La nueva miniserie de HBO sobre el desastre nuclear está considerada una de las grandes series del año con sólo tres episodios emitidos.
Pocas veces ... se ha visto tanta coincidencia en tan poco tiempo, una unanimidad que ya quisiera la última temporada de 'Juego de Tronos'; casi al mismo tiempo en el que la gigantesca historia de George R.R. Martin llegaba a su fin, la misma productora, HBO, esta vez en colaboración con la británica Sky, estrenaba casi de tapadillo la que en sólo tres episodios y a mitad de 2018 ya está calificada como una de las mejores series más importantes del año. Todavía quedan por verse otros dos capítulos (que se emitirán los próximos martes) pero esta producción acaba de alcanzar el top de las valoraciones del portal IMDB y la crítica internacional se ha postrado a sus pies. Nada de esto ha estado motivado por el 'hype' del momento: es que la serie es buenísima.
El terror es real
Lo primero que puede decirse de 'Chernobyl' es que, sin ser exactamente un producto de género, da mucho miedo verla. Esa sensación se genera gracias a que aquí el terror es real. El horror de la peor catástrofe nuclear de la historia va sucediendo de manera invisible mientras que una sonrisa heladora repite que no puede pasar nada malo, que es imposible que el reactor explote, que la tecnología japonesa y la potencia soviética no pueden fallar. Sin embargo, todos notan en su boca el sabor metálico de la radiación cuyas consecuencias serán fatales, con mayor o menor lentitud. En esta serie el apocalipsis se convierte en algo posible. La sensación de terror se traduce en la imagen fantasmagórica de las máscaras y de los trajes de protección. El sonido de la radioactividad se hace cada vez más fuerte. La central nuclear se convierte en un monstruo que escupe fuego y su influjo es mortal para todo el que se encuentre a muchos kilómetros de distancia. Como si fuera un 'blockbuster' de superhéroes, la vida de millones de personas está en peligro, sólo que aquí la crisis está gestionada por la tremenda estructura política de la URSS de los años ochenta, con Gorbachov a la cabeza, y lo único que puede salvar a la humanidad es la ciencia. Los que han provocado el desastre son los únicos que pueden salvarnos.
De fondo está la Guerra Fría, las maniobras políticas para tapar la noticia a los medios de comunicación. La humanidad y la política se mezclan por ejemplo en el sacrificio que tienen que hacer algunas personas para salvar a ciudades enteras. En el capítulo 3, que es en el que de manera más explícita se aprecian las consecuencias del sometimiento a altos niveles de radiación, hay una historia de amor irracional y emocionante. Hay algún pequeño trazo de humor, pero en general a lo que te conduce esta miniserie es a la dramatización de una de las mayores pesadillas de la historia: la mayor catástrofe producida por la mano del hombre. Se trata de una explosión cuyas consecuencias durarán más de 24.000 millones de años: puede que la radiación de Chernobyl sea más duradera que la propia humanidad.
Una producción sobresaliente
Ojo también a la excelente puesta en escena: la ambientación, la fotografía, la música y hasta los peinados de los personajes. 'Chernobyl' se encontraba en Prípiat (actualmente en Ucrania) que es ahora una ciudad fantasma. La serie se rodó en Lituania y todos los actores hablan en inglés, algo que aumenta las posibilidades de éxito internacional. Entre el elenco, destacan Emily Watson, Stellan Skarsgård o Jared Harris perfectamente caracterizados como auténticos soviéticos. También resulta sorprendente que un tipo como Craig Mazin, guionista de series americanas de la onda de 'Scary Movie' o 'Resacón en Las Vegas', sea el autor de esta maravilla que ha sido dirigida por completo por Johan Renck, quien a su vez tiene experiencia en la dirección de varias series y que además ha sido responsable de la realización de los últimos videoclips de Bowie. 'Chernobyl', que no se alargará más allá de los cinco episodios, va a marcar un punto de inflexión en la manera de narrar las catástrofes. Es una serie asombrosa.
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