Un policía musulmán, símbolo de la tragedia
Ahmed Merabet, el agente tiroteado en la calle por los yihadistas, era de origen tunecino y había crecido en el noreste de París
n. aurrecoechea
Viernes, 9 de enero 2015, 09:43
El terrorista pregunta: «¿Quieres matarnos?». El policía, herido, contesta desde el suelo: «No, está bien, jefe». Al momento, Ahmed Merabet recibe el tiro de gracia ... y muere en la acera. El video de esta ejecución en plena calle ha dado la vuelta al mundo y ha conmocionado a los compañeros del agente Merabet, de 42 años, que patrullaba en la zona donde se encuentra la sede de Charlie Hebdo y cuando se dio cuenta del ataque al semanario alertó al vecindario gritando «no salgan de sus casas, cierren las ventanas».
Se habla de él como de un héroe que se enfrentó junto a su compañero a los yihadistas, pero también es un símbolo en un caso en el que se mezcla el terrorismo con la religión. Porque Merabet era musulmán, procedía de Túnez y había crecido en Livry-Gargan, en el departamento de Seine-Saint-Denis, en el nordeste de París, donde estudió en el instituto André-Boulloche. Había decidido dedicar su vida a proteger la de los demás, y había formado una familia, que desea enterrarlo en el cementerio de Bobigny.
Integrado en su país, y querido en la Comisaría Central del Distrito 11 de la capital, llevaba ocho años en el Cuerpo y trabajaba en la brigada de bicicletas todoterreno (VTT). También era miembro del Sindicato Unificado de la Policía SGP. De él hablaba ayer a Paris Match Isabel, la encargada de una cervecería situada a unos pasos de la comisaría, que frecuentaban los agentes de la brigada. Era «muy sonriente, Ahmed era realmente simpático». Isabel también explicaba que en esta brigada no había «problemas de raza ni de religión, eran todos amigos y se llevaban bien con la gente».
La mujer, indignada, recuerda a Merabet como alguien apasionado por su trabajo, que se sentía «humillado a veces por todo lo que se suele decir de la policía, sobre todo porque él era de origen árabe. Tendemos a decir: son ellos, son ellos, pero no se puede generalizar así». Colegas de Ahmed han visitado estos días el establecimiento. Isabel habla de ellos con pena. «Estaban devastados. Ayer, uno de ellos salió a la calle, estaba llorando porque se sienten impotentes. Hacen falta más homenajes a la policía mientras los matones salen en todos los periódicos».
El miércoles también murió otro miembro de las fuerzas de seguridad. Se llamaba Franck Brinsolaro y era el escolta de Charb, el director de Charlie Hebdo. Pertenecía al Servicio de Protección, el antiguo servicio para la escolta de altas personalidades, y había pasado dos años destinado en Afganistán. Su vida privada estaba alejada de los riesgos de su trabajo en París. Había nacido en LEure, en la Alta Normandía, y allí seguía manteniendo su residencia. Vivia con su mujer, Ingrid, en Bernay, donde ella es redactora jefe de LEveil Normand, una publicación local. Y tenían dos niños, uno de ellos de trece meses.
Honoré, Boisseau, Cayat...
La redacción de Charlie Hebdo ha perdido a una parte muy importante de su plantilla. Ayer se daban los nombres del director, Charb, de los dibujantes Tignous, Cabu y Wolinski, del columnista y economista Maris. Otras cinco personas fallecieron en el interior del edificio durante el tiroteo. La primera víctima fue Fréderic Boisseau, de 42 años, encargado de mantenimiento de la revista. Tuvo la desgracia de encontrarse con los criminales en la entrada del edificio; lo acribillaron. En la sala de reuniones murió Philippe Honoré, de 73 años, un erudito de la historia del arte, viñetista que firmaba como Honoré y colaboraba con varios medios franceses. Y Elsa Cayat, de 54 años, psicoanalista, que tenía una columna en el semanario dos veces al mes. Se titulaba Diván y en ella desmenuzaba hechos sociales con una mirada crítica y experta. Junto a ellos se encontraba aquel día Michel Renaud, de 69 años, periodista de formación y fundador del festival Rendez Vous, de cuadernos de viaje, en Clermont-Ferrand. Estaba en Charlie para devolver a Cabu unos dibujos que se habían utilizado en la bienal de Rendez Vous y le habían invitado a participar en la reunión del consejo de redacción.
A manos de los yihadistas y en nombre de Alá murió también Mustapha Ourrad, corrector de la publicación. Un hombre de 60 años nacido en Argelia, que llegó al país hace 20 y acababa de obtener la nacionalidad. Afable, respetado por su experiencia en varios medios y por su vasto conocimiento y curiosidad, llevaba una década trabajando para Charlie Hebdo. Otro símbolo de esa Francia plural a la que los terroristas han querido silenciar.
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