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Un año y medio lleva la imagen presidiendo estas ruinas de la Axarquía convertidas en un altar improvisado. Hay un ramo de flores seco, estampitas ... de la Virgen arrugadas por el suelo y papeles en los que se intuye que alguien escribió algo. El Cristo del Amor de Julio Anaya, la acción inédita impulsada por la Cofradía del Amor para celebrar su centenario, pasó de ser una intervención en un lugar secreto a contar con su propia etiqueta en Google Maps con la descripción: «Destino religioso». En este tiempo han aparecido nuevos grafitis a su alrededor, pero siempre se había respetado al Crucificado. Hasta ahora. El Cristo del Amor amaneció vandalizado en Navidad (ese día se difundió en redes), con el rostro pintado por completo y una esvástica sobre el cuerpo. La reacción de Julio Anaya ha sido inmediata. «Si hay gente que quiere destruir la intervención, mientras que yo pueda la reconstruiré de nuevo».
No está dispuesto a que esto quede así. Como artista urbano que durante años ha recreado sobre muros derruidos la obra de los grandes maestros, Anaya es consciente de que su arte es fugaz y que el desgaste forma parte de su belleza. «Yo también estoy vandalizando de algún modo pintando en espacios públicos. Sé a lo que juego, entiendo el carácter efímero de mi obra, es lo que valoro y lo que tiene sentido en mis intervenciones artísticas». Pero este caso es diferente.
Con esta pintura sucedió algo sorprendente. Si su trabajo consiste en «desacralizar» cuadros clásicos de la Historia del Arte quitándoles la protección de los museos, pintándolos al aire libre o sobre trozos de cartón de la basura, aquí ocurrió todo lo contrario. Julio Anaya 'extrajo' una obra religiosa de su casa, su templo, y se revirtió el efecto: en este caso, «la imagen sacralizó un sitio que estaba abandonado». Ese lugar de la Axarquía, al que se accede por un camino de tierra entre olivos, es hoy un lugar de peregrinaje. «Es increíble, a mí me explotaba la cabeza. Ha sido la gente la que ha completado la pieza viniendo aquí y tomándola como una referencia. Es bonito».
Esto último lo decía Julio Anaya delante del Cristo hace unos días, cuando volvimos con él a esas ruinas para un reportaje que tenía previsto publicarse en estas fechas y que ya no saldrá como estaba previsto. Ese día, el malagueño observaba la pieza con detenimiento. La veía deteriorada, con algún desconchón nuevo y los colores más apagados. «Es inevitable pero choca ver esta imagen así, con lo bien que las cuidan en las iglesias (...) Es extraño porque este tipo de esculturas son eternas por el cuidado y el esfuerzo que hacemos y verse desprovisto de ese cuidado y protección también me parece bello», reflexionaba.
En ese momento no se planteaba restaurarla, bromeaba diciendo que quizás lo hiciera en un par de año, sin que nadie lo supiera. Pero el mensaje que recibió durante la comida de Navidad del hermano mayor del Amor, Álvaro Guardiola, lo ha acelerado todo. Siempre se despide de sus piezas urbanas cuando las termina y las fotografía. «Pero esta ha sido tan especial y tan bonito el acogimiento que ha tenido en esta comunidad que me molesta, incluso más por ellos que por mí». Además, le indigna el símbolo y la fecha elegidas, porque entendería cualquier otro garabato o pintada. Es la calle. Pero esto no. «Está hecho a maldad».
Desde la cofradía confirman que el goteo de personas al lugar es constante. «Incluso hay hermanos que han hecho allí las fotos de Primera Comunión de sus hijos», comenta Guardiola. Pero también de lo negativo se puede hacer una lectura positiva: «Algo estará diciendo el Cristo del Amor desde ahí cuando hay gente que quiere destrozarlo, algo les estará confrontando y tocando en su fuero interno», resume.
Anaya buscará ahora hueco en su agenda internacional para devolver la imagen a su estado original. Tiempo no le sobra. Hasta hace unos días su obra estaba en una colectiva en Tokio dedicada a 'Godzilla', de la mano de Nanzuka Underground. Ha participado con una recreación del monstruo en cartones y, por primera vez, con un lienzo a su manera. Julio Anaya pintó un paisaje clásico sobre un soporte convencional para después destrozarlo a golpes con una machota. «Es como rescatar una pieza de un museo que ha sido arrasado por Godzilla en la ciudad de Tokio», argumenta.
No se quedará en algo puntual. «Quiero seguir haciendo esas piezas pero a mayor escala», avanza. De hecho, ha enviado a Japón un par más de este estilo para una exposición itinerante que se acaba de inaugurar. Y el año que viene ya se sabe que su obra estará en ARCO, Art Basel Hong Kong, Art Basel Bruselas y en la Fundación Casa Natal de Picasso en Málaga, donde 'deconstruirá' su versión del 'Guernica' en cartones para adaptarlo a las estrechas dimensiones del espacio.
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