Agatha Ruiz de la Prada: «He diseñado puertas blindadas y ataúdes»

Me haría mucha ilusión fabricar aerogeneradores. Imagínate en los techitos de las casas corazones dando vueltas y transformando la energía...

Tanto Pedro J. como usted son adictos al trabajo. ¿Es su mayor terapia?

¡Sí! El trabajo es una terapia fantástica porque se te olvida todo. No hay dolor que valga.

«Barrer es mi yoga». Le voy a invitar a mi casa para que se desestrese...

¡Y limpiar! Es mucho más sofisticado cocinar, pero a mí me gusta más barrer. ¡Prefiero que mis amigos se dediquen a los fogones!

¿Quién cocina en su casa? ¿Tienen a una persona que se encarga de ello?

Sí, hemos tenido suerte porque lo que hace hogar en una casa, además de que sea muy bonita, es la comida. Para Pedro J. es un momento sagrado, yo sé estar sin comer, pero él no. Me encanta tener invitados en casa, porque es la manera de no pelearse.

Diseña colorido, pero piensa en verde. ¿Vota a los partidos animalistas también?

Me chiflan los animales. Además de limpiar, lo más antiestrés del mundo es un perro. ¡Yo ahora estoy soñando con el verano para estar con ellos! Tengo a mi preferido, a Jota, en un hospital porque tiene las plaquetas bajas el pobre...

A veces se les quiere más que a las personas.

Claro, porque las personas te proporcionan estrés y los animales te lo quitan.

¿Qué look le pondría al presidente en funciones, a Rajoy?

Lo importante es que se tome en serio su trabajo. Aunque es cierto que los temas del medio ambiente cada vez están cuajando más. ¡Antes pensaban que era una locura, ahora es de sentido común!

¿A quién le gustaría poner sus corazones?

Lo bonito de la moda es que sea democrática y poder vestir a mucha gente. ¡La obsesión de vestir a famosos yo no la tengo!

«Los números rojos me han puesto bastante cachondilla». ¿Qué lección ha aprendido de estar a dos velas?

Te pone las pilas a tope. ¡Y ahí sí que no te duele nada! Da igual si estás gorda, si estás flaca, las arrugas... Te olvidas de todo y te obsesionas con salir de ellos.

Es marquesa. ¿Ha aprendido más de la necesidad o del título?

¡No por ser marquesa vas a dejar de trabajar! ¡Qué tontería! Esa una costumbre muy mala que han tenido los marqueses en España. Yo, desde luego, he trabajado igual, o mucho más desde que lo soy.

¿Cómo era de niña?

¡Me decían los profesores que era genio y figura hasta la sepultura! Era muy parecida. Siempre estaba dibujando y a mi bola.

Bailando en calzoncillos

¿Es tan optimista como su ropa?

Lo intento, mi estudio siempre ha sido un mundo feliz. Es un parapeto. A lo mejor porque tengo miedo de ser una desgraciada. Pudiendo elegir lo primero, ¿para qué elegir lo segundo? ¡Además es por el mismo precio!

Sus diseños son muy infantiles. ¿Tiene el síndrome de Peter Pan?

Mi personaje favorito, que es Picasso, también tenía el síndrome de Peter Pan. Él actuaba como un niño. Decía: Yo soy el pintor más famoso del mundo, pero voy en calzoncillos bailando con mi cabra. Buscaba la libertad, porque al final los niños no son libres. Cuando eres mayor ya puedes hacer lo que te da la gana.

¿A los funerales va de negro?

Casi siempre. Pero me cuesta. Luego tengo que ir a mi casa a cambiarme.

¿Cuál ha sido su verano más especial?

¡Me acuerdo muchísimo de los veranos de niña, que duraban tres meses! E intento que mis vacaciones se parezca a esas. Hay países, como en EE UU o Latinoamérica, que no se cogen vacaciones. No lo entiendo.

¿Este verano lo va a conseguir?

No, ya voy tarde. ¡No sabes cómo me atacan en verano! Ya he cambiado el billete una vez.

Se tiene que imponer, que para eso es la jefa.

Pero te van poniendo cosas atractivas. Pedro J. todo el día me dice: hay esto o lo otro... ¡Yo intento ser fiel a mi verano de tres meses!