Seven Series, una oportunidad perdida
El mejor rugby reducido del mundo pasó por Andalucía con una repercusión que no hizo honor a la calidad del espectáculo ofrecido
Que el rugby padece en España un grave problema de falta de difusión a gran escala no es algo que vaya a descubrirse ahora. Lamentablemente, ... se trata de uno de los pocos deportes con resonancia mundial que no logra hacer pie en un país que en los últimos años ha alcanzado la cima no sólo en tenis, en fútbol, en baloncesto, en balonmano o en waterpolo, sino también en disciplinas menos difundidas como el hockey hierba, el pádel o el badminton, sólo por mencionar algunos.
Es posible que la gran dificultad a la que se enfrenta España para competir internacionalmente en rugby, a diferencia de lo que sucede en la mayor parte de los deportes, sea uno de los motivos que impida que esta disciplina alcance ese grado de popularidad necesaria para poder crecer por la base. Sin difusión es imposible entrar en el círculo virtuoso de más afición, que lleva a más jugadores y en consecuencia, a la conformación de equipos que puedan algún día codearse con los mejores.
Por ese motivo, el rugby español debería aprovechar todas las oportunidades que se le presentan y no está muy claro que la celebración durante los dos últimos fines de semana de las series mundiales de rugby Seven haya sido el mejor ejemplo. Fue imposible dejar de experimentar un sentimiento de pena primero en Málaga y después en Sevilla al ver a los mejores jugadores y jugadoras del mundo ofreciendo un espectáculo increíble en el césped en un marco de gradas con apenas presencia de público. Si en en el Estadio Ciudad de Málaga ya provocaba cierto desaliento ver menos de media entrada, en el estadio de La Cartuja, en Sevilla, la visión de más de 50.000 butacas sin ocupar fue sencillamente desoladora.
Con la honrosísima excepción de los periódicos locales, con esta casa a la cabeza, que sí se hicieron eco del espectáculo con una cobertura acorde a la categoría y la importancia de lo que se jugaba, las series mundiales fueron ignoradas por las radios y las televisiones -incluidas las públicas-, salvo por la plataforma que ha comprado los derechos de la retransmisión para toda la temporada y que lleva años mimando con inteligencia al silencioso pero constante nicho del mercado del rugby.
En irrelevancia en los medios audiovisuales y radiofónicos posiblemente haya tanta culpa de quienes no supieron explicar la importancia del evento que traían como de los que no hicieron el esfuerzo de informarse.
El reducido pero tenaz mundo del rugby se lo debería hacer mirar. Los escasos aficionados presentes, con gran y sorprendente presencia de británicos, irlandeses, franceses, sudafricanos y argentinos, tuvieron la oportunidad de ver un espectáculo que quién sabe si volverá a pasar por aquí. No se trataba sólo de que quienes tienen la fortuna de vivir el rugby lo disfrutaran, sino de que quienes no lo conocen tuviesen su primer contacto y posiblemente se engancharan. Esa oportunidad ha pasado y el rugby español debería aprovecharla, al menos, para sacar lecciones por si se consigue que el tren vuelva a pasar.
En el terreno deportivo, las series andaluzas confirmaron en varones la hegemonía indiscutible de Sudáfrica, que está aprovechando la ausencia obligada de fiyianos y neocelandeses para batir récords de imbatibilidad.
Tras vencer en la final a Argentina en Málaga, hizo lo mismo con Australia en Sevilla, a la que derrotó con un contundente 33-7 en la final. Los sudafricanos han ganado los cuatro torneos celebrados en lo que va de año, los dos de Dubai y los dos andaluces. Los argentinos completaron el podio sevillano al batir a Irlanda en la final por el bronce (12-15). España, que jugó su mejor partido frente a los sudafricanos con un primer tiempo inolvidable en el que compitió de igual a igual con los mejores del mundo, acabó en décima posición.
En mujeres, Australia se hizo con la victoria (17-12) al darle la vuelta a una final intensa en la que Irlanda comenzó ganando. Inglaterra conquistó el bronce al vencer (19-12) a Estados Unidos en la final de consolación. Las españolas terminaron en una meritoria octava posición.
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