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Laura Castelló.
«Vivienne Westwood apostó por lo raro y rompió moldes»

«Vivienne Westwood apostó por lo raro y rompió moldes»

Puntadas con hilo ·

A través de la creatividad, la ironía, la crítica o la burla, la moda sirve como arma para acabar con los estereotipos, defiende la escritora Laura Castelló

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Domingo, 20 de diciembre 2020

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La apariencia sí es importante. A lo largo de la historia, la moda ha sido un arma con la que desafiar las normas, romper con los estereotipos y reafirmar su independencia. La estética no es algo superficial y vacío. Es un símbolo, una expresión tanto individual como colectiva y, como tal, un acto que puede ser político e incluso cambiar sociedades. De la revolución de las sufragistas al feminismo de las 'hippies' o la rebeldía de las 'taqwacores', Laura Castelló (Castellón, 1983) repasa en la amena obra 'Vestidas para la revolución: la liberación de la mujer a través de la moda' (Lunwerg Editores) los principales movimientos contraculturales unidos a códigos de vestimenta.

Los jóvenes se han ido encontrando con restricciones y prohibiciones de la masculinización, el travestismo, el largo de la falda, el uso del pantalón o la profundidad del escote. Ante ello surgen movimientos, en su mayoría, desde la marginalidad o la clandestinidad, hasta que, en muchos casos, su popularidad las convierte en corrientes masificadas que llegan a provocar verdaderas revoluciones sociales. Por ejemplo, el movimiento 'hippie' de los setenta –la contracultura más masiva de todas– y el punk de los ochenta. Aunque si Castelló tuviese que escoger, destacaría «las 'bloomer', las 'garçonnes', la conquista de los pantalones como símbolo de conquista de poder y los movimientos de los 60 en su conjunto, con la llegada de la minifalda, los movimientos a favor del aborto y las marchas feministas».

Vestidos victorianos

Aunque lo que más llamó la atención a la escritora en su inmersión en la historia de la moda fueron los 'increíbles' y las 'maravillosas' –subcultura aristocrática parisina durante la Revolución Francesa– por su descaro en una época tan conservadora y las herero –tribu namibia cuyas mujeres visten inspiradas en los vestidos victorianos– por su increíble historia, que dura hasta nuestros días. «Es fascinante que un pueblo que arrastra tanto sufrimiento a su espalda haya podido integrar aquello con tantísima dignidad y amor hacía sí mismos». Relevantes son también las 'Sinsombrero' (1920-1930) y el hecho de que «hasta hace poco no se haya reconocido a las artistas femeninas de una generación tan importante como la del 27 en España». Por último las 'taqwacore' y el concepto de punk islámico o las 'sapeuses' –movimiento congoleño– y «su necesidad de expresar a través de la moda aun cuando les cuesta tener dinero para comer».

Cabe mencionar a los personajes populares que participaron en las revoluciones. «Amelia Bloomer por su defensa de los derechos de las mujeres en una época muy complicada además de su empeño en reivindicar que las mujeres pudiéramos llevar pantalones para al menos tener mayor libertad de movimientos en nuestro día a día», afirma la castellonense, que no puede dejar de mencionar a la pionera Coco Chanel «por deshacerse del corsé que tantos problemas respiratorios nos causaban y por introducir una moda sencilla y más masculina que liberaba de tanta parafernalia. Mary Quant y la minifalda o Vivienne Westwood apostando por lo raro, lo feo y rompiendo los límites del género». Tampoco se olvida de artistas de la talla de «Bowie, Jane Fonda, Alaska o Greta Garbo, que –recuerda– ayudaron a visibilizar y normalizar estos cambios».

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