Érase una vez Teba hace 5.000 años
El descubrimiento de un dolmen en excelente estado de conservación revela restos humanos y ofrece una ventana única al estudio de las sociedades y rituales funerarios del III milenio a. C.
Érase una vez… pero no el hombre, ni el cuerpo humano, ni la vida… Érase una vez Teba hace 5.000 años. Es decir, en ... el III milenio antes de Cristo, coincidiendo con la Edad del Cobre. Hasta esa época han retrocedido unos investigadores gracias a una máquina del tiempo muy particular: un dolmen, de los mejor conservados de Andalucía y que se ubica en el término municipal de esta localidad malagueña.
Su monumentalidad y gran estado de conservación permite descubrir algo que hasta ahora solo se podía intuir: conocer cómo eran las prácticas funerarias de la época. La necrópolis La Lentejuela, así era conocida la zona donde se encuentra este dolmen, permitirá entender de mejor forma el fenómeno megalítico no solo a nivel de Teba, sino también estos actos funerarios que igualmente se habrían producido en la ciudad de Antequera.
7 personas enterradas
Las siete personas (aunque podrían haber más restos humanos debido a los movimientos de tierra de épocas anteriores) que se estiman enterradas en este espacio podrían dar mucha información sobre las sociedades de aquel tiempo, desde determinar qué enfermedades padecieron hasta sus dietas específicas, pasando por su lugar de procedencia.
De hecho, uno de los investigadores al mando de este proyecto, Serafín Becerra, relata que los estudios isotópicos podrán revelar los alimentos ingeridos por estos grupos: si comían más carne o pescado, si incluían cereales en su dieta o, incluso, si existían diferencias alimentarias entre hombres, mujeres y niños.
Otro de los factores que se van a investigar y esclarecer gracias a este dolmen será la presencia de la mujer en la época, que, según el investigador malagueño, era destacada. «Ha aparecido un ídolo-falange, como el que hay en el Museo de Málaga», explica Becerra, que también aspira a poder averiguar el número de mujeres que había a través de estudios de vestimenta.
Aunque una de las averiguaciones más impactantes podría ser conocer la procedencia de las personas. El investigador detalla que se podrá indagar a través del isótopo de estroncio, que se absorbe tras beber agua de los manantiales durante los primeros años de vida. Esto podría reforzar la hipótesis de que habría personas que venían desde otras zonas para ser enterradas en esta necrópolis.
El estatus social también es otro factor importante que se investigará en los próximos meses. En este caso, las patologías de desgaste de los huesos podrán determinar el papel que ejercían dentro de la comunidad. «Imagínate que no tienen desgaste: quizás hablamos de personas con un gran estatus que no soportaban una carga de esfuerzo de trabajo», señala el arqueólogo.
La estructura
En todo este cerro, y en parte de la tierra que lo bordea, se han documentado unos 10 dólmenes y hasta 14 estructuras megalíticas, la gran mayoría en un estado de conservación prácticamente inmaculado. Asimismo, se han ido encontrando varios elementos más que todavía no se han podido determinar del todo, pero que están en proceso de investigación.
Elementos documentados en la necrópolis La Lentejuela
-
Dólmenes 10
-
Estructuras megalíticas 14
Todo este conjunto de descubrimientos convierte ahora mismo a la localidad de Teba en la concentración megalítica más importante de la provincia de Málaga y una de las más destacadas de toda la comunidad autónoma andaluza. Esto significa hablar del sur de la península ibérica y, por ende, de uno de los puntos más candentes durante el III milenio a.C., la época a la que pertenece este dolmen I.
Todas estas estructuras conforman la llamada necrópolis de La Lentejuela, la cual se divide en dos áreas principales. La primera de ellas es una zona más elevada que contiene varios dólmenes más pequeños que, a falta de confirmación, podrían ser más antiguos que el dolmen I. Mientras, en la parte baja, existen dos grandes monumentos: el dolmen I, que es el que se ha excavado durante estos cuatro años, y el dolmen II, que ahora mismo permanece intacto bajo tierra y que será el objetivo de la siguiente campaña.
El dolmen I, que ha despertado interés a nivel nacional, lo conforma una estructura de 14 metros, que comienza con una anchura de un metro en su entrada, marcada por un escalón cubierto. Este pasillo se va ensanchando hasta alcanzar los tres metros, llegando a superar en un metro y medio la anchura del dolmen de Viera, ubicado en Antequera y declarado Patrimonio Mundial de la Unesco el 15 de julio de 2016.
En cuanto a su altura, arranca con un metro veinte y se prolonga hasta alcanzar los dos metros, por lo que, según confirma Serafín Becerra, «en la cámara podemos entrar de pie». Además, la estructura se cubre con grandes losas, algunas de ellas de más de tres metros de largo, formando un túmulo de piedra y arcilla. Lo que Becerra considera que hace a este monumento «más singular» es el doble anillo de piedras que lo rodea, un elemento que refleja la relevancia del conjunto.
Otro aspecto destacado es la entrada a la parte final, marcada por una puerta trabajada, lo que indica que el dolmen está contextualizado en las primeras arquitecturas de Europa. «Hasta el megalitismo no hay grandes construcciones en el continente europeo. Y es a partir del megalitismo, hace seis mil años, cuando empiezan a levantarse grandes arquitecturas como esta», señala el arqueólogo nacido en Cuevas de Becerro.
«Es a partir del megalitismo cuando empiezan a levantarse grandes arquitecturas como esta»
Serafín Becerra
Investigador
Los investigadores no solo se han visto impresionados por la estructura, sino también por la manera en la que las gentes de la época pudieron construir un monumento así. Hay que tener en cuenta que las losas pueden llegar a pesar varios miles de kilos y no había ruedas. Becerra relata que se desconoce si se utilizaba tracción animal o exclusivamente humana, y sin el uso de poleas: «Es de entender que son arquitecturas que se hacen especialmente con la fuerza humana».
El interior
La monumentalidad y la conservación continúan sorprendiendo en su interior. Tras analizar los restos humanos, los investigadores han podido detectar dos fases: una correspondiente a la Edad del Bronce (2000-1800 a.C.), con enterramientos individuales; y por debajo, una fase más antigua de enterramientos comunitarios, más precisamente osarios colectivos, datada entre 2600 y 2500 a.C.
En esta segunda fase aparecen los ajuares catalogados por Becerra como «más espectaculares». Se estima que estarían asociados al momento calcolítico, más conocido como Edad del Cobre. Son los que se han excavado en este último año y considerados como los más relevantes: elementos como ámbar —que en aquella época probablemente viniera de Sicilia— o marfil de elefante, procedente del continente africano, han aparecido en forma de pequeños vasos decorados, pulseras o piezas ornamentales.
Además, se ha hallado una colección de puntas de flecha y una gran alabarda que alcanza los 15 centímetros de hoja. Junto a ella, dos láminas grandes de más de 20 centímetros realizadas en sílex, que parecen provenir de Loja o de la Sierra de Ronda. Lo más peculiar de estas láminas, detalla Becerra, es la pericia técnica con la que fueron trabajadas.
Estos hallazgos de elementos procedentes de otros puntos de Europa y del mundo permiten mostrar que, por primera vez en el interior de la provincia de Málaga, se produjeron las primeras redes de intercambio. «Serían las primeras grandes redes de la prehistoria europea, que conectaban el Mediterráneo central y el norte de África con la Península Ibérica, generando una auténtica circulación de productos», finaliza.
Aunque todavía queda un largo proceso de estudio e investigación, el objetivo final es convertir este espacio en un parque megalítico con un sendero que recorra toda la necrópolis: desde los pequeños dólmenes de la parte alta hasta los grandes monumentos de la zona baja. En este proyecto han trabajado investigadores de la Universidad de Cádiz, y la financiación ha corrido íntegramente a cargo del Ayuntamiento de Teba, que apuesta así por conservar y dar a conocer uno de los conjuntos prehistóricos más singulares de Andalucía.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión