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ANTONIO GUERRERO
SOCIO CONSULTOR DE STRATEGYCO. PROFESOR DE POLÍTICA DE EMPRESA
Lunes, 2 de junio 2025, 02:00
La Inteligencia Artificial (IA) es una realidad, y la cuestión en clave empresarial es cómo deben prepararse las personas (trabajadores y directivos) para integrarla con ... éxito. Porque la IA no sustituye el talento, lo potencia. Si bien, sólo será posible su integración tecnológica una buena cultura de adaptación, aprendizaje y colaboración, y, en esto, las personas son el factor esencial y decisivo.
Por tanto, el primer reto es cultural. Las organizaciones deben aprender a gestionar la resistencia natural al cambio, que suele surgir ante lo desconocido o percibido como amenaza. Para esto el papel del líder es insustituible. Un líder que inspire confianza, ofrezca una visión clara y comunique con transparencia, es la palanca que convierte el miedo en oportunidad.
El segundo, es el aprendizaje continuo. Las competencias del siglo XX ya no sirven para el XXI. La actualización de habilidades y la reconversión profesional ya no son iniciativas del área de recursos humanos, sino pilares estratégicos. Incluso una responsabilidad individual de cada persona. En cualquier caso, las empresas que invierten en formar a su gente no sólo preparan mejor su futuro, también retienen talento. Y esto, en un entorno de escasez, es una ventaja competitiva. Fomentar una cultura de autoaprendizaje —donde cada persona asume un rol activo en su desarrollo— no solo mejora la empleabilidad, sino que fortalece la autonomía y el compromiso con los objetivos de la empresa.
El tercer reto es la colaboración entre personas e IA. No va de sustituir personas por tecnología, sino de redefinir funciones. La IA es excelente procesando grandes volúmenes de datos, pero incapaz de gestionar la ambigüedad, la empatía o el juicio ético. La clave está en identificar qué tareas delegar en los algoritmos y cuáles reservar al criterio humano. Y esto requiere visión estratégica, no sólo técnica.
En resumen, integrar la IA en la empresa no es una cuestión de software, sino de cultura. No se trata de tener los mejores algoritmos, sino los mejores equipos humanos para trabajar con ellos. Porque el futuro no será de la IA, será de quienes sepan gestionarla bien. Y eso, hoy por hoy, sigue siendo responsabilidad humana.
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