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El dueño de un comercio de Filadelfia observa los destrozos causados tras ser saqueado su local. REUTERS
Los disturbios en Filadelfia inflaman las elecciones y perjudican a Joe Biden

Los disturbios en Filadelfia inflaman las elecciones y perjudican a Joe Biden

Los incidentes tras muerte de un enfermo mental a manos de la Policía alimentan el discurso de «ley y orden» de Trump

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 28 de octubre 2020

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Desde la muerte de George Floyd bajo el peso de un policía que aguantó pacientemente hasta que dejó de respirar, Estados Unidos vive a solo un tiroteo de los próximos disturbios. Los nuevos disparos grabados en cámara prendieron el lunes la chispa de la indignación en Filadelfia, y con ella se han disparado las emociones que pueden alterar las elecciones más importantes de la historia.

A seis días de que se cuenten los votos, lo último que los estadounidenses quieren ver en las pantallas son los gritos de Black Lives Matter, comercios saqueados y dos policías blancos metiéndole siete tiros a un enfermo mental. Eso es lo que muestra el vídeo que hizo pública la Policía en conferencia de prensa, delante de la madre doliente, para sobresalto de los presentes, que vieron a la mujer revivir la traumática escena sin esperárselo.

LA CIFRA:

  • 6 puntos de margen sacaba Biden a Trump en Pensilvania, un Estado crucial para llegar a la Casa Blanca. El margen allí es más estrecho que en Michigan y Wisconsin.

En la última entrega viral del libro de las revelaciones racistas sobre brutalidad policial, se ve a Cathy Wallace en la calle intentando calmar a su hijo, que no atiende a razones mientras da vueltas agitadamente alrededor de los coches aparcados con un cuchillo en la mano. «¡No vayáis a disparar a mi hijo!», les grita la mujer a los policías mientras intenta controlarlo. Ellos aguardan con las pistolas desenfundadas y en cuanto les queda a la vista le vacían el cargador encima. «Oh, dios mío, oh dios mío», se oye decir al vecino que lo estaba grabando. «¿De verdad teníais que pegarle tantos tiros?».

Walter Wallace, de 27 años, padre de nueve hijos, uno de ellos póstumo porque a su mujer tenían que haberle inducido el parto este miércoles, falleció al llegar al hospital al que un tercer policía le llevó en su propio coche patrulla. Ninguno tenía que haber estado allí. La familia había pedido una ambulancia, porque Wallace, en tratamiento psiquiátrico por síndrome bipolar, sufría un brote incontrolable que los agentes arreglaron de la única manera que saben: a tiros.

«En la academia te dan una placa y una pistola», explicó el abogado Shaka Johnson. «Se les enseña a matar, se les da munición y se les dice a dónde tienen que apuntar, no cómo hablar con ellos».

Muchos se pregunta por qué no le dispararon un toque eléctrico con una taser, pero resultó que los agentes no tenían ese tipo de pistolas. Ningún agente de Filadelfia la lleva. Reducir sin violencia letal no está en los planes. Ni en la calle. Durante dos días las autoridades han reprimido con mano dura las escisiones violentas de las manifestaciones pacíficas que en algunos casos han derivado en las escenas de comercios saqueados y papeleras quemadas que alimentan el discurso de «ley y orden» de Trump.

Una semana decisiva

Hasta entonces Joe Biden, un hijo de Pensilvania nacido en Scranton y afincado después en Delaware, lideraba las encuestas de este Estado crucial para llegar a la Casa Blanca por seis puntos. El margen es más estrecho que el de Michigan y Wisconsin, los otros Estados que forman el cinturón industrial del «muro azul» con el que los demócratas intentarán contener el empuje de Trump por el interior del país. En 2016 el mandatario ganó esos tres Estados a Hillary Clinton por la mínima, de hecho, por menos de un punto porcentual. Un puñado de votos que podría haber cambiado la suerte de EE UU y del mundo.

De entre todos esos Pensilvania es hoy el eslabón más débil, justo donde se ha declarado el toque de queda y se ha activado a la Guardia Nacional tras la muerte de Wallace. Las encuestas a pie de urna demostraron en 2016 que un 15% de los votantes de este Estado minero decidieron su votos en la última semana antes de las elecciones, en la que estamos ahora. La campaña de Trump llega a esta recta final sin presupuestos para publicidad y las arcas vacías. Esta vez el candidato no está dispuesto a poner dinero de su bolsillo, como hizo entonces, quizás porque no ve muy clara la inversión. Pero las imágenes de violencia que dan estos días las televisiones son gratis y le vienen como anillo al dedo a su mensaje de ley y orden con connotaciones racistas.

Las calles seguirán calientes el próximo martes cuando abran los colegios electorales. En Pensilvania los tribunales han dado permiso para seguir contando votos por correo una vez que cierren las urnas, siempre que vengan estampados con fecha anterior al 3 de noviembre. Eso quiere decir que los condados rurales más lentos en el conteo podrían dar inicialmente la victoria a Trump pero revertirla días después, contribuyendo a la percepción de fraude que quiere difundir el mandatario si el resultado no le es favorable. Con sus huestes a la espera y los indignados de Black Lives Matter en la calle, la batalla campal podría suceder a la electoral en menos tiempo del que tardaron los agentes en disparar contra Wallace.

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