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En estos momentos, según los cálculos de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Málaga (APAE), hay cerca de 14.500 personas en toda la provincia ... esperando poder examinarse del examen práctico para obtener el carné de conducir. Esta organización calcula que desde que un alumno aprueba el examen teórico hasta que puede presentarse por primera vez al práctico pueden pasar entre dos y tres meses. Y si ese alumno no aprueba el práctico a la primera, tendrá que esperar entre un mes y dos para poder volver a presentarse.
Esta situación afecta de lleno a las autoescuelas de toda la provincia, que sienten cómo sus empresas, la mayoría de ellas pymes, se quedan bloqueadas, a la espera de poder examinar a sus alumnos, lo que lastra directamente su actividad. Así lo explica Antonio Martín, propietario de las autoescuelas Villablanca de Fuengirola y presidente de APAE, una asociación que aglutina a 200 autoescuelas de las aproximadamente 250 que se estima que existen en la provincia.
El origen de este problema está en la falta de examinadores de Tráfico. Un problema que, según Martín, afecta a la totalidad de España, aunque en aquellos territorios donde la población ha crecido mucho en los últimos años, como es el caso de Málaga, la situación es aún peor.
Eloy Gutiérrez es el propietario de la autoescuela Meloy, una de las primeras que abrió en Málaga, en concreto en el año 1965. Fue su padre quien abrió el negocio y él decidió continuarlo. «Es un sector muy vocacional, no estamos en él porque se gane mucho dinero».
Explica que la profesión de profesor de autoescuela no es válida para todo el mundo, «hay que tener mucha paciencia y empatía con la persona que está aprendiendo». También saber llevar el estrés porque «estás rodeado de prisas, caravanas y problemas de tráfico», detalla Gutiérrez, que lleva más de 40 años en el oficio.
Lo cierto es que actualmente, otro de los problemas que enfrenta el sector, es que «no hay profesores de autoescuela», faltan profesionales, a pesar de que es una profesión con salidas laborales garantizadas. Una causa puede ser que no existe formación pública reglada en Málaga para ser profesor de autoescuela, solo un módulo privado que cuesta entre 6.000 y 9.000 euros.
«Sabemos que en Málaga están optimizando todos los recursos que tienen, pero hacen falta entre cinco y diez examinadores más de los que hay actualmente». El problema se agrava cuando vienen las fechas de vacaciones: verano, Semana Santa y Navidad. En esos momentos es cuando las autoescuelas reciben un mayor volumen de clientes, la mayoría de ellos jóvenes estudiantes que aprovechan las fechas de descanso para poder sacarse el carné. Hay por tanto, más demanda, pero al mismo tiempo menos capacidad de examen porque es también la época en la que los examinadores activos actualmente cogen unos días de vacaciones.
«Este es un problema de toda la vida. En Málaga tenemos los mismos examinadores que hace diez años, a pesar del crecimiento de población que ha habido en ese tiempo y con el añadido de que entonces se hacían 16 pruebas diarias y ahora se hacen doce porque ha cambiado la forma de examinar, con exámenes más largos para una mayor calidad», detalla el presidente de la patronal.
Hay que recordar que un examinador de tráfico es un puesto de funcionario, dependiente de la Dirección General de Tráfico (DGT), que a su vez depende del Ministerio del Interior. Desde la asociación dicen no entender por qué la administración central no convoca nuevas plazas, ya que ellos consideran que solo aportarían beneficios.
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«No somos capaces de entender por qué no emplean recursos. Estamos hablando de un sector en el que todo el mundo que quiere examinarse paga las tasas religiosamente y por adelantado. Eso hace que un examinador le suponga a la Administración un beneficio mensual de no menos de 3.000 euros, después de haber pagado todos los gastos relativos a ese puesto de trabajo. Y además genera riqueza en el territorio, ya que un nuevo conductor invierte en un coche, contrata seguros, visita talleres, viaja y consume...»
Según APAE, la cifra de personas en lista de espera fluctúa, es decir, va subiendo o bajando según las épocas del año y según los años, pero siempre es elevada. «Hemos llegado a tener a 18.000 personas en la provincia esperando para examinarse», afirma el presidente.
Debido a este atasco, Tráfico creó un sistema informático que es el que gestiona los cupos de personas que cada autoescuela puede presentar cuando hay exámenes. Normalmente una autoescuela puede llevar a sus alumnos a examinarse dos veces al mes y mediante dicha plataforma sabe cuál es el cupo de alumnos que puede presentar a cada uno de ellos. Una cifra se calcula en función del número de alumnos que hay en espera en esa autoescuela y el porcentaje de ellos que se presentan por primera vez al examen práctico. «Si alguien suspende tiene que esperar entre un mes y dos para volver a examinarse y como es lógico, no va a estar dando clases dos meses seguidos antes de volver a presentarse. Tampoco pueden estar dando clases tres meses para empezar a presentarse por primera vez».
La DGT presiona de alguna manera a las autoescuelas para que lleven a sus alumnos preparados al máximo al primer examen y que se reduzca en la medida de lo posible la necesidad de repetirlo. Desde el sector de las autoescuelas afirman tajantes que cuando un alumno suyo se somete al examen, «no va a probar suerte», sino que se ha intentado preparar al máximo. Pero puede ocurrir de todo y cuando no hay un aprobado a la primera, «la segunda vez siempre van a estar menos preparados porque no pueden hacer dos meses de formación continua. Lo normal es que den tres o cuatro clases antes del examen, a lo que hay que añadir los nervios».
Martín deja claro que la escuela es «la primera que se perjudica si no prepara bien a sus alumnos porque el sistema informático nos reduce los cupos. Tanto el alumno como la escuela tienen motivos suficientes para tratar siempre de conseguir un aprobado a la primera».
Con todo este panorama, desde la APAE consideran que el sector vive «un momento complicado», ya que además todos los costes de la actividad empresarial han subido. «Hay algunas empresas que están al límite, para otras va razonablemente bien, dentro de lo perverso que es este sistema, que no deja a cada empresa presentar su capacidad de trabajo, pero sí se nos exige que los impuestos los presentemos al cien por cien. Las que más sufren son las escuelas más pequeñas, que les dan dos alumnos por ciclo, es decir, examinan a cuatro personas al mes».
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