Alonso, de pruebas con el criticado Aston Martin

El AMR24, el último monoplaza en el que el genio de Stratford-upon-Avon no ha metido mano, es de todo menos un coche de competición decente. Más allá de la broma y de las proféticas palabras en la presentación, en la que calificaron el monoplaza de «todoterreno», su mal comportamiento es una auténtica pesadilla para sus pilotos. Lo decía claramente Lance Stroll por la radio durante los primeros libres: «Esto es de todo menos un coche». La respuesta fácil es que él parece de todo menos un piloto de Fórmula 1, pero no le falta razón en esa apreciación.

Una de las carencias que tiene este monoplaza es la notable dificultad que tiene para alcanzar altas velocidades. Y no es por una cuestión de la unidad de potencia, ya que Lewis Hamilton con un Mercedes (que también motoriza a Aston Martin) marcó la punta de la jornada por encima de 325 km/h. Habida cuenta de que comparten tripas, el problema tiene que estar en el monoplaza en sí. Las calles de Bakú son perfectas para medir este tipo de problemas: la carga aerodinámica no es tan relevante y aunque este año se está rodando más lento que el pasado, la diferencia neta de rendimiento de los coches verdes deja bien claro que el camino está ya perdido.

Aún así, desde la escuadra de Silverstone y a falta de lo que Newey se invente para 2026 y, en menor medida pero de manera muy relevante, para 2025, están introduciendo pequeñas novedades. No tanto para conseguir grandes cosas en lo que queda de temporada 2024, que ya está más que finiquitada para ellos, sino por ver si al menos pueden acabar con cierta dignidad. «Hemos recogido datos útiles en las dos sesiones de entrenamientos libres que analizaremos con los ingenieros esta noche. Hemos probado varias cosas diferentes hoy», destacaba el español, aunque no sin ocultar que este tipo de jornadas son del todo irrelevantes incluso para él. «Venimos porque nos mandan la FIA y la FOM», sentenció.

Alonso fue el protagonista de una de las escenas curiosas de este viernes, plagado de salidas de pista en las pocas escapatorias que tiene el trazado azerí y con algunos accidentes (como el de Franco Colapinto, que obligó a los mecánicos a esforzarse para tener su Williams listo después de su golpe en los primeros libres). El asturiano se tiró prácticamente vuelta y media intentando desenganchar una bolsa de plástico que había acabado en su halo, algo que no es demasiado peligroso por sí mismo pero que, de entrar en un conducto de aire, sí podría haber causado un serio problema. Un incidente menor y que no es el motivo, ni mucho menos, de su más que mejorable 12ª posición en la tabla de tiempos. Tan es así que su compañero Stroll marcó el 7º crono de la jornada.

El tópico en este caso es la realidad: ser el más rápido el viernes no es garantía de nada y, de hecho, suelen taparse más cartas de las que se muestran. Así, en una jornada donde los incidentes se salpicaron constantemente, el más rápido fue precisamente uno de los protagonistas de un toque contra la zona más estrecha del sinuoso circuito de Bakú. Charles Leclerc, flamante ganador en Monza y un clásico contra las protecciones de Azerbaiyán, lideró la tabla de tiempos y confirmó que en Red Bull aún tienen mucho que mejorar si quieren recuperar la senda de la victoria. Y no tanto porque superara a Max Verstappen, que lo hizo y de sobra ya que el neerlandés marcó el 6º tiempo, sino porque el 2º de este viernes fue el inesperado Sergio Pérez. Como aquel aforismo 'rajoyano': el mexicano, cuanto peor (está Red Bull), mejor (él).

En este fin de semana todo apunta a que las apuestas virarán más cerca del rojo Ferrari que del resto de candidatos, siempre que McLaren se acuerde de hacer valer su superioridad técnica en las últimas carreras, ya que también Carlos Sainz estuvo brillante en un buen viernes. Con su 4º tiempo, aspira a ser un candidato en firme para la clasificación y quizá también para carrera.