El arte de anticipar
RAFAEL ROMERO
Lunes, 9 de junio 2025, 02:00
La vida, tanto personal como profesional, está llena de transiciones inevitables. Sabemos que un día dejaremos de trabajar, que la etapa profesional acabará y que, ... con más esperanza de vida, viviremos más años, probablemente con menos ingresos. También sabemos que en la empresa familiar llegará el momento de ceder el testigo a la siguiente generación. Y, aun así, a menudo navegamos estas aguas sin preparación, como si esas certezas pudieran evitarse por no mirarlas de frente. Esta actitud aplica tanto a nuestra vida personal como a la continuidad de la empresa familiar.
La clave para afrontar estos desafíos es anticipar: prever y planificar lo que probablemente llegará. Epicteto hablaba de la premeditatio malorum: reflexionar sobre las adversidades que pueden aparecer, no para preocuparse de forma anticipada, sino para estar preparados cuando lleguen. Aristóteles defendía la sabiduría práctica de pensar en el bien no solo para hoy, sino también para el futuro.
En la empresa familiar, anticipar es preparar el relevo generacional, asumiendo el compromiso de continuidad: proteger la misión y los valores de la empresa y entregarla a la siguiente generación en mejores condiciones que cuando la recibimos. Debemos entender el relevo generacional como un proceso, no como un suceso.
Es un ejercicio de custodia responsable que requiere tiempo, reflexión y acompañamiento. Para ello, debemos identificar y formar a futuros líderes, diseñar un plan de sucesión claro, fortalecer las estructuras de gobierno y abrir espacios de diálogo donde cada generación pueda expresar sus expectativas y preocupaciones.
Cultivar una mentalidad de anticipación no es tarea fácil. Requiere pasar de la reacción constante a la proactividad consciente; de ver el futuro como un lienzo sobre el que podemos empezar a dibujar hoy. Implica hacerse las preguntas correctas: ¿Qué podría pasar? ¿Cómo nos afectaría? ¿Qué pasos podemos dar hoy? Es un cambio de mentalidad que nos invita a la reflexión, al diálogo y a la acción temprana, transformando la inquietud en la serenidad de la preparación.
Anticipar es un acto de responsabilidad. Y, sobre todo, es un acto de amor: hacia uno mismo, hacia la familia y hacia la empresa.
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