Pérez-Cea echará el cierre a final de mes tras un siglo en calle Granada

El establecimiento, ubicado en el número 6 de la céntrica calle Granada, está especializado en la venta de maletas, aunque también se pueden encontrar guantes, paraguas o bolsos. Actualmente se encuentra al frente Belén Pérez-Cea, hija de Rafael y Pilar, cuarta generación de su familia. Aunque ella dice que su paso es circunstancial, ya que el negocio pertenece a sus padres y con ellos debe acabar. «Mi madre se jubila, necesita descansar, que ya se lo merece», confiesa.

Pese a que aún no tiene claro la fecha exacta del cierre, en los próximos días pondrá unos carteles anunciando que bajan la persiana para liquidar todos los artículos. «Algunos amigos que ya se han enterado han venido a arroparnos porque mi padre era muy querido en toda la ciudad». Es más, confiesa que aún muchas personas entran recordando a Rafael. «A la gente se le hacía raro venir y no verlo tras el mostrador».

Belén lleva un año al frente del negocio el mismo tiempo que su madre lleva de baja y explica que en el cierre ha influido decisivamente las obras que tienen que realizar en el edificio en el que se encuentran. Afirma que hay que hacerle obras y que debían cerrar unos meses, por lo que han decidido que este es el mejor el momento para poner el punto y final. Pérez-Cea siempre ha estado vinculado a la historia de la capital, e incluso la fama del establecimiento fue más allá de los límites de la provincia. Tanto, que durante una época se convirtieron en proveedores de la Casa Real. Durante el reinado de Alfonso XIII, el príncipe Don Jaime visitó Málaga y les compró una corbata. Una compra casual que les permitió hacerse suministradores de los reyes y utilizar su sello en el letrero y en las facturas.

Belén Pérez-Cea considera que la clave del éxito ha estado en el trabajo constante y en el trato con los clientes; la gran mayoría de ellos fijos. Como decía su padre, el secreto está en mimar a los compradores. «No es que lleven la razón, es que son la razón», decía con insistencia cada vez que alguien le preguntaba. «Ellos son mi disfrute y mi modus vivendi», siguen repitiendo en esta consagrada tienda.

Pese a todo, la actual responsable confiesa que los tiempos han cambiado y que la tienda necesitaría una reforma importante para seguir ofreciendo el mejor trato. «Los clientes ahora tienen otros gustos y buscan otro tipo de negocios; aunque tengamos clientes de toda la vida, habría que darle un cambio importante», se confiesa. Por eso, para ellos, el cierre es el mejor final.