Las prisiones de Málaga aplican un programa pionero para acercar a condenados y víctimas
Los talleres se han impartido en Archidona con 16 convictos por todo tipo de delitos y en septiembre comenzarán en Alhaurín de la Torre
Las prisiones de Málaga se han sumado a los llamados programas de 'justicia restaurativa', un recurso que permite el encuentro voluntario entre las víctimas ... de un delito y los autores que los cometieron para dar, de un lado, protagonismo a la víctima y reparar el daño causado y, de otro, avanzar en la concienciación del condenado (o victimario) sobre el perjuicio que ha causado y facilitar su reinserción social una vez que cumpla su pena.
La primera en incorporarse a estos talleres pioneros en la provincia de Málaga ha sido la cárcel de Archidona, que el pasado mes de mayo puso en marcha el proyecto de diez sesiones –una por semana– con 16 presos varones de 25 a 60 años y que cumplen condena por delitos relacionados con el proxenetismo, el narcotráfico, el homicidio, el robo en viviendas o la estafa, entre otros. A este programa se unirá el próximo mes de septiembre la prisión de Alhaurín de la Torre, con un grupo similar de convictos que en todos los casos participan de forma voluntaria y que han sido seleccionados por la Junta de Tratamiento Penitenciario.
La justicia restaurativa llega a al interior las prisiones de la provincia tras una experiencia «muy positiva» en el Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto, donde se han celebrado unos 30 programas similares tanto en régimen de tercer grado (desde el año 2018) como en los Trabajos en Beneficio de la Comunidad (TBC) (desde 2017). De ese recorrido «en positivo» habla la Inmaculada Jiménez, abogada y coordinadora de mediación penal de Solucion@, una asociación especializada en mediación con cerca de veinte años de experiencia y que se hace cargo, junto con la Asociación Andaluza de Mediación (Amedi), de los programas de justicia restaurativa en las prisiones andaluzas.
Las cárceles de Sevilla y Córdoba ya comenzaron a celebrar estos talleres intramuros en el año 2019 y es ahora cuando Málaga se suma a este recurso que tiene su origen en el año 2009, con la denominada 'vía Nanclares'. La naturaleza de este primer programa, que se prolongó hasta 2011, fue la de facilitar encuentros entre convictos de la banda terrorista ETA y sus víctimas. A partir de esa experiencia, a la que se acogieron una veintena de presos, sus impulsores constituyeron la Federación Española de Justicia Restaurativa y fueron ampliando el ámbito de trabajo hacia la mediación penal y penitenciaria.
Los condenados por violencia de género y los afectados por patologías psiquiátricas no pueden acogerse a este programa
El origen de la justicia restaurativa en España está en el año 2009, con encuentros entre presos de ETA y sus víctimas
Para enmarcar la utilidad e importancia de este programa que acerca a condenados y a víctimas, Jiménez expone de una diferencia de base: «Por un lado está la justicia retributiva, que es la que entendemos cuando se comete un delito y hay una pena dictada por un tribunal. En este caso no importa la víctima o casi no se la tiene en cuenta». Sin embargo, la justicia restaurativa «es un complemento a la justicia penal ordinaria porque va más allá de la sentencia, viendo, por ejemplo, cómo la víctima puede tener una reparación», añade la letrada, quien insiste en que «en ningún caso» la aceptación de estos programas conlleva beneficios penitenciarios ni reducciones de penas. También alude Jiménez a otros dos perfiles que están automáticamente excluidos de estos talleres: los condenados por violencia de género y las personas que tengan alguna patología psiquiátrica.
Estos encuentros restaurativos funcionan a través de la interacción directa y en grupo y comienzan, en primer lugar, con el trabajo con la población reclusa: los presos están acompañados por un tercero imparcial que actúa como 'facilitador' –en este caso no se considera un proceso de mediación, que viene en una etapa posterior. En las sesiones en la cárcel de Archidona, estos talleres han estado dirigidos y preparados por la propia Inmaculada Jiménez y Patricia Barcones, coordinadora del programa de Justicia Restaurativa en Solucion@: «Siempre vamos dos personas de la asociación y lo ideales que seamos de profesiones diferentes para tener una visión más amplia», explica Jiménez sobre el colectivo al que pertenece y en el que se integran 18 profesionales, entre abogados, psicólogos, trabajadores sociales o pedagogos.
El encuentro con la víctima
Una vez hecho el trabajo con los reclusos queda, sin embargo, un largo camino que recorrer: «Lo ideal es el encuentro final con la víctima, pero eso es el último paso de un procedimiento muy complejo que tiene que hacerse bien para asegurarnos de que funciona para ambas partes; aquí no hay recetas mágicas», confirma Jiménez. En el caso de Málaga, al ser reciente la implantación de la iniciativa en el interior de prisiones, aún no ha habido ningún contacto en este sentido: «La entrada en el programa de la víctima –añade– depende de la Junta de Tratamiento, que se pone en contacto o bien con el juez de vigilancia penitenciaria o bien con Fiscalía, y sobre todo con el Servicio Asistencia a Víctimas en Andalucía».
Que este paso es «delicado» y que probablemente llevará algunos meses lo deja claro la abogada: «No podemos arriesgarnos a que haya una segunda victimización, de hecho también es aconsejable un par de sesiones con la víctima para asegurarnos de que las expectativas no están distorsionadas y de que, efectivamente, esto va a ser reparador». Que en algunos casos es un 'perdón', en otros un 'por qué a mí' o, en definitiva, la explicación que permita cerrar un proceso doloroso.
En otras ocasiones, sin embargo, no hay víctimas directas –por ejemplo, en delitos de narcotráfico–, aunque el ejercicio es el mismo «porque el daño, aunque se piense que es impersonal, es muy profundo para las familias afectadas y para la comunidad en general», concluye Jiménez poniendo el acento en la idea de 'comunidad' y, sobre todo, en el de «segunda oportunidad». Para unos, y para otros.
«Muchos de los presos nunca se han abierto con nadie; también se ven como víctimas»
Dar el paso adelante y entrar en el programa de justicia restaurativa que se acaba de poner en marcha en las prisiones malagueñas requiere «mucho valor» por parte de los reclusos. «Mucho valor para sentarse y mucho valor para abrirse; algunos nunca lo han hecho con nadie y la mayoría de ellos se ven como víctimas por las circunstancias personales que los han llevado hasta la cárcel». Es el diagnóstico que emite la abogada Inmaculada Jiménez justo cuando acaban de cerrarse los talleres en la prisión de Archidona y a sólo unas semanas de que arranquen en el penal de Alhaurín de la Torre.
«Cada caso es un mundo, no hay dos iguales», añade la especialista en mediación, que aplica también esas diferencias a la hora de abordar la actitud con la que los convictos afrontan el taller: «No es lo mismo para uno que esté en tercer grado o que esté a punto de salir en libertad que para otro a quien le quede una larga condena por delante». Por delante, también, sesiones muy intensas y «exigentes» en las que «hablan de sus vidas, escriben y sobre todo reflexionan para llegar a entender que más allá de que ellos se consideren víctimas, hay unas víctimas reales de sus actos, y que éstas necesitan ser reparadas».
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