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Artur Mas.
El independentismo catalán vuelve a examinarse en las urnas

El independentismo catalán vuelve a examinarse en las urnas

Las elecciones del domingo pueden congelar el proceso secesionista si las fuerzas soberanistas pierden la mayoría

Cristian Reino

Jueves, 17 de diciembre 2015, 10:09

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Los comicios del domingo son una nueva prueba de fuego para el secesionismo catalán, que tres meses después vuelve a medir sus fuerzas en las urnas, en este caso en unos comicios que nunca le han sido favorables. Al independentismo no le acabaron de salir las cuentas en las elecciones catalanas del 27-S, y Artur Mas se adentró en un laberinto para sellar su investidura del que aún no ha encontrado la salida. Estas son elecciones generales en España, pero se somete al veredicto de los ciudadanos la declaración de rutpura del 9-N.

«En el 20-D, en Cataluña hay mucho más en juego de los que algunos creen», afirma Pere Pugés, uno de los cuatro fundadores de la Asamblea Nacional Catalana. «Con el resultado que se pueda dar, este proceso no se parará, pero puede profundizar el desconcierto en el que nos encontramos. Sería una nueva señal sobres las dudas que rodean al proyecto independentista», señala.

Lo dice porque la mayoría de las encuestas coinciden en que Ciudadanos, Podemos o incluso el PSC están en disposición de ser las fuerzas vencedoras en el ámbito catalán, donde se dirimen 47 diputados, lo que distorsionaría el resultado del pasado 27-S, que el independentismo afirma por activa y por pasiva que le legitima para seguir adelante con la idea de construir un Estado catalán en 18 meses.

Para Pugés, una derrota de las fuerzas soberanistas, que nunca han sido hegemónicas en unas generales a diferencia de lo que ocurre en las autonómicas, y el hecho de que el primer puesto (históricamente lo ha ocupado el PSC) sea para una formación no secesionista, podría abrir una reflexión en Convergència, que se la juega con un peso pesado como Francesc Homs, para que Mas diera un paso atrás con vistas a que en el futuro pudiera dar dos hacia adelante. «Me sabría mal que el aviso venga de esta forma, pero a veces tienen que darte un totazo para reaccionar y el 20-D puede ejercer este efecto», señala.

Una victoria de una fuerza no soberanista, como la que apuntan las encuestas, sería «grave», según Pugés, porque demostraría que el separatismo «no tiene ni la fuerza ni la clarividencia ni la convicción para seguir adelante y que el proceso no está tan consolidado». Uno de los factores que apunta como posible causa del posible pinchazo electoral del independentismo es que Junts pel Sí y la CUP llevan tres meses a la greña y no han sido capaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno.

Se especula con un pacto in extremis para esta semana como golpe de efecto para animar al alicaído votante secesionista, pero la CUP no tiene interés en las elecciones generales, a las que no se presenta porque dice que no son su guerra. Esta ausencia favorece a Podemos, que aspira a pescar en los caladeros cuperos con una defensa cerrada del referéndum de autodeterminación.

El votante de la CUP es un objetivo también para Esquerra, que quiere crecer en el área metropolitana de Barcelona con su cabeza de cartel, Gabriel Rufián, dirigente de la plataforma castellanohablante independentista Súmate. El entorno metropolitano era, históricamente, coto privado del PSC. Pero eso es pasado y a Carme Chacón le han salido fuertes competidores, como la formación morada y también Ciudadanos, que el 27-S consiguió trasformar una parte de ese cinturón rojo de Barcelona en naranja.

Segundo asalto

Otro factor que frena al independentismo es el hecho de que Convergència y Esquerra, que para las autonómicas sellaron una alianza inédita y concurrieron juntos bajo la marca Junts pel Sí, en estas ocasión han preferido ir cada uno por su cuenta. «El domingo se juega el segundo asalto de una partida larga, que viene de 2012, y que tiene como objetivo principal dirimir cuál es la fuerza principal del campo independentista», asegura Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona. «Si Esquerra supera a Convergència es posible que abandone su posición de espectador pasivo de las negociaciones con la CUP y haga valer su nuevo peso dentro del bloque independentista», señala. A su juicio, un mal resultado de los de Artur Mas debilitaría el órdago de nuevas elecciones que planea como elemento de presión en las convesaciones y dejaría al presidente de la Generalitat «más rehén» aún de la CUP y los republicanos.

Jordi Mercader, director de comunicación de la Presidencia de la Generalitat con Pasqual Maragall, que vaticina elecciones catalanas en marzo, no cree en cambio que una victoria de Ciudadanos o Podemos en Cataluña ponga en cuestión el proceso. Convergència y Esquerra no han ido juntos, apunta, porque tienen «miedo» de que se comparen los resultados con el 27-S y de esta manera pueden «preservar» la victoria independentista en las catalanas. «Ahora tienen ganas de comprobar las fuerzas de cada uno», remata.

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