Gestación subrogada: Una legislación que debe cambiar
SUR organiza un debate con expertos sobre una práctica sin validez legal en España que algunos piden prohibir y otros regular
Iván Gelibter
Domingo, 28 de mayo 2017, 00:36
Entre finales de 2015 y 2016, se calcula que tan solo en Andalucía unas 45 familias (70% heterosexuales y 30% homosexuales) recurrieron en países como ... Ucrania y Estados Unidos a una madre denominada gestante para que tuviera un bebé que posteriormente pudo ser inscrito en el registro civil español sin que esta mujer tuviera a través de un contrato firmado por todas las partes ningún derecho sobre este menor. Conocida como vientre de alquiler o gestación subrogada, esta práctica que en España se considera «nula de pleno derecho» ha saltado al debate de la opinión pública provocando que los ciudadanos comiencen a posicionarse sobre la misma.
Debido a esta complejidad basada en matices, y en la que entran cuestiones éticas, morales, médicas y sociales, pero también por el reciente posicionamiento en contra del Comité de Bioética, SUR organizó el pasado miércoles un debate en el que participaron diferentes expertos y voces afectadas. En éste participaron la pensadora y formadora feminista Pilar Iglesias; el presidente de Andalucía Diversidad, Antonio Ferre; el abogado y fundador de Universal Surrogacy, Miguel González; el sacerdote y catedrático de Biología Ignacio Núñez de Castro; la psicóloga y farmecéutica Asunción Gandarillas y el ginecólogo de la Unidad de Reproducción Asistida de la clínica Gutemberg, Juan José Sánchez.
Pese a la complejidad de la cuestión, el debate transcurrió en la más absoluta cordialidad, y pudieron ser confrontados los distintos argumentos, aunque hubo dos puntos en los que todos estuvieron de acuerdo: por un lado, en que la legislación actual debe modificarse, ya que pese a estar prohibida esta práctica en España existe un recoveco legal para poder registrar a los menores nacidos en el extranjero. Además, los seis expertos coincidieron en el «falso debate» que supone que la gestación subrogada se aborde desde un supuesto altruismo, poniendo como ejemplo a Reino Unido, en el que al no haber una transacción económica, los casos apenas llegaron a 20 durante 2016.
¿Cómo llamar a la práctica? Contrato de una mujer para gestar y parir
El primer punto de confrontación radica precisamente en cómo denominar a esta práctica, ya que ya son varias las voces que consideran ofensivo que se use el término de vientres de alquiler. Pilar Iglesias advierte de que el lenguaje «crea pensamiento», y que en la mayor parte de los casos, éste se usa desde un punto de vista «patriarcal». «Vientres de alquiler tiene un componente absurdo y ofensivo referido a la fragmentación de un ser humano. El embarazo y el parte se produce en una persona completa, que solo puede ser una mujer. Mi propuesta, aunque larga, es que se denomine como alquiler o contrato de una mujer para gestar y parir», señala.
Tanto Ignacio Núñez de Castro como Asunción Gandarillas comparten esta definición, aunque el sacerdote considera que en todo proceso, e incluso en el propio debate, «no se mencionan los derechos del embrión, que crea una relación molecular con la madre». En el lado contrario están Antonio Ferre, MiguelGonzález y Juan José Sánchez, que apuestan por el término de gestación subrogada. «Si no usamos el término correcto comenzará a haber prejuicios con el nombre», señala Ferre. Desde el punto de vista médico, Sánchez, que no considera que la denominación sea el eje de la cuestión, afirma que éste es el término más correcto, aunque sí matiza que se le podría añadir la palabra «parto», que es una parte esencial del proceso.
Una cuestión de matices. ¿Es el deseo suficiente para convertirlo en derecho?
Juan José Sánchez pone un pregunta encima de la mesa que abre el debate. «Es una cuestión compleja en la que imagino que todos tenemos dudas. Pero, ¿la existencia de tantos matices los hace suficientemente fuertes como negar el deseo de ser padres y madres? Yo creo que no», sostiene. Núñez de Castro apela a lo «sagrado» de la maternidad para el Cristianismo, pero según Ferre, esa forma de ver las cosas convierte a las madres que no pueden tener hijos en «seres incompletos».
Iglesias y Gandarillas coinciden, por su parte, en que un deseo «no es un derecho». «Un deseo es respetable, pero ningún tipo de deseo puede utilizar, atravesar a otra persona. Hay un juego de límites que podemos pactar, pero el mero deseo no puede llevar consigo que se pueda ejercer algún tipo de práctica, tanto en este capítulo como en otros», afirma la pensadora feminista.
«Además», añade Gandarillas, «¿qué es lo que hay en el otro lado? Porque solo se ve a aquellos que no pueden tener hijos, pero también hay una mujer que tiene corazón, que tiene un útero yun organismo que no es una máquina. Y como es un organismo vivo no se puede controlar: se genera un apego que se debe potenciar de una manera sana hablándole al bebé o poniéndole música. Parece ser que hay un tratamiento psicológico a las madres para que no generen este vínculo, lo que es antinatural», señala.
Antonio Ferre insiste en que la manera en que se critica la práctica da a pensar que se están «obligando» a las mujeres a realizar esta práctica. «Yo sé que lo idóneo sería la adopción, pero siendo realistas hay que decir que en muchos casos cuesta más que la gestación subrogada, o que hay normativas internacionales que la prohíbe para parejas o personas homosexuales. Yo me baso en el principio de libertad, ya que en la Carta de los Derechos Humanos recoge el derecho no el capricho de formar una familia. Sé que hay matices, pero lo que tenemos que preguntar a la sociedad española es si quieren o no quieren; si están de acuerdo o no, se llame como se llame. Y estoy seguro que saldría que sí, porque cada vez hay más referentes, más gente visible que es padre o madre por gestación subrogada. Hay que dar respuesta a esto», asegura, y añade: «Si estamos a favor del nosotras parimos, nosotras decidimos, cómo no vamos a pensar lo mismo con la gestación subrogada».
Un cambio en la ley. De la prohibición total a la regulación garantista
España no permite, en mayo de 2017, registrar a los menores nacidos mediante esta práctica, ya que considera el contrato nulo de pleno derecho. Sin embargo, en los países en los que sí está permitido, el consulado español correspondiente está inscribiendo a los menores después de que lo ordene un juez local. En este capítulo, los seis consideran que esta situación es la peor de todas, aunque el futuro lo encaran de distinta manera. «Es España es evidente que es madre la que pare, pero en otros países el debate sobre la gestación subrogada es algo superado», sostiene Miguel González. «En legislaciones más modernas consideran a la persona en toda su amplitud. Lo que les caracteriza es su intención, su voluntad de ser padre o madre. Yo creo que hay tres madres que intervienen en este proceso: obviamente la madre gestante, fundamental; la madre biológica, que es quien aporta el material biológico; y la madre intencional, que es la que quiere disfrutar y asumir el amplio elenco de derechos y obligaciones que supone ser madre. Esta es la que en un derecho moderno y progresista, se usa para definir quién es la madre», apunta el abogado de Universal Surrogacy.
Juan José Sánchez hace referencia a un informe redactado por la Sociedad Española de Fertilidad en la que se establecieron una serie de puntos y normas para una futura legislación en España. «Cada punto tiene mil debates, pero hay que ver cómo accede a una mujer a realizar la práctica. El altruismo puro y duro no es una opción», asegura, algo en lo que todos coinciden, sin excepción, calificándolo como un «falso debate». «Todo el proceso tiene que tener mecanismos de control, que sea garantista para la mujer», continúa el ginecólogo. «Hay que ver la indicación del proceso; la idoneidad del padre o madre; la idoneidad de la mujer gestante teniendo en cuenta sus circunstancias... Todo esto tiene que estar supervisado por un comité ético y finalmente por un tribunal que dé validez al proceso y con una retribución dictaminada por la administración».
«Hay que mantener la prohibición en España, pero además se tiene que impedir que se puedan registrar si se usa este método en otro país», considera Gandarillas. Núñez de Castro está de acuerdo con Gandarillas y también con Pilar Iglesias. «En España hay un Comité de Bioética que lo ha dejado claro: se debe suprimir la práctica».
«La situación actual ha creado ciudadanos de primera y de segunda, así que hay regularlo para que todo el mundo pueda acceder a ella de una forma garantista para todo», piensa Ferre. El abogado de Universal Surrogacy no cree que la gestación subrogada en sí sea ilegal en España, sino que la irregularidad llega con el cambio de filiación del menor. «Habría que regularlo de la misma manera que Ucrania o Estados Unidos. Con un amplio elenco de derechos y obligaciones para todas las partes, con la presencia de aobogados especializados y claúsulas de todo tipo. Ese es el camino que debemos seguir, con un consenso en el que decidamos los supuestos, las retribuciones y la ideoneidad», señala.
Conclusiones. La ley debe cambiarse, pero antes la sociedad debe estar informada
El final del debate se aprovecha para dar las conclusiones, en las que coinciden en que la ley debe cambiarse, pero solo cuando la sociedad haya podido acceder a toda la información y tenga una opinión completa para dar una opinión.
Juan José Sánchez sostiene que desde el punto de vista médico, tener una opinión sobre la gestación subrogada absolutamente en contra o a favor es muy difícil porque está llena de matices. «Pero si me tengo que decantar, creo que en España debe regularse de una manera muy clara, estricta y, a lo mejor, no poniendo restricciones pero sí poniendo controles para ver quién accede a la técnica, y qué mujer se considera candidata a hacerlo».
«Yo creo que la gestación subrogada debe ser regulada porque ya está en la calle. El derecho, siempre detrás de la sociedad, debe adaptarse a la realidad», sentencia Miguel González.
Asunción Gandarillas dice ponerse «del lado de las mujeres que gestan para otros y otras», y desde la «utilización de las mujeres» y por el «grave perjuicio» psicológico que supone, está de acuerdo con la prohibición planteada por el Comité de Bioética.
También Pilar Iglesias insiste en la prohibición actual contra «el alquiler de vientres», pero apuesta por abrir un debate dejando a un lado los relatos «parciales y edulcorados» que llegan a los medios. «Ahora mismo y en el marco actual hay que mantener la situación como está y evitando que la realidad se pueda dar fuera de nuestro país», afirma.
Ignacio Núñez de Castro tampoco quiere legalizar la gestación subrogada que es como todos los debatientes han terminado llamándola durante la charla, en nombre «de la dignidad de la mujer y de la del niño». «En el caso de que hubiere un consenso, que fuera altruista, pero eso es una utopía que no se va a dar».
Por último, Antonio Ferre afirma hablar también de la dignidad. «Por eso pedimos una regulación, para dar dignidad a las madres gestantes, y a los que quieren ser padres y madres. Esto no es un capricho del colectivo; hay que dar respuesta a lo que pide la sociedad», termina. Ahora toca a los ciudadanos forjarse una opinión sobre un debate en el que los partidos y las ideologías continúan divididos.
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