Luces y sombras del Barça en Seúl

Y es que uno de los alicientes de la nueva temporada para el Barça es saber si será capaz de mantener el hambre. Flick dotó a su equipo de una voracidad capaz de ser sostenida durante 90 minutos, de llevarse por delante a los rivales y hasta de vislumbrar un futuro esplendoroso si sus jugadores no levantaban el pie del acelerador. Todo eso siempre está en riesgo a medida que caen los títulos y puede ser el gran enemigo de un equipo que este jueves tuvo motivos para creer que eso no le ocurrirá y motivos, también, para creer que ese hándicap puede aparecer.

Flick se ha encargado de que nadie baje la guardia. Se pudo ver en el encuentro en Japón y, sobre todo, en los primeros minutos del debut en Corea. El Barça salió con el once de gala, como si de una final se tratase, y se mantuvo al margen de todo el circo que se preparaba en la grada y a través de la megafonía. Y es que esos aspavientos no van con el nuevo Barça. Esa actitud, esa concentración, se pudo ver en un inicio que incluso sorprendió al Seoul FC, más acostumbrado a que estos bolos se conviertan en encuentros en los que reina un ambiente distendido.

No fue así esta vez. El Barça se lo tomó muy en serio en el arranque. Presionó en campo contrario, apretó para robar el balón muy arriba y demostró estar en un gran tono físico, pese a que todavía estamos en el mes de julio. El resultado fue un acoso y derribo que apenas duró un cuarto de hora. Lewandowski aprovechó una transición vertiginosa de Lamine Yamal para abrir el marcador y el nuevo 10 culé aumentó la brecha, acto seguido, con un zurdazo desde la frontal ante el que poco pudo hacer Kang, meta rival.

Fue el momento para que aparecieran las sombras. Flick siempre ha insistido en que jamás se debe bajar el pistón, pero esta vez ocurrió por varios motivos. La falta de ritmo, la endeblez del rival o lo poco que había en juego tuvieron bastante que ver y el Barça quiso ser más horizontal, jugar con la ventaja y dejar que corrieran los minutos. Ese plan no es el habitual y lo aprovechó el Seoul para castigar primero un error de Lamine Yamal en la salida para recortar distancias y después igualar con un zurdazo a la carrera de Al Arab. Ni siquiera el tanto de Lamine Yamal sobre la bocina sirvió para limpiar el borrón de una primera parte en la que Flick pasó de satisfecho a insatisfecho en cuestión de minutos.

Tras la reanudación, Flick repitió la fórmula del debut contra el Vissel Kobe. El técnico alemán cambió a los once jugadores de una tacada y preparó un nuevo banco de pruebas con jugadores que están en el alambre como Christensen o Héctor Fort y otros que necesitan aprovechar las oportunidades como Bardghji, Fermín o Gavi, futbolistas que deben dar un paso al frente. Los cambios supusieron un soplo de aire fresco. El Barça recuperó la intensidad en la presión y sometió a un Seoul FC que también modificó piezas y que no supo frenar el nuevo arreón azulgrana.

Se pudo ver a un Rashford muy participativo en la banda izquierda, a un doble pivote intenso con Casadó y Gavi y a un Christensen que no se resigna a su rol y firmó el cuarto tanto con un trallazo desde la frontal. Fue una segunda mitad en la que el Barça exhibió fondo de armario. Quizá sea ahí donde más han mejorado los culés gracias a los fichajes ,y gracias también al paso al frente que varios jugadores dieron el pasado año. Uno de ellos es Ferran Torres que ya fue fundamental el pasado año apareciendo desde el banquillo y como reemplazo de Lewandowski cuando el polaco estuvo de baja.

Fue 9 una vez y se marchó con un doblete al marcar el quinto y el séptimo en un desfile en el que Gavi realizó el sexto tanto con una estética media vuelta. El Barça mostró sus señas de identidad y fue brillante en ataque, pero dejó borrones. Concedió demasiado en la primera mitad y en los instantes finales, cuando llegó el tercero de los coreanos. Por ahí tratará de mejorar Flick a un equipo que todavía tiene hambre.