15 de agosto: un día festivo para estrenar la feria en el real
Algunos malagueños se acercan este martes por primera vez al ferial aprovechando la festividad y que hasta el sábado no habrá otro día no laborable
Ambiguas horas que mezclan a quienes van de retirada ya de muy amanecida y a quienes vuelven a poner guapa a la feria tras una ... larga noche de fiesta, más larga seguramente porque el festivo que era este martes invitaba a trasnochar sin la preocupación del despertador a quienes en estos días de agosto aún tienen obligaciones. Así empezaba la jornada en el real, parafraseando a Joaquín Sabina, andaluz de Jaén. Con algunos rezagados a los que les costaba irse, con la explanada de los conciertos -y del botellón- aún llena de los restos de la noche que limpiarían los empleados municipales, con los transportistas con la carga lista para alimentar a la multitud que visitaría el real más tarde y con los casetistas adecentando sus espacios. Hacer la feria posible lleva mucho trabajo. También había algún vecino paseando al perro. O algún extranjero despistado y excesivamente madrugador. A una feria aún dormida le envuelve un halo decadente.
Y justo este 15 de agosto, festivo, era una fecha propicia para que numerosos malagueños se acercaran a la feria, al real, por primera vez este año. Que, en general, no haya obligaciones laborales favorece que se pueda coincidir con amigos. Es el caso de cuatro chicas, Mercedes, Victoria, María y Paula, para las que ha sido así más fácil coordinarse e ir juntas a la feria este martes; además, confiesan, cuando ésta ya está un poco más avanzada y, quizás, dicen, más tranquila después de este fin de semana, el primero, en que creen que se suele llenar más, por las ganas de fiesta después de un año sin feria. Es la una de la tarde. Planean buscar un sitio para comer y después un lugar para bailar con una música que les guste, pero que no esté muy lleno. Tienen 22 años y dicen que no son buenas representantes de la gente de su edad, porque les va más la calma que el excesivo bullicio.
También se disponen a comer los miembros del grupo 'Vente conmigo', que organizan quedadas de todo tipo. En esta ocasión, para disfrutar de la feria. Y han elegido el 15 de agosto para hacerlo porque la mayoría este día no trabaja y quizás tienen menos obligaciones familiares -que a veces son más propias de los domingos-. Son más de 130 personas y las ha coordinado una de las administradores del grupo, Consuelo Sancho, que también precisa que la consigna era ir vestidos, tanto hombres como mujeres, de blanco y rojo. Y no están solas en esto de quedar no sólo a una hora para ir al real, sino también en compartir vestimenta. Otro grupo de amigas han pactado ir vestidas de los colores de la bandera de Málaga: verde y morado. Y han conseguido que la mitad de ellas lleven un mantón verde y la otra mitad, morado. Este día 15 podían verse todas. Algunas son amigas desde hace más de 50 años y se están uniendo también las segundas generaciones: la mayor es Pepi Triviño, de 75 años, y la más joven, Laura Villanueva, de 29. Han dejado a maridos, hijos, nietos… «Hoy es el día de las mujeres, de las mujeres a partir de los 18 años», profiere una de ellas, como declaración de intenciones.
Las mujeres se reivindican, pero los hombres también quedan para ir al real: «Teníamos que reunirnos hoy todos y aprovechar que es fiesta. Comeremos aquí y echaremos la tarde», explica Cecilio Camacho, quien se erige en portavoz de un grupo de chicos de 23 años».
Familias que sólo coinciden en festivo
Y para las familias también el festivo es un día más propicio para ir al real. Por ejemplo, la pareja que forman Anabel Infante y Pablo Hoyas sólo coincidían en la mañana de este martes con tiempo libre. Así que con su hijo Nicolás se han estrenado en esta feria. No venían desde antes de la pandemia, pero el niño recuerda perfectamente los buñuelos y ya los está reclamando. Igual pueden venir otro día a los chacharritos, pero querían aprovechar este día festivo, por si acaso.
A éstos, los más tempraneros en llegar al real que seguramente no trasnocharon el martes o, al menos, no lo hicieron en la feria, se van sumando, poco a poco, más personas. Y va aumentando el color, el rumor y el olor de feria cuando se incorporan los caballistas, los coches de caballos con el habitual paseo de enganches, y, sobre todo, cuando se inicia, ya a primera hora de la tarde, el paseo de amazonas y el concurso de indumentaria y atalaje ecuestre Memorial 'Juan Alda'. Atenta y tomando miles de fotos y vídeos se encuentra Beate, alemana, que dice que le fascina ver los trajes y las tradiciones malagueños. En su caso, no es su primera incursión en la feria, porque ya se ha pateado el centro, pero sí en el real. Y dice que hay cosas que le recuerdan a Baviera: «No es igual, pero allí también tienen trajes tradicionales, costumbres…» ilustra.
Pendiente del espectáculo ecuestre está también la familia de Antonia Gómez, que cree que éste va a ser el primero y quizás el único día que puedan venir a la feria. Los que quedan, salvo el sábado, son días laborables y a lo mejor no lo tienen fácil para repetir. Y los hermanos Daniel y Pilar Vera han venido de Alozaina con la familia para pasar el día y disfrutar sobre todo de la variedad de casetas, que es lo que afirman que más les gusta.
Mientras, las amazonas desfilan junto a la unidad especializada de caballería de la policía local. Es un espectáculo de una belleza apabullante. Al entrar en el espacio en el que se celebra el concurso que valora también los atalajes -la vestimenta de las amazonas- a cada una de ellas escolta un policía. Hasta que se agota el número de policías y empiezan a entrar ellas por parejas. Detrás, a través de la reja de la caseta de los verdiales, donde sólo a partir de las diez de la noche comenzará la fiesta malagueña de estos populares cantos del interior de la provincia, se ven aún a media tarde los coches de caballos pasar, a las mujeres vestidas de faralaes o de calle; son más ellas que ellos quienes se atavían de acuerdo a la tradición. Es el momento de pasearse a cuerpo, observar el paisanaje humano y dejarse ver, hasta que baje un poco el sol, se abran los toldos para que pueda comenzar a verse cómo se llena de estrellas el cielo y se considere que ya es una hora más que prudente para entrar en los garitos más modernos y tomarse una copa.
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