La barra secreta de un pescadero en Pedregalejo en la que hay que reservar con un año de antelación
Escondida en uno de los mercados más pequeños de Europa, ofrece una experiencia íntima, honesta y absolutamente inolvidable
Paloma Cremades
Viernes, 4 de julio 2025, 00:15
En el corazón de uno de los mercados más pequeños de Europa se esconde un secreto a voces: una mesa alta, un menú de mercado y un matrimonio que ha convertido el pescado en filosofía de vida.
En Pedregalejo hay un rincón que ha dejado de ser leyenda urbana para convertirse en joya gastronómica. La Tasca de Ignacio, escondida en los apenas 80 metros cuadrados del mercado de abastos del barrio, es más que un puesto de pescado: es una experiencia íntima, honesta y absolutamente inolvidable.
Con solo dos puestos activos, este mercado parece insignificante desde fuera. Pero basta con cruzar su umbral para notar algo diferente. Ahí, en el fondo, entre cajas de gambas frescas y jureles brillantes, se encuentra Ignacio: pescadero de vocación, cocinero por pasión y anfitrión por naturaleza. Su tasca no tiene barra, ni carta, ni reservas fáciles. Solo una única mesa, disponible los jueves, viernes y sábados, para un máximo de 18 comensales. El secreto: hay que hablar con Inma para reservar con casi un año de antelación.
El menú, cerrado pero flexible, se pacta con Ignacio en una conversación donde te explica lo que tiene fresco. Él recomienda bien. Y luego sucede la magia: de la caja de pescado a la plancha, del hielo al fuego. Todo lo que cocina es fresco del día, adquirido a primera hora y mimado con técnica sencilla. Boquerones que crujen sin perder su ternura, atún que casi se deshace al tocarlo, navajas, gambas, almejas y hasta algún guiño especial si el cliente se atreve a pedir algo más.
Solo hay una única mesa, disponible los jueves, viernes y sábados, para un máximo de 18 comensales
Pero si Ignacio es el corazón, Inma es el alma. Su compañera de vida y de oficio, con la que acaba de cumplir 25 años de matrimonio, es la guardiana de la agenda. Gestiona con precisión milimétrica la agenda de reservas, sabiendo que dar una cita es regalar un tesoro. Coordina los grupos, responde a los mensajes y lleva el control de un calendario donde cada hueco vale oro.
Como en casa
La experiencia en la Tasca de Ignacio es también sensorial: mientras él atiende con música clásica, Bach, Wagner o Stravinskiy suenan durante la mañana, para vender el pescado a diario, cuando llega la hora de la comida a las 15 horas, el cliente elige la banda sonora. Todo está pensado para que el comensal se sienta en casa, con libertad para moverse, servirse el vino, coger la cerveza o simplemente mirar cómo el pescado se hace sobre la plancha. Con una gran anchoa sobre un tomate de Mohamed, compañero de puestos y vecino, es como comienza todo. Una mezcla entre taberna, mercado y cocina privada, donde el lujo es la cercanía.
Por su mesa han pasado gastrónomos, chefs de renombre, políticos, periodistas especializados y, sobre todo, vecinos que saben que en lo simple también vive lo sublime. Porque lo que hacen Inma e Ignacio no es solo cocinar: es mantener viva una tradición que entiende el mar, lo honra y lo celebra.
Y cuando por fin te sientas en esa mesa, tras doce meses de espera, entiendes que algunas experiencias merecen cada segundo de la espera. Porque en Pedregalejo no hay estrella Michelin que valga más que un plato de salmonetes recién hechos y una sonrisa de Ignacio al entregártelo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.