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Zinedine Zidane, durante la sesión de este sábado en Valdebebas. Foto: Juan Medina (Reuters) | Vídeo: Atlas
Clásico

Zidane, ante la «oportunidad de cambiar la dinámica» en una situación límite

El marsellés, cuyo afán por mantener a todo el plantel comprometido priva al Real Madrid de un once tipo, precisa sacarse un as de la manga ante el Barça para evitar otra semana trágica

Óscar Bellot

Madrid

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Sábado, 29 de febrero 2020, 13:54

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Zinedine Zidane afronta por segunda vez en lo que va de temporada una situación límite. La primera, tras la derrota ante el Mallorca en Son Moix, la salvó con un triunfo sobre el Galatasaray en Estambul. A diferencia de aquellos convulsos días de octubre, ahora no amenaza el espectro de José Mourinho ni desde el club se desliza un relevo en el banquillo ante la eventualidad de que una derrota en el clásico convierta la Liga en un Tourmalet para los blancos, pero el fiasco europeo a manos del Manchester City ha golpeado a un técnico que sigue teniendo crédito por el trienio de 'orejonas' y la reflotación de una escuadra a la que ha devuelto la capacidad competitiva pese a las lesiones de piezas capitales, la carencia de un goleador consumado y la desconexión de Bale.

Contra esas adversidades ha peleado Zidane transformando a un conjunto que acudía con alborozo al intercambio de golpes en tiempos del voraz Cristiano Ronaldo en un bloque que ha hecho de la fortaleza defensiva parte esencial de su 'modus vivendi' pero que padece en ataque. «No estoy preocupado. Durante cuatro meses ganamos partidos. Lo mismo sin Eden. No se trata de eso. Lo más importante es tener nuestra solidez. Sabemos que podemos marcar goles», recalcó este sábado sobre una hoja de ruta que funcionó a lo largo de muchas semanas que convirtieron al Real Madrid en el equipo con la mejor retaguardia de las grandes ligas.

Primaba la solidaridad y el orden sobre las veleidades ofensivas del pasado, con la irrupción en el lateral zurdo de Mendy y el destierro de Marcelo en las citas de postín como ejemplo palmario de los nuevos tiempos. El '12', terrateniente de ese flanco durante más de una década, ha disputado 261 minutos menos que el ex del Olympique de Lyon en lo que va de campaña pero Zidane no olvida sus hazañas anteriores y le dosifica según la alcurnia de los rivales.

«Ya lo dije, que si perdíamos dos partidos me iban a criticar. Lo que voy a hacer es seguir peleando con mis jugadores, que son los mejores»

Mantener enchufado a todo el plantel fue una de las claves del éxito de su primera etapa, con el histórico doblete de la campaña 2016-2017 como gran exponente. Las rotaciones fueron determinantes en el amarraje de aquella Liga que encumbró a la denominada 'unidad B'. No en vano, la gestión de un vestuario cuyos códigos maneja a la perfección es el principal punto fuerte de quien fuera uno de los grandes mitos blancos como futbolista antes de convertirse también en leyenda como técnico.

Virtud o vicio

Por ambas facetas le venera una guardia de corps con la que tocó el cielo en Milán, Cardiff y Kiev. Ha devuelto el brío a estrellas como Isco, Modric o Kroos a la par que pulía un diamante como Valverde, daba clases particulares a Vinicius y presentaba en sociedad a Rodrygo.

Con dieciséis futbolistas por encima del millar de minutos y una flexibilidad táctica notable que le llevó a experimentar con el 3-4-3 en pretemporada mientras ya en campaña ha usado el 4-3-3, el 4-4-2 y hasta el 4-2-3-1 de la Supercopa de España, Zidane ha convertido sus alineaciones en un enigma continuo que tiene la virtud de despistar a los rivales pero que complica las rutinas al carecer de un once tipo. Las rotaciones masivas han dado puntos pero también han precipitado batacazos como el de Copa ante la Real Sociedad.

Indescifrable muchas veces para sus adversarios, lo es también para sus filas. Con la salvedad del insustituible Casemiro, el innegociable Benzema, el reivindicado Courtois y la dupla que conforman Varane y Sergio Ramos en el eje de la retaguardia, nadie está a salvo de sus sorpresas, como constató la extraña suplencia de Kroos ante el Manchester City, un envite que requería como pocos de la jerarquía del teutón.

«Siempre cuando hay un mal resultado se busca algo. No perdimos porque no estuviese Toni. Fue una opción del otro día, nada más, no hay que buscar otra cosa. Toni lo está haciendo muy bien y los demás también. Hay que elegir», dijo en la rueda de prensa previa a un clásico que el francés encara como «una gran oportunidad para cambiar la dinámica» y sin cavilar sobre lo que podría suceder en caso de derrota.

«No es mi filosofía pensar en qué va a pasar si perdemos. Yo soy positivo», subrayó el técnico, que afirmó que la pregunta sobre su continuidad si no se conquistan títulos habría que hacérsela «a otro», aunque reconoció que se trata de «un momento delicado» por la mala racha de su escuadra, especialmente en el Santiago Bernabéu, y reclamó «unidad» para enderezar el rumbo y comunión de la afición con el equipo. «Necesitamos a nuestra gente con nosotros del minuto 1 al 90. Puedo entender que nuestra gente esté tocada, molesta, pero les necesitamos. Vamos a darlo todo en el campo», aseguró un preparador que incidió en que «pase lo que pase» ante el Barça seguirán «peleando» porque «quedan doce partidos».

Ha empleado 34 onces distintos desde que comenzó la temporada y sólo repitió alineación en la recepción al Leganés tras la visita a Estambul y en la Supercopa de España. Comprensible su intransigencia con Bale dada la apatía del galés, extraña la repentina desaparición de Rodrygo cuando el paulista es el segundo máximo artillero de un equipo sin colmillo -«a veces va a estar fuera y a veces va a estar dentro porque hay 25 jugadores», atajó cuando se le interpeló por el cambio panorama para el ex del Santos- y la falta de continuidad de Jovic, esencial para la confianza de un delantero joven como el balcánico. «Tengo que elegir y ya está», cortó sobre las pocas oportunidades que han tenido este último y Mariano.

Son los misterios de Zidane, inescrutable para lo bueno y lo malo, sabedor de que su posición apareja un juicio permanente pero defensor a ultranza de sus tropas. «Perdimos dos partidos y el responsable soy yo. Ya lo dije, que si perdíamos dos partidos me iban a criticar. Lo que voy a hacer es seguir peleando con mis jugadores, que son los mejores».

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