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El obispo de Málaga presidió las exequias por el cardenal Fernando Sebastián. S. Fenosa
«Un creyente audaz y contracorriente»

«Un creyente audaz y contracorriente»

La Catedral de Málaga acogió ayer la misa de exequias por el cardenal Fernando Sebastián, que fue presidida por Jesús Catalá y numerosos obispos españoles

ana maría medina

Domingo, 27 de enero 2019, 01:46

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El primer templo de Málaga despidió ayer entre un gran número de fieles al que fuera el primer español creado cardenal por el papa Francisco. La celebración comenzaba con la primera estación en la iglesia del Sagrario, donde se encontraba la capilla ardiente. Desde allí sus restos fueron trasladados a hombros de varios sacerdotes hasta la Catedral, para dar comienzo a una emotiva ceremonia en la que concelebraron el nuncio apostólico de Su Santidad, monseñor Renzo Fratini, los cardenales Juan José Omella y Carlos Amigo y una veintena de obispos de Diócesis como Pamplona, Ávila, Granada y Sevilla, entre ellos el obispo emérito de Málaga, monseñor Ramón Buxarrais. También concelebró, entre el numeroso clero malagueño y de otras diócesis, el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello, y el provincial de los Misioneros Claretianos de Santiago, Pedro Belderrain CMF. Diversos obispos fueron los encargados de colocar sobre su féretro las insignias: la casulla, la mitra, el báculo episcopal y el evangeliario.

En su homilía, Jesús Catalá destacó del cardenal que «fue un fiel servidor del Evangelio y un abnegado pastor, que dedicó su vida a vivir como un creyente audaz y contracorriente». Desde la misma sede donde Fernando solía presidir la Eucaristía cada domingo, Catalá afirmó que, con su partida, «unos han perdido a un padre, otros un familiar o amigo, otros un hermano. Pero todos hemos perdido a un gran maestro, que ha sabido interiorizar las enseñanzas del único y divino Maestro, Jesucristo, y nos las ha enseñado de manera magistral».

Jesús Catalá destacó del cardenal que «fue un fiel servidor del Evangelio y un abnegado pastor»

En su alocución, el Obispo recordó las palabras pronunciadas por el cardenal Sebastián en ese mismo templo en agosto de 2016, en el que decía «Todos morimos, pero Dios permanece, y este Dios que permanece es un Dios de vida, un Dios que nos ama para siempre, un Dios generoso que quiere tenernos siempre en su presencia». Su semblanza espiritual fue leída por el vicario general, José A. Sánchez Herrera.

Al finalizar, el nuncio apostólico hizo lectura del mensaje del papa Francisco enviado tras el fallecimiento del cardenal, de quien se declaraba lector y discípulo, y por el que otorgaba, mediante telegrama desde su viaje apostólico a Panamá, la Bendición Apostólica como signo de fe y esperanza en Cristo Resucitado «recordando con gratitud los abundantes frutos de su servicio a la Iglesia en España, tanto en el seno de la Conferencia Episcopal como en las respectivas diócesis».

Al término de la celebración, tuvo lugar el rito de las exequias en el que se dio el último adiós al cuerpo de Don Fernando Sebastián mediante la incensación, la aspersión y la bendición del féretro y su traslado a la capilla de la Virgen de los Reyes, acompañado del rezo de las letanías por el difunto.

Tras bendecir el lugar donde iba a ser enterrado, se cantó la Salve ante la patrona del Cabildo, dada la gran devoción a la Virgen María del fallecido. El cardenal Fernando Sebastián recibía así sepultura en la cripta de dicha capilla, en la nave sur de la Catedral de Málaga.

Un grande de la Iglesia

Cientos de malagueños, entre ellos autoridades civiles como el alcalde, Francisco de la Torre, participaron en las exequias por el fallecimiento de quien fuera administrador apostólico de la Diócesis entre 1991 y 1993. Fueron apenas 20 meses los que Fernando Sebastián estuvo a cargo de la Iglesia católica en Málaga, pero suficientes para desarrollar una intensa labor apostólica. Presidente fundador de la Fundación Diocesana de Enseñanza 'Santa María de la Victoria', constituyó la Casa Diocesana de Espiritualidad, impulsó la construcción de la Casa Sacerdotal e inició la campaña 'Templos para la Málaga del futuro', para dotar de iglesias a las nuevas zonas de expansión de la Diócesis. Puso la primera piedra de templos como San Juan de la Cruz, El Salvador, María Madre de Dios, San Fernando y la Visitación (en la zona de Intelhorce).

Tras ser aceptada su renuncia al arzobispado de Pamplona y Tudela en 2007 por razones de edad, fijó su residencia en Málaga, de la que confesaba conservar «muchas cosas en el corazón». Aquí se puso siempre al servicio de la Iglesia y del obispo diocesano, desempeñando una incansable actividad literaria, docente y espiritual.

Entre sus pasiones destacaba la docencia. «Desde muy niño quería ser profesor, enseñar a la gente, ayudarles a conocer el mundo a conocerse a sí mismos, a ser creativos y solidarios en la vida -contaba en 'Memorias con esperanza', su autobiografía, de reciente publicación. «Cuando Dios me hizo ver la belleza y la hermosura de Jesucristo, fue muy fácil para mí centrarme en ser apóstol de Jesús, dentro de mi deseo de ser maestro, pensé que no había otra manera mejor de emplear la vida que dedicarla a ayudar a la gente a conocer a Jesucristo y a poner en Él su amor y su confianza».

Hasta el último momento ha continuado formando a laicos, religiosos, seminaristas y sacerdotes a través de los centros de formación teológico-pastorales de la Diócesis y a través de numerosas conferencias. Asimismo, el cardenal Sebastián ha estado siempre disponible para acompañar espiritualmente a los fieles, ofreciendo retiros y ejercicios espirituales. En sus memorias, afirmaba: «Por todo lo que he vivido y lo que pueda vivir, por toda la eternidad que espero vivir contigo, gracias, Dios mío».

Un momento de la ceremonia religiosa.
Un momento de la ceremonia religiosa. S. Fenosa

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