Kayed Hammad | Intérprete gazatí
«No hay un metro cuadrado en la Franja que se pueda considerar un lugar seguro»Carga contra los gobiernos que hacen la vista gorda con la crisis humanitaria que sufre Gaza y suministran armas a Israel
Durante décadas, Kayed Hammad ha facilitado que los periodistas hispanohablantes se enteren de lo que sucede en Gaza. Ha sido el intérprete de numerosos informadores, ... incluido el corresponsal de este periódico en la zona, Mikel Ayestaran. Hace un mes fue evacuado de la Franja junto a su familia por el Gobierno de España y este martes participó con Ayestaran en una conferencia en Bilbao, donde se entrevistó con este diario para analizar la crisis humanitaria en el enclave palestino y relatar su experiencia.
- Ahora que se han reanudado los envíos de ayuda humanitaria, ¿cree que es suficiente?
- No, es una gota de agua en el océano. La mayoría de la ayuda la han lanzado sobre zonas denominadas rojas, donde la gente no puede llegar. También sobre colonos israelíes. Eso quiere decir que la población gazatí casi no se ha beneficiado de nada. Y aunque hubiese caído todo en zonas donde se pudiese recoger, seguiría siendo una gota. Antes de la guerra, sin esta hambruna y esta necesidad, entraban todos los días entre 500 y 600 camiones. Y ahora se habla de 30 o 40, nada.
- Israel y Estados Unidos sostienen que es Hamás quien se queda con la ayuda y provoca el hambre.
- ¿Pero Hamás qué va a hacer con tanta comida? Eso lo han desmentido fuentes creíbles, asegurando que es pura mentira. Una excusa. Los palestinos mueren de hambre todos los días y, sin embargo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dice que no hay hambruna en Gaza. Desmiente lo que ve todo el mundo a través de las cámaras. Hasta Donald Trump lo ha tenido que corregir.
- ¿Cómo se convive con Hamás allí en Gaza? ¿Tienen el apoyo de la población?
- Bastante. Después de lo que ha pasado estos 21 meses, la gente cree que la única salida y lo que funciona es la resistencia.
- ¿Pensó en algún momento que el hambre podía ser tan brutal?
- No, y eso es lo que nos extraña y nos decepciona tanto. Que en pleno 2025 la población de Gaza esté sufriendo esta hambruna a la vista de todo el mundo. ¿A quién le preocupa? A la población de a pie. Pero a los gobiernos, poco. Muchos hacen la vista gorda e incluso suministran más armas a Israel.
- ¿Cómo describiría la situación en Gaza?
- Es un infierno donde nadie tiene escapatoria, no hay un metro cuadrado que se pueda considerar un lugar seguro. No existen, porque se atacan hasta hospitales o colegios de Naciones Unidas. El resultado es un genocidio por pura venganza. Es matar por matar.
«Es un genocidio por pura venganza. Matar por matar»
- Durante 20 meses cambió de casa hasta 17 veces, jugando al escondite con la muerte. ¿Cómo se sostiene una familia en medio de este colapso humanitario?
- Es una gran carga ser responsable de tanta gente: como mínimo éramos 17 personas y algunas noches hemos superado las 30. Todo es una preocupación: cómo darles de comer, cómo traerles agua potable... Son incógnitas que provocan una angustia constante. No esperábamos seguir vivos hoy en día.
- Hasta comieron pienso para animales, ¿cómo se vive esta degradación de lo más básico?
- He comido harina de cebada con maíz, hecha para animales y llena de tierra. Más bien era harina con arena, pero no había otro remedio. Y no preguntes por agua potable. Si es aceptable y tú la puedes beber, se bebe. Amigos de fuera me decían que la hirviera, ¿pero cómo? No tenemos gas, ni luz, ni medicinas, ni combustible. Y un kilo de madera costaba dos euros y medio. Era casi imposible.
- ¿Y cómo vivió la salida de la Franja? ¿Qué sintió cuando finalmente pudo abandonar ese horror con su mujer y sus hijos?
- Todavía no nos cabe en la cabeza. Uno a veces tiene miedo de que alguien le vaya a decir «despiértate, es un sueño». En Gaza sólo hay colinas de escombros y tanques y bombas que estallan, pero no hay nada verde. Por eso, mis hijos han alucinado cuando han visto una montaña. Una vez que estás a salvo descubres que tu cuerpo ha salido, pero que el corazón sigue allí. Mi hermana no tiene prácticamente nada para comer. No hay aceite y un kilo de azúcar cuesta 150 euros. Nuestra alma permanece en Gaza, donde hemos dejado a dos millones de personas que cada minuto lo pasan peor que el anterior.
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