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Diego Díaz, el creativo malagueño cuyas joyas lucen desde Lady Gaga a la reina Letizia
El reconocido fotógrafo de Torre del Mar -que ha firmado campañas para Roberto Cavalli, Harper's Bazaar o Vogue Italia- está detrás de la marca 'Rod Almayate', que ha conquistado a celebrities como Jessica Alba, Miley Cyrus, Beyoncé o Rita Ora
Los recuerdos que conserva de su infancia tienen un denominador común: la cámara de fotos. Con ella iba a todos lados deseando captar los momentos más importantes de su entorno familiar. Aún tiene su primer disparo en la retina: «Yo tendría unos 10 años y puse a mi hermana pequeña -que por aquel entonces tendría dos o tres- leyendo el periódico súper peinada con un montón de quiquis en un water mini que teníamos en casa para ella junto al nuestro», relata Diego Díaz Marín. Un mero aperitivo del estilo -transgresor y provocativo- que más tarde marcaría su meteórica carrera (que a día de hoy le ha llevado a vestir con sus joyas a celebrities como Lady Gaga, Rita Ora o a la mismísima Reina Letizia). Aunque en aquel entonces, mientras correteaba por los pasillos del supermercado que tenían sus padres en el camping de Torre del Mar -propiedad de sus tíos- no podía imaginar que años después el éxito tocaría a su puerta y acabaría, de repente, trabajando junto a uno de los grandes de la moda -Mario Testino- en una campaña de Roberto Cavalli. «Era un sueño tan tan grande que lo veía como un imposible», confiesa.
Entonces llegó su tren. Estando de Erasmus en Florencia estudiando para aparejador. Le quedaban tres asignaturas para finalizar cuando sonó su teléfono. La directiva creativa de Cavalli había visto sus fotos en Facebook a través de unos amigos en común -«fotos amateur, totalmente caseras, que hacía a mis primas y demás mujeres de mi familia que siempre han sido mi principal fuente de inspiración»- y quería contratarlo para su próximo proyecto. «Me sorprendió muichísimo y a la vez sentí el vértigo de no saber si estaría a la altura. Yo no sabía apenas nada de moda ni había hecho ningún curso de fotografía, todo lo que hacía era totalmente autodidacta así que me tuve que poner a estudiar día y noche para aprovechar aquella oportunidad. Me maté a trabajar porque era mi sueño. ¡Y el tren tenía que cogerlo!», confiesa.

De aquella experiencia -con gallinas incluidas- salió una rompedora campaña publicitaria (la de otoño/invierno 2013-2014) con la que este malagueño logró dejar huella en el sector y ganarse el respeto del gremio. «Hasta entonces Cavalli siempre había usado tigres y demás animales salvajes para sus trabajos y yo llegué pidiendo gallinas, un helicóptero... ¡quería romper esquemas, sorprender, y logramos un resultado muy mediático que me abrió muchas puertas!», indica Díaz Marín.
Fue así como llegaron portadas y editoriales para Harper's Bazaar o Vogue Italia. Además, algunas de sus instantáneas fueron nominadas al Premio de Fotografía en el Festival Internacional de Fotografía de Cannes en 2014 y 2015. Justo ese año su trabajo fue expuesto en una gran muestra de Vogue Italia en Milán y más tarde consiguió su reto de lanzar al mercado 'Doubleview Magazine', una revista bianual de arte, moda y visual distribuida en más de 35 países
A sus 32 años Díaz ha vuelto a asentar su centro de operaciones -y de su trabajo creativo incansable- en su Torre del Mar natal: «Necesitaba reencontrarme con mi esencia»
Y todo ello, de repente. Sin tiempo para digerirlo. Un ascenso tan fugaz que, como el propio Diego admite, le jugó una mala pasada al no saber gestionarlo. «Sentí una gran presión. De ser un chico normal, anónimo, a que en mi sector todos me reconocieran. Me volví insoportable, no me aguantaba ni yo, y decidí reorientar mi carrera desde la base de la humildad y buscar de nuevo mis orígenes».
Dentro de esta nueva etapa vital, a sus 32 años Diego Díaz ha vuelto a asentar su centro de operaciones -y de su trabajo creativo incansable- en su Torre del Mar natal. «En la última década he tenido la suerte de viajar y crear campañas en Florencia, Nueva York, Milán, Londres... pero no era yo. Necesitaba reencontrarme con mi esencia, con el cielo azul de Málaga. Aquí cualquier esquina es mágica», defiende.
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Ahora, desde Málaga -donde lleva seis meses- este fotógrafo compagina sus trabajos para editoriales y firmas de moda con el diseño de joyas únicas que ya han lucido celebrities de medio mundo. El listado es infinito: desde Miley Cyrus a Beyoncé, Lady Gaga, Jessica Alba, Olivia Palermo, Chiara Ferragni, Rita Ora, Eva Longoria, Amanda Lepore, Blanca Suárez, Paz Vega, Edurne o la propia reina Letizia. «Nos pidió un catálogo, eligió sus favoritos y me consta que ha lucido pendientes nuestros de en más de tres apariciones públicas», subraya.
Su fotografía tiene un marcado sello personal. Su atrevimiento en moda es el pasaporte que le ha permitido triunfar en una industria en la que prima lo políticamente correcto
Sus creaciones, dice, tienen ADN malagueño y de ahí que no tenga reparos en convertir en objeto de deseo un espeto, un pincho de gamas o unas banderillas de aceitunas. En su última colección destacan también objeto cotidianos encumbrados a la alta joyería: véase tiritas o corta uñas. Y todo bajo una denominación de lo más castiza -y malagueña-: Rod Almayate. «Yo estudié allí, en Almayate, y me hacía gracia hacer ese guiño. Es un nombre que tiene mucha fuerza y sonoridad», explica.
'Rod Almayate' es su nueva aventura creativa junto a su pareja y es la evolución de su anterior firma (Schield) en la que ha estado diseñando complementos en la última década junto a otros socios en Italia. «Ahora hemos eliminado intermediarios y hemos apostado por la venta directa lo que nos ha permitido bajar los precios a más de la mitad y hacer más accesibles nuestras piezas», argumenta.

La mujer «fuerte y empoderada de su cuerpo» es el eje de sus trabajos. Su referente y su inspiración. Su particular prisma -con una estética erótica y desafiante- lo han llevado a ser comparado con el fotógrafo francés Guy Bourdin. «Siempre me inspiro en las mujeres de mi familia: en mi madre, mis tías o mi hermana, porque son muy elegantes, de raza andaluza, y llegan a hacer cosas muy muy extrañas, ¡pero con extrema dignidad! Cuando pierdo la inspiración voy a visitarlas con una libreta», bromea.
Provocador, irreverente, rompedor... son solo algunos de los adjetivos que le persiguen desde sus inicios. Y es que la fotografía de Díaz tiene un marcado sello personal fácilmente reconocible. Su atrevimiento en moda es quizás el pasaporte que le ha permitido llegar a la cumbre en una industria donde prima lo políticamente correcto. «Somos humanos: con frustraciones, inseguridades... y me gusta reflejarlo en mi fotografía. Me aburre el concepto de moda banal, las imágenes que no cuentan nada... ese vacío de una mujer estupenda agarrada a su bolso. Eso a mí no me transmite», defiende.
«Siempre me inspiro en las mujeres de mi familia: en mi madre, mis tías o mi hermana, porque son muy elegantes, de raza andaluza, y llegan a hacer cosas muy muy extrañas»
En su lugar, sus instantáneas muestran a féminas atrevidas -con un punto descarado-, seguras de sí misma, y sobre todo, naturales. Mujeres vestidas impecables a las que pilla, por ejemplo «sacándose un moco». «Son mujeres a las que no les importa nada lo que piensen de ellas. Me enfada la hipocresía de la doble moral y las apariencias. Cuando me contratan hay firmas que se ponen en alerta porque saben que pido total libertad creativa. Me gusta provocar pero siempre manteniendo la elegancia femenina por encima de todo», detalla.
¿Un reto a corto plazo? Afianzarse en Málaga, intentar viajar menos y traerse aquí más producciones y campañas publicitarias. ¿Su próxima gran campaña a nivel mediático? La de un «perfume importante» que saldrá a la venta en 2020. No da más detalles. Por exigencias del guión.
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