La campeona de Europa sigue en estado de gracia

Curiosamente, la pegada estuvo al principio del lado español pese al once radicalmente ofensivo de Francia, con cuatro atacantes del nivel de Olise, Doué, Dembélé y Mbappé. Deschamps no se guardó bala alguna en la recámara a pesar del previsible cansancio de los futbolistas del PSG y el combinado galo apostó por la presión para tratar de cortocircuitar la salida de balón española y explotar su amenaza en las transiciones.

El inicio fue fulgurante, bajo la amenaza de Lamine Yamal y Nico Williams, pero también con un serio aviso francés tras el robo de balón a Merino de Dembélé, excelente en la conducción y el último pase para Mbappé, que se encontró con la salida de Unai Simón. Un disparo a la cruceta de Theo Hernández demostró que la pólvora de Francia necesita poca mecha para estallar, pero lo inesperado fue que el once galo arrebató el balón a España.

No encontraba La Roja su lugar en el partido, con Pedri poco involucrado en el inicio de la jugada fruto de una posición diferente de la que suele ocupar en el Barça. Era fundamental dar un paso al frente a través de la posesión, aliada natural de España, y lo demostró la jugada larga, con más de una veintena de pases, que derivó en el centro de Lamine Yamal al corazón del área, donde Oyarzabal tiró de oficio para retener la pelota y asistir a Nico Williams, inapelable en el zurdazo a la red.

Fue un golpe de efecto que desmontó el esperanzador comienzo francés. Pedri asumió la batuta y Merino ganó metros sobre el césped, tantos que el navarro volvió a celebrar en Stuttgart, como en los cuartos de la Eurocopa, con otra asistencia de Oyarzabal. Visto y no visto, 2-0 para un equipo que sigue tocado por la varita.

Francia reaccionó bien al doble mazazo, pero se topó con el acierto de Unai Simón, seguro ante cada intentona del poderoso ataque galo. Doué, por partida doble, y Dembélé se toparon con el acierto del guardameta del Athletic. Un partido igualado en cuanto a las sensaciones se pudo ir sentenciado al descanso si apenas unos centímetros no hubiesen anulado un golazo de Huijsen tras una maravillosa jugada ensayada y asistencia de cabeza de Zubimendi, por muy poco en fuera de juego.

Tras el respiro del descanso, el duelo afrontó la reanudación bajo el toque de corneta. En mitad del toma y daca, España volvió a ser mucho más contundente que su rival. Robó La Roja, corrió Nico Williams y Lamine Yamal hizo el resto forzando el penalti de Rabiot, que el prodigio azulgrana materializó como lo hace todo, como si fuera lo más sencillo del mundo.

La reina de Europa olió la sangre francesa y activó el modo exhibición. Pedri, como si de un truco circense se tratase, se alió con Nico, el amigo de todos, para maravillar al personal con un control y una definición de absoluta plasticidad. Francia, en la lona, se aferró a un penalti por agarrón de Porro a Mbappé para maquillar el revolcón a través del goleador madridista.

Sin embargo, el castigo galo no había concluido. Redondeó la manita el mejor jugador del mundo en la actualidad, un menor de edad que asombra cada día. Lamine Yamal sacó petróleo de un pase en largo con un excepcional remate de puntera y demostró con la diana que rubricó la manita que su chistera está repleta de recursos inesperados.

La final de la Liga de Naciones parecía en el bolsillo, pero a la vibrante noche le faltaba su dosis de emoción, la que pusieron el paso atrás de España y los tantos de Cherki, Vivian, en propia puerta, y Kolo Muani, ya en el descuento. Con susto incluido, la campeona de Europa sigue en estado de gracia.