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Un día en las carreras. En el verano del 2000 Thomas organizó una fiesta privada para pilotos de la talla de Michael Schumacher o Jacques Villenueve.
Aquellas fiestas en Olivia Valere

Aquellas fiestas en Olivia Valere

Thomas Weller, empresario canadiense afincando en Mijas, recuerda sus primeros trabajos en la Costa, ya que pudo codear con los personajes más famosos de la noche marbellí

Juan Soto

Jueves, 11 de agosto 2016, 00:04

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Apasionado del gazpacho, del tinto con limón y de la Costa del Sol. Thomas Weller, empresario canadiense afincado en Mijas, es un guiri enamorado del terral y cuyo verano ideal transcurre entre la playa y cualquiera de los restaurantes que regenta en el municipio costasoleño. Llegó a Europa persiguiendo un sueño: el de esquiar en Los Alpes, y terminó en el típico pueblo blanco retratando a turistas japoneses. En la actualidad es propietario de cinco restaurantes y tres tiendas y da trabajo a cerca de 70 personas.

El idilio de este empresario con la Costa del Sol comenzó tras el verano de 1996, fecha en la que realizó su primera visita a Marbella. Después de varias temporadas trabajando en bares y restaurantes de Grindelwald (un pequeño pueblo de los Alpes suizos, en donde daba clases de esquí durante los inviernos), un amigo le pidió que le acompañara a la Costa del Sol para montar una empresa de fotografía. «Yo no había escuchado nunca ese lugar. De España sólo conocía Madrid, Barcelona y Sevilla por la feria», confiesa. El viaje le marcó tanto que apenas siete meses después ya estaba de vuelta para elegir dónde iban a montar la empresa. «Me sorprendió la calidez de la gente, la luz y que las personas te miran a la cara cuando te hablan», recuerda.

  • Thomas Weller llegó a Europa persiguiendo el sueño de esquiar en Los Alpes y terminó fotografiando japoneses en Mijas. Con uno de sus primeros negocios, un catering de sushi, logró codearse con la jet-set marbellí. Ahora disfruta el verano en la playa o en cualquiera de sus cinco restaurantes

Aprovechando «el verano eterno» que se vive en la Costa, su idea inicial era hacer fotos a los extranjeros que jugaban al golf en Marbella y vendérselas cuando terminasen su partida. Pero Mijas se cruzó en su camino de forma casual. «Mi amigo me dijo de parar un momento en Mijas porque le habían dicho que era un pueblo muy bonito y, al ver tantos japoneses, no nos lo pensamos dos veces y nos quedamos para montar la empresa allí. Ese fue todo nuestro estudio de mercado».

Thomas se instaló de forma definitiva en Mijas el 15 de septiembre de 1997, hasta donde llegó en una furgoneta a la que no le funcionaban los frenos desde la pequeña ciudad suiza. «Vinimos cinco personas con todo el equipaje y una gran máquina de revelado; dormíamos en el coche como podíamos, pero la ilusión por llegar era mayor», recuerda como si fuera ayer.

No esconde que fueron unos primeros meses muy duros ya que no conocía el idioma ni estaba habituado a este estilo de vida, aunque tenía muy claro que quería quedarse «porque es de los mejores lugares del mundo para vivir». Todo empezó a mejorar a raíz de uno de sus primeros negocios en la Costa: un restaurante de sushi que organizaba catering para fiestas; una comida que apenas se conocía en España y que supuso una auténtica revolución. Apunta que los veranos de 1999 y 2000 fueron «de los más divertidos de su vida». Estuvieron en numerosas fiestas en Marbella, tanto en Oliva Valere como en Dreamers e incluso en Oh! Marbella. «Conocimos mucha gente importante, muchos personajes famosos y nos abrió muchas puertas».

De aquella época, con apenas 29 años, se queda con «las fiestas y el ambiente de la noche en la Costa». Para él fueron cinco años de dormir de día y de trabajar por la noche, de conocer a personajes como Bruce Willis, a la mujer de Prince, o incluso a deportistas de la talla de Michael Schumacher o Jacques Villenueve en fiestas privadas. En aquella época también conoció a su primera pareja malagueña y comenzó «a sentar la cabeza».

Bucear en La Cala

Tras esa época de veranos de locura y diversión comenzó a crecer con negocios propios y a disfrutar del verano de forma diferente. Ahora los disfruta en la playa, haciendo snorkel en La Cala de Mijas o disfrutando en cualquier chiringuito de la costa más occidental, en donde le gusta evadirse del trabajo diario. Aunque para él, lo mejor del verano «es una noche de terral; es algo que a los extranjeros les encanta porque es algo único y hacen que te entren ganas de fiesta», bromea.

Aunque los veranos le obligan a trabajar a diario, Thomas busca siempre un momento de escape para disfrutar con su hijo Nico o salir de noche con sus amigos del pueblo, a los que saluda como si fuera un oriundo más. En sus veranos también aprovecha los huecos que tiene libre para escapar a rincones del interior como El Chorro o Ronda. «Busco lugares donde pueda encontrar la naturaleza, porque tanto en Canadá como en Suiza es lo que hay y es a lo que estoy acostumbrado».

También es su época ideal para recibir a amigos que desean conocer la provincia, para quienes siempre tiene una ruta fija que incluye una visita a las Cuevas de Nerja, un paseo por Frigiliana y un baño en las playas de Tarifa. «Y por supuesto algo de la gastronomía, que es magnífica».

Aunque reconoce que sigue sin ser un fanático de los espetos ni del pescaíto frito, sí que trata que sus invitados se lleven la mejor estampa de la ciudad y de su comida. «Yo soy más de carne, y al principio me costaba entender los beneficios del aceite de oliva, ya que pensaba que era grasa animal». Ahora disfruta como el que más de unas buenas gambas al pil pil. «Aunque nada como un buen gazpacho».

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