojamiento, manutención y atención integral de los menores.
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