«Es discriminatorio expulsar a mi hijo autista de un campamento alegando un mal comportamiento»
Los padres de un menor de siete años denuncian que lo echaron de un centro deportivo de la capital a tres días de que terminara el programa estival y piden protocolos inclusivos
Laura Casquero y David Alcalde tienen dos hijos, de siete y tres años. El mayor está diagnosticado con autismo de grado uno y Trastorno por ... déficit de atención con hiperactividad (TDAH). El pequeño llevaba, con este pasado verano, cuatro años seguidos acudiendo a un campamento estival que una cadena de gimnasios organiza en uno de sus centros de la capital malagueña. Sin embargo, cuando apenas quedaban tres jornadas de clases, en los primeros días de septiembre, el pequeño fue expulsado «por mal comportamiento».
Así se lo trasladaron los responsables de la actividad estival a los progenitores, incluso por escrito, tal y como ha podido constatar este periódico. «Tal y como os explicamos, en las normas de contratación podéis leer que, en el punto 14, se dice expresamente: «Cualquier alumno que no respete a los compañeros o monitores podrá ser expulsado del curso».
«Debido a que tu hijo no se atiene a las normas y no respeta, resulta inviable que participe de las actividades»
«Debido a que tu hijo no se atiene a las normas y no respeta a los monitores, al coordinador, al director o a otros alumnos, resulta inviable que participe de las actividades del campamento», les dice la empresa en un mensaje, al que ha tenido acceso este periódico. «Es por ello que, lamentándolo, no vemos viable que finalice el campamento sin que peligre su integridad o la de sus compañeros. La expulsión se hace efectiva a partir del día 3 de septiembre», agrega.
«Es totalmente discriminatorio expulsar a un alumno alegando problemas de comportamiento», expresa visiblemente afectada la progenitora, quien lamenta que «no existen protocolos inclusivos para niños con necesidades específicas» en este tipo de campamentos estivales. La familia está muy afectada por esta situación y ha presentado quejas ante la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y el Defensor del Pueblo Andaluz.
«No tuvo comportamientos violentos»
Según cuentan estos padres, su hijo «llegó a escaparse por una puerta sin pestillo de seguridad» en las instalaciones y estuvo «a punto de salirse a la calle». «El comedor se realizaba en una sala sin ventilación y con sobreestimulación, que agravaba sus crisis. En agosto había menos personal, lo que dificultó su atención», describe Casquero, para quien lo ocurrido con su hijo «no fue un simple conflicto, sino un acto de discriminación hacia un niño por su neurodiversidad, que además le ha generado un fuerte impacto emocional».
Con su denuncia pública y sus quejas, estos padres, vecinos de la capital malagueña, aseguran que no buscan «confrontación, sino dar visibilidad a una realidad que sufren muchas familias». «Necesitamos protocolos inclusivos claros, personal formado y cumplimiento de la normativa básica de seguridad infantil», consideran.
«No había partes de comportamiento violento, y las monitores nos lo dijeron, que no fue violento»
«Durante los tres años anteriores no habíamos tenido ningún problema, y este verano cuando se ponía más nervioso acudíamos a recogerlo a la hora de comer», cuenta la madre, quien lamenta que el centro no aceptasen hacer varios cambios propuestos por ellos, como que su hijo almorzara antes que el resto de los compañeros. «No había partes de comportamiento violento, y las monitores nos lo dijeron, que no se comportó de forma violenta en ningún momento, solo que se ponía más nervioso y empujaba porque quería salir, sobre todo si lo agarraban de las manos», especifica.
A su juicio, «en lugar de protegerle, de cuidarle, de buscar alternativas… decidieron expulsarlo. ¿Se imaginan lo que siente un niño al que, de pronto, le cierran la puerta en la cara? Mi hijo no entendía qué había hecho mal. Solo sintió el rechazo. Y esa herida en su corazón será mucho más difícil de curar que cualquier golpe físico», argumenta Casquero, quien «como madre», asegura que siente «una mezcla de dolor y rabia».
«Mi hijo no es un problema»
«Lo que se le ha transmitido a mi hijo no es que tuvo un mal día, sino un mensaje devastador, 'No encajas. Molestas. No perteneces'. Y no. Mi hijo no es un problema. El problema es una sociedad que aún no sabe incluir, que expulsa en lugar de abrazar, que aparta en lugar de educar. Esto no es un error aislado, es discriminación. Y no podemos mirar hacia otro lado. Al dolor lo acompaño con coraje. Porque lucharé siempre por mi hijo y por todos los niños que, como él, merecen crecer en un mundo que los respete, que los acoja, que los vea con los ojos del amor y no del prejuicio», argumenta la progenitora.
Para Casquero, «la verdadera inclusión no es un eslogan, es un derecho. Y mientras se sigan expulsando niños por ser distintos, yo seguiré alzando la voz. Por ti, hijo mío. Por la herida que te dejaron y que nunca debiste llevar». «Te prometo que convertiré tu dolor en fuerza, tu llanto en lucha, tu diferencia en bandera. Y aunque algunos intenten apagarte, yo estaré siempre a tu lado recordándote que eres luz, que eres valioso, que perteneces. Porque ningún corazón pequeño debería cargar con el peso de la exclusión. Lo que le ocurrió a mi hijo no debe repetirse», finaliza.
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