Manos Limpias denuncia a Bárbara Rey por las fotos y audios con el emérito

El sindicato defiende que en las grabaciones telefónicas difundidas ahora por 'OK Diario' «no solo se reflejan conversaciones íntimas, sino también conversaciones que afectaban a cuestiones de Estado». Sostiene, además, que el emérito «fue objeto de una especie de chantaje o extorsión presuntamente por parte de la denunciada», que habría acordado «percibir unas retribuciones a cambio del silencio y de su no difusión».

Manos Limpias acudió al Juzgado Decano de Madrid el pasado 10 de octubre para presentar su denuncia. En ella incide en que «la posible malversación de caudales públicos efectuada por los servicios del Estado como pago al silencio obviamente ha prescrito», por lo que ahora se limita a denunciar «unos hechos que pueden ser constitutivos de un delito de revelación de secretos (delitos contra la intimidad)». Asimismo, el sindicato recuerda que el Código Penal castiga con penas de uno a cuatro años de prisión a quienes «para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales, intercepte sus comunicaciones o utilice artificios técnico de escucha, transmisión grabación o reproducción del sonido o de la imagen».

La publicación de las fotografías del rey emérito Juan Carlos I con la actriz y la posterior filtración de las conversaciones entre ambos han sacado a la luz una relación que se ha mantenido en secreto durante más de 30 años. El chantaje de la artista al entonces monarca y cómo recibió los pagos para evitar que destapara unos encuentros que en aquel momento hubieran provocado un auténtico terremoto en la corona y en las instituciones de España.

Los intentos de los servicios de inteligencia por recabar las grabaciones y destruirlas por completo resultaron infructuosos, como ha quedado de manifiesto hace unos días cuando la revista holandesa 'Privé' publicaba las polémicas fotografías de Bárbara y Juan Carlos I en actitud cariñosa en la terraza de su domicilio de entonces. Fue su hijo Ángel Cristo el que las vendió para dañar la imagen de su madre con la que mantiene un sonoro enfrentamiento.