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Parece obvio que las elecciones del 2D tendrán una lectura nacional. Los líderes de los partidos así lo han decidido al convertirlas en una primera vuelta del duelo futuro por el sillón de La Moncloa. Por cierto, estas son las primeras elecciones en las que todos ellos andan en la franja de edad de los 37 a los 46 años. Desde la transición no domina la política española una efebocracia. Solo que esta vez algunos de ellos lo han logrado descabezando rivales femeninas, como en esos vídeo juegos o series de tronos que tanto gustan a los nuevos dirigentes. Pablo Casado estrenó la campaña de Juanma Moreno llevando a este a un 'hackatón' en Málaga. Casado ayer se dejó de juegos y confesó que su maratón por Andalucía no es solo para arropar al candidato del PP. Lo es para poner a prueba su proyecto con vista a municipales, europeas y, casi seguro, generales. A esta confesión añadió guiños y mano tendida a los naranjas para gobernar Andalucía. Albert Rivera le dio el sí por primera vez.

Que PP y Ciudadanos se aliarán para desalojar a Susana Díaz de la Presidencia si suman mayoría absoluta es como esas películas que adivinas el final desde la primera escena. Lo que ocurre es que la encuesta del CIS y otras señalan esa posibilidad lejana. Las frases de armisticio suenan a estrategia para ganarse uno el electorado del otro. Ambos disputan ser la alternativa a Pedro Sánchez a cara de perro.

También el presidente se juega mucho en el granero andaluz de votos. El resultado le hará calibrar cuándo convocar elecciones. No aparecerá tanto, pero estará presente a través del Consejo de Ministros, como se ha visto con el plan de mil millones para el Campo de Gibraltar. Para el último del cuarteto, Pablo Iglesias, el resultado de Adelante Andalucía, de ser bueno, puede frenar la caída de Podemos y darle la llave de ensayo de un gobierno con el PSOE.

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