Sin tratamiento contra el coronavirus más de un año después
La rapidez en el desarrollo de las vacunas contrasta con la falta de un fármaco para la enfermedad: «Encontrar un médicamento que elimine el Covid será complicado»
La vacunación contra el coronavirus ha amortiguado el impacto de la cuarta ola, menos vertical y explosiva que las anteriores. Su eficacia contrasta sin embargo ... con la falta de un tratamiento específico para la enfermedad. ¿Por qué los laboratorios, que pulverizaron los tiempos habituales destinados al desarrollo de vacunas, han sido hasta ahora incapaces de crear un medicamento definitivo contra el virus? «Ya ocurre con otras infecciones víricas como la gripe», explica José Luis Velasco, jefe de Neumología del Hospital Virgen de la Victoria (Clínico) de Málaga: «Es complicado crear fármacos, pero estoy seguro de que vendrán medicamentos que inhiban la replicación del virus. Que lo eliminen como tal será complicado». Encarnación Blanco, profesora titular de Farmacología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga, da otra clave: «La vacunación, que es una medida preventiva, siempre es prioritaria al tratamiento. Como los ensayos clínicos con las vacunas se hicieron con miles de pacientes, las agencias evaluadoras pudieron validarlas en tiempo casi real».
Los estudios de nuevos fármacos comenzaron hace meses. Todos los grandes laboratorios han puesto en marcha investigaciones para encontrar medicamentos que combatan el coronavirus. El problema, incide Blanco, es que de cada 10.000 moléculas que se patentan sólo una llega a la investigación clínica. Muchas no pasan el corte del estudio y otras no superan la fase de experimentación con animales, bien porque se detecta que no funcionan, bien porque son inseguras: «Todo lo que se cae es por falta de seguridad». El camino de las vacunas es otro. Las de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) encontraron menos obstáculos, puesto que la metodología y la tecnología utilizadas ya estaba desarrollada en relación con otros virus. En China, el SARS-CoV-2 se secuenció de forma muy rápida. Otro factor a destacar es que, con la cantidad de personas y de países interesados en tener ensayos clínicos con vacunas, el reclutamiento de miles de pacientes resultó más sencillo de lo habitual y no costó trabajo confirmar su eficacia y seguridad. También las agencias reguladoras de Estados Unidos (FDA) y Europa (EMA) han practicado evaluaciones casi en tiempo real, algo que tampoco es frecuente y que ha ahorrado casi un año de trámites.
Aunque no sean específicos, es decir, desarrollados contra el coronavirus, hay varios tratamientos en uso en los hospitales. La mayoría de pacientes ingresa con insuficiencia respiratoria y necesita oxígeno. Un estudio de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid sostiene que el 80 por ciento de los enfermos que son hospitalizados requieren oxígeno. Casi dos de cada diez ingresa en cuidados intensivos y un porcentaje más bajo, el 15 por ciento, requiere ventilación mecánica y acaba intubado. La oxigenoterapia resulta hasta ahora el tratamiento más eficaz contra los problemas derivados de la infección. Es lo que los médicos llaman «sostén»: sostener a los pacientes mientras pasan los días, confiando en que se corrija la insuficiencia respiratoria. «Cuando pasan doce o catorce días desde el inicio de síntomas y los marcadores de inflamación descienden», detalla Velasco, «nos quedamos tranquilos e incluso planteamos que sigan su evolución fuera del hospital».
Pero hay casos que se complican. Es entonces cuando entran en juego diferentes fármacos inicialmente pensados para otras enfermedades pero que han probado cierta eficacia contra la tormenta inflamatoria que desata el coronavirus. Ocurre con el Remdesivir, un antiviral usado contra el ébola que bloquea la replicación del virus y suele funcionar en una fase inicial de la enfermedad al permitir una recuperación más rápida. «Sus días de uso están muy limitados», mantiene Velasco. El acceso a este fármaco no resulta sencillo, y tampoco ha demostrado resultados más allá de acortar el periodo de recuperación de los enfermos y el tiempo de ingreso hospitalario, que no es poco.
La Dexametasona, un corticosterioide (cortisona), disminuye la mortalidad en pacientes hospitalizados con Covid siempre que tengan alguna complicación respiratoria. Por eso no es un medicamento que se prescriba a todos los enfermos. Sólo se aplica cuando la saturación de oxígeno se sitúa por debajo del 94 por ciento. Ante la respuesta inmunológica inflamatoria tan fuerte que provoca el Covid, la Dexametasona, como corticoide que es, desarrolla una acción antiinmunosupresora y antiinflamatoria. El Baricitinib es otro antiinflamatorio que reduce el tiempo de recuperación, la inflamación sistémica y el daño pulmonar.
En el arsenal terapéutico empleado contra el coronavirus se aplica también un anticuerpo monoclonal llamado Tocilizumab, que estaba ya autorizado antes de la crisis sanitaria. Es un fármaco que actúa contra la interleucina-6 y se utiliza en personas con artritis reumatoide. Como el virus produce una fuerte respuesta inmune, se estudió si los medicamentos que son útiles en las enfermedades autoinmunes servían también para tratar el Covid, recuerda Blanco. El único que pasó todas las comprobaciones fue Tocilizumab. Aunque no es eficaz en todos los pacientes, ayuda a reducir la mortalidad en enfermos con una saturación de oxígeno por debajo del 92 por ciento.
Hay cuatro anticuerpos monoclonales que se encuentran en una fase más avanzada de investigación y que en Estados Unidos han sido aprobados por vía de urgencia. Por su parte, la Agencia Europea del Medicamento los está evaluando. «Lo que realmente se está utilizando son dos cócteles de anticuerpos monoclonales. Uno de ellos lo componen Casirivimab e Imdevimab (fue el que tomó Donald Trump cuando tuvo el Covid) y el otro lo forman Banlanivimab y Etesevimab», señala Blanco.
El mejor tratamiento, insiste Marcial Delgado, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital Regional de Málaga (Carlos Haya), «es la experiencia adquirida en este último año». Lo demuestran los datos: la letalidad entre los pacientes ingresados por Covid-19 ha disminuido de más de un veinte por ciento hasta menos de un diez por ciento. Delgado coincide en que «no hay fármacos que destruyan al virus», aunque abre un resquicio a la esperanza: «La vacuna funciona y el coronavirus dejará de ser un problema». Y sólo la ciencia ganará esa batalla.
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