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Con la fórmula del «Dios guarde a V. (usted) muchos años» incluida, la Alcaldía de Alhaurín de la Torre expedía, el 12 de marzo de 1960, una licencia de obra a favor de la estadounidense Ethel Woodward de Croisset. Nacida en 1914 en Nueva York, en el seno de la familia que formaron el banquero y presidente de la Reserva Federal William Woodward y Elsie Cryder, fue una dama que se hizo muy célebre por su filantropía. En 1941, contrajo matrimonio con el noble francés Philippe Wiener de Croisset, con el que tuvo dos hijos. Era una millonaria en toda regla, representante de la aristocracia norteamericana, con una vida de película que incluía vacaciones en Palm Beach, Florida, y que murió en París, donde es conocida por su respaldo a la cultura.
En su etapa alhaurina, con el plácet municipal, la promotora pudo encargar un chalé para su solaz a dos arquitectos que, con los años, adquirieron un gran prestigio, su compatriota Peter Graham Harnden y el socio italiano de este, Lanfranco Bombelli. Por referenciar a estos autores, Julio Fidel Garnica González-Barcena, de la Universidad Politécnica de Cataluña, destaca de ellos un estilo que oscila «entre el apasionado respeto por el paisaje y la construcción tradicional, y la exhibición desinhibida de un particular sentido del confort».
El sello de esta pareja, además de en Alhaurín de la Torre, está en Cadaqués, o en la Casa del Príncipe, en Daimiel, en la que vivió Pablo Alfonso de Metternich y Silva. «La vivienda combinaba de forma magistral el modelo tradicional andaluz con la amplitud y comodidad del estilo de vida americano. Tenía seis dormitorios y cinco cuartos de baño, toda una excentricidad para la España de aquella época», apunta el que fuera coordinador del Centro de Estudios e Investigación Sesmero, el historiador, actual concejal, José Manuel de Molina.
«Su ubicación en lo alto de la loma de la Ermita del Cerro le daba privacidad y tranquilidad», explica De Molina, que indica que, para conseguir un mayor aislamiento del mundanal ruido, Ethel Woodward de Croisset compró terrenos colindantes a su finca para ganar en privacidad. Esta mujer de la alta sociedad vivió en su retiro malagueño entre 1961 y 1983. Con su marcha de Alhaurín de la Torre, el chalé terminó convertido en un pub, El Cerro, y, aunque estuvo en pie hasta 2010, finalmente, el inmueble fue pasto de un incendio y, actualmente, solo pueden visitarse sus ruinas. El fuego acabó con este patrimonio arquitectónico en un momento en el que el Ayuntamiento planteaba su conservación por sus valores constructivos y por ser parte de la historia local, recuerda De Molina en su condición de edil.
Y es que no hay que olvidar que, al igual que Ethel Woodward de Croisset, en Alhaurín de la Torre encontraron un hogar en el que instalarse otros extranjeros como el coronel finlandés Carlos Von Haartman, actor de fama y militar de gran éxito, o el alemán Rudolf Von Elsterman.
Ethel Woodward de Croisset estuvo vinculada durante más de dos décadas a Alhaurín de la Torre. ¿Qué le empujó a instalarse a casi seis mil kilómetros de su Gran Manzana? La fama es complicada en ocasiones, bien lo supo ella cuando se separó de su marido galo. Y también en 1955, cuando sufrió una tremenda desgracia familiar, un gran impacto personal que multiplicó el hecho de que tanto ella como los suyos eran conocidísimos, habituales en la prensa seria y rosa. Su hermano, William Woodward Jr, heredero de una descomunal fortuna, murió a manos de su cuñada Ann Arden Woodward. Un suceso que la revista Life bautizó como «El tiroteo del siglo». La historia, relatada hasta la saciedad, no tiene desperdicio.
La pareja de William y Ann, a los que se les atribuyen amantes por separado y en conjunto, y un gran apego a las fiestas, el alcohol y el desenfreno, en general, en la que no faltaban discusiones descomunales, había sufrido un robo en su mansión. Una noche, después de volver de una fiesta, cada uno se acostó en su dormitorio con su respectiva pistola. De madrugada, como explicó Ann, unos ruidos extraños la despertaron y, al ver una sombra en el umbral de su cuarto, disparó su revólver contra su esposo. Aunque la investigación determinó que había sido un accidente, la autora, que confesó los hechos, quedó apartada de su familia política y, finalmente, optó por el suicido con cianuro. Su cuñada fue menos expeditiva y, para superar el drama, buscó un lugar remoto, Alhaurín de la Torre, y construyó un espectacular chalé en su retiro.
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