Spotify cumple 10 años y ahora te conoce mejor que tu madre

El 7 de octubre de 2018, creado por el informático sueco Daniel Ek y concebido para escuchar música con el ordenador, Spotify se estrenó en los países escandinavos, Francia, Reino Unido y en España con la única posibilidad de acceder de forma gratuita y solo mediante invitación. Por primera vez, cualquier que tuviera una conexión a internet tenía acceso ilimitado a millones de canciones sin necesidad de descargarse nada, solo a cambio de escuchar anuncios entre las canciones.

Mientras no paraba de celebrar su expansión en el resto del mundo (hoy está disponible en 65 países), lanzó la app para teléfonos móviles y ofreció la opción Unlimited y Premium: sin publicidad y con posibilidad de descarga para escuchar música sin conexión a menos de 10 euros. No había que ser un melómano para que aquello resultara rentable: por menos de lo que costaba un CD, uno tenía derecho a escuchar música durante todo un mes. En 2011 llegó a EEUU y tardó poco en desbancar a iTunes al igual que viene haciendo con sus competidores. Hoy, seguido de lejos por Tidal, la plataforma cuenta con 83 millones de suscriptores y 180 millones de usuarios en todo el mundo. Pero no todo puede ser bueno; como es lógico, Spotify también tiene algunas voces que claman en su contra.

Spotify ha sentenciado el CD, la primera víctima del declive de los formatos físicos en beneficio de este 'streaming' que ha acabado con la piratería y con las tiendas, salvo un aumento del vinilo casi residual. Ha cercenado al LP y ahora escuchamos más canciones, más 'playlists' y menos discos enteros.

La calidad del sonido es algo peor respecto al formato físico: la mayoría de los usuarios Premium no marcan la opción de reproducción en alta calidad y los gratuitos ni siquiera tienen esa posibilidad. Tampoco parece importar demasiado, porque los sistemas de reproducción domésticos y los oídos poco afilados apenas pueden distinguir la diferencia entre 180 y 320kbps. Hay quien repite la certeza de que «no todo está en Spotify», y es cierto, pero son más de 35 millones de canciones (4 millones de canciones de su catálogo jamás han sido reproducidas por nadie). Es raro que los artistas se nieguen a estar en la plataforma.

Quizá para el amante de la música clásica o el 'underground' no sea una plataforma perfecta, pero lo cierto es que hasta a los artistas más independientes les compensa estar en Spotify: al fin y al cabo, el negocio de la música está más en los conciertos y en el marketing y menos en la venta de música. Los músicos repiten como un mantra que reciben cantidades ridículas por tener su música en la plataforma. Los artistas perciben en torno a 1 euro por cada disco vendido, y se sospecha que para obtener esa misma cantidad en la plataforma habría que tener cientos, quizás miles de reproducciones. Daniel Ek se defiende con los miles de millones de euros que pagan a las discográficas: mientras que para un independiente supone en la práctica regalar su música, Taylor Swift puede llegar a generar 10 millones de euros al año. Hasta los músicos más maniáticos han terminado cediendo.

Hoy, diez años después de su lanzamiento, Spotify ha perfeccionado algoritmos que hacen que te conozca mejor que una madre, ha avanzado su complicidad con las redes sociales y ha revolucionado la manera que tenemos de escuchar música. Los discos están metidos en cajas. La unión entre música y tecnología ha hecho posible esta utopía para el usuario.