Pedro González, 125 años labrando la plata desde Antequera
Desde el año 1900, son cuatro las generaciones que mantienen el arte de la platería y joyería
Quién le iba a decir a Salvador González García en 1900, que 125 años después, sus hijos, nietos y bisnietos mantendrían su arte de la ... platería, donde su hijo Pedro González creó una dinastía y un nombre con prestigio fuera de las fronteras de Antequera a la que sumarían la joyería como reclamo por toda Andalucía de su establecimiento. La próxima semana, el Ayuntamiento, en el Día de Antequera y Santa Eufemia, el martes 16 de septiembre, les concederán la Medalla de Plata de la Jarra de Azucenas por su labor continua.
Hoy siguen al frente la tercera y cuarta generación. Las nietas del fundador: María Dolores, Francisca y María del Carmen González Arjona; y los dos hijos de Francisca: Blanca y José Pedro Alarcón González. Ante esta distinción, Francisca, la niña de blanco de la foto antigua, recuerda que «Salvador González García, que era mi abuelo, era nieto del padre de la Beata Madre Carmen», lo que destaca por la sangre antequerana y el parentezco con dos personajes de los últimos tiempos.
Empezaron en calle Lucena 71, en la misma acera que están hoy, pero en la parte de arriba cerca de la Cruz Blanca, en pleno casco histórico. Fue su hijo y padre, Pedro González Bermúdez, el que lanza la marca con su nombre que hoy mantienen: Pedro González. «Mi padre fue el maestro, el que realizó trabajos para Málaga y muchas poblaciones de Andalucía», siguiendo con la estela de destacados orfebres desde siglos atrás. «Él nos dio fama, trabajaba como nadie la plata y realizó coronas, potencias, bandejas, relieves, dejando su cincel y repujados por muchas casas de aquí y de cualquier lugar de España». «Cuando mis padres vinieron de la Guerra», sigue Francisca, «empezaron a hacer los varales del palio de la Virgen del Socorro». Fue para la ampliación a 16 varales de 1955.
«Mi padre estaba trabajando en la Azucarera y entonces mi abuelo necesitaba a sus hijos y empezaron en el negocio». Las cosas del destino. En 1969 se trasladaron al actual establecimiento de calle Lucena, frente a la Casa de las Columnas, ya como 'Pedro González'. De la segunda generación fueron plateros Salvador, Pedro y José María, que fue alcalde de la ciudad, el último de la Dictadura y el primero de la Democracia.
Ahora a la cuarta generación les dicen: «Que sigan, que esto es un negocio de cara al público, precioso y además, para nosotras es un orgullo que sigan porque es una cosa de antes y queremos que siga hacia adelante», destacan las tres hermanas.
Blanca, la última platera de la saga, recuerda lo aprendido y vivido en su casa. «Mi hermano y yo hemos nacido aquí y, entonces, como el otro que dice, los dientes los hemos echado detrás del mostrador. Hemos visto, hemos crecido viendo al público cómo trabajaban ellos, a los abuelos y nos han transmitido el gusto y el querer por seguir con la tradición».
José Pedro, por su parte, insiste en haber vivido «la evolución que ha tenido el negocio desde que se empezó con un taller de orfebrería pequeño hasta llegar a lo que es hoy día la joyería de Pedro González». Pasa el tiempo y la joyería se tiene que ir adaptando a los nuevos tiempos. Y más ahora con tanta competencia como hay, porque antiguamente no había internet, no había redes sociales…
Agradecidos
Una cuarta generación con padres que le han aportado por ambos lados, a Francisca, Blanca y José Pedro han tenido también en el negocio a su padre José María Alarcón Sánchez. «Fue director de este establecimiento durante muchísimos años, desde que se casó con mi madre. En un principio, no iba a trabajar aquí en la tienda, iba a trabajar en el Banco de España como su padre. Pero al final, como hacía falta que una persona que también supiera contabilidad, se quedó aquí».
Antes de la entrega de la condecoración, Blanca y José Pedro adelantan su agradecimiento: «No podemos olvidar a ese público, lo que es un orgullo y una alegría porque sin ellos no estaríamos aquí. La confianza que ellos han depositado en nosotros nos hace un orgullo tremendo y gracias a ellos pues nos esforzamos cada día por mejorar e intentar darle solución en ayudarles en lo que necesitan».
Si Pedro González estuviera aquí, les diría: «Estaría orgulloso por supuestísimo», dice su hija Francisca. Eran tiempos donde el trabajo era vital para que una familia se mantuviera, con el problema que todos dependían de la misma tienda. No todo era plata lo que relucía. Plata sí será el color de la medalla que el consistorio les dará. «Gracias a la comisión de honores que ha tenido a bien entregar este premio, a todos desde el primero hasta el último». Fusión entre la tercera y cuarta generación que recogerá esta distinción por 125 años de trabajo y de vender a Antequera fuera de sus fronteras, como hace el buen comercio arraigado.
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