Baño y masaje de la Real Sociedad para acercarse a octavos

Acaban la jornada los hombres que comanda Imanol Alguacil en duodécima posición con 10 puntos, a solo una unidad de la barrera que franquea el acceso directo a octavos, tras avanzar cuatro puestos de una tacada al término de un encuentro plácido que eleva a cinco la racha de victorias consecutivas entre todas las competiciones que acumula la escuadra guipuzcoana desde que sucumbiera en el derbi frente al Athletic y sin encajar además ni un tanto. Una excelente dinámica que contribuye a acercar el primer objetivo de la temporada a un equipo que ha mejorado mucho su cara en las últimas semanas.

Llegaba la Real Sociedad a la cita en su mejor momento del curso, aunque lastrada por las ausencias de Zubimendi y Barrenetxea. Un peso pesado el primero y un valioso activo el segundo con los que no pudo contar Imanol Alguacil de cara a un duelo determinante a la hora de marcar la hoja de ruta de los donostiarras en las dos últimas jornadas de la liguilla.

Por ese motivo, el técnico de Orio conformó un bloque bastante reconocible, aunque retocado especialmente en el centro del campo. Apostó por Urko como pivote, con Brais Méndez y Olasagasti ejerciendo de volantes. En ataque, Kubo y Becker flanquearon a Oyarzabal, que se convirtió en el futbolista de la Real Sociedad con más apariciones en competiciones europeas (34), superando la marca que estableciese Bixio Górriz.

Tuvo ocasión de festejar ese hito el capitán de la Real Sociedad adelantando pronto a su equipo. Derribado el eibarrés en el área, lanzó blando el penalti, pero aprovechó el rechace del veterano Bushchan para redimirse. Supuso la diana un duro revés para el Dinamo de Kiev, que saltó a Anoeta prácticamente desahuciado al no haber sacado ni un solo punto en las cinco jornadas anteriores y vio cómo la Real Sociedad elevaba el castigo con mucha crudeza. Golpeó enseguida Becker a pase de Kubo y con la colaboración involuntaria de Bilovar, y aumentó aún más la pena Oyarzabal fusilando con la diestra tras servicio de Olasagasti.

Condicionado por las dantescas condiciones en las que se ve obligado a competir -el pasado domingo, sin ir más lejos, se vio sacudido por una amenaza de ataque aéreo cuando disputaba un partido de la liga ucraniana, que lidera con solvencia-, el Dinamo de Kiev no daba abasto y la única incógnita que encerraba el pleito a esas alturas residía en la magnitud del zarandeo.

Una cuestión para nada menor en una competición en la que la diferencia de goles puede acabar siendo decisiva. No hay espacio para la piedad en una justa de semejante naturaleza, por más que la empatía con una escuadra azotada por la guerra invite a solidarizarse con los eslavos. Tuvo en cuenta sin embargo Imanol Alguacil la necesidad de repartir esfuerzos en medio de un calendario tan saturado, lo que, unido a la holgada renta de la que disfrutaban los locales y el afán por reivindicarse de los visitantes, contribuyó a una segunda parte más nivelada que no alteró en cualquier caso un desenlace afable para la Real Sociedad e inmisericorde para el Dinamo de Kiev.