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Málaga dio la bienvenida al mes de mayo este sábado con la instalación de las primeras Cruces de Mayo en el centro histórico. La jornada estuvo marcada por el buen tiempo, la participación activa de numerosos jóvenes y un ambiente animado que se mezclaba con la previa del partido entre el Málaga CF y el Granada, creando una estampa muy local donde tradición y actualidad convivieron sin esfuerzo.
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Desde el mediodía, varias casas hermandades abrieron sus puertas para celebrar esta festividad popular como fueron la de Viñeros y la del Sepulcro. Las cruces, instaladas en puntos visibles del casco antiguo, fueron decoradas con claveles rojos y rosas, mantones bordados, cerámica y elementos tradicionales. Los montajes fueron cuidados y sencillos, con una estética clásica que atrajo a muchos visitantes y vecinos, que se detenían a observar, a fotografiar o simplemente a compartir un momento en torno a ellas.
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Junto a las cruces, el ambiente se completaba con barras instaladas por los propios hermanos, donde se ofrecían platos caseros y bebidas a precios populares. En algunos puntos, se preparaban callos desde primera hora de la mañana; en otros, se cocinaba arroz en grandes paelleras al aire libre, pero siempre con risas y felicidad en los diferentes puntos. La jornada transcurrió con normalidad, entre charlas y reencuentros, todo en un ambiente relajado y abierto.
Uno de los elementos más visibles fue la fuerte presencia de gente joven. Muchos de ellos no solo participaban como asistentes, sino que estaban completamente implicados en la organización: atendían las barras, servían la comida, montaban mesas, decoraban, o ayudaban en la logística del evento. Vestían camisetas identificativas, algunas con el escudo de sus hermandades.
Entre los visitantes destacaban camisetas del Málaga CF, que jugaba en La Rosaleda antes el Granada. Esta combinación generó imágenes muy representativas del día: la cruz floral en primer plano y, alrededor, grupos de jóvenes con camisetas blanquiazules.
A lo largo del día, el movimiento fue constante. Aunque no se produjeron grandes aglomeraciones, la afluencia fue continua y el ambiente, muy participativo. Los espacios montados fueron lugares de encuentro entre generaciones, donde los mayores compartían con los más jóvenes, y donde la tradición cofrade se vivía de forma cercana, sin solemnidad forzada, pero con respeto. Además, la música en directo hizo acto de presencia durante la tarde creando un clima de fiesta y disfrute entre los presentes.
Estas primeras cruces han marcado el inicio de una celebración que continúa en los próximos días, con nuevas instalaciones previstas en diferentes puntos de la ciudad. Málaga comienza así el mes de mayo como sabe hacerlo: con sus calles llenas de flores, comida popular, juventud comprometida y una identidad que se vive en comunidad para dar la bienvenida al mes.
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