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Silvia Grijalba: «Gunilla von Bismarck se hace la tonta, pero es una tía cultísima»
La escritora y directora del Instituto Cervantes de Albuquerque reivindica el mito del Torremolinos dorado en 'Aquellas noches eternas' y asegura que para ser de la Costa del Sol solo hay que querer
Lleva un largo tiempo de 'exilio' y, por eso, esta vuelta tiene un sabor especial. Por supuesto, el sabor de las tortas de aceite de ... Torremolinos a las que no se puede resistir y el del reencuentro con los amigos de infancia y juventud. Aunque esta vez hay algo más. Silvia Grijalba (Madrid, 1967) también ha regresado con una novela que hace justicia con su pasado malagueño, 'Aquellas noches eternas', en el que retrata la época dorada de la Costa del Sol de los 60, un paraíso playero y festivo, pero también libertario, no solo en la España de la dictadura, sino también en el «resto del mundo». La periodista, escritora y directora del Instituto Cervantes de Albuquerque (Nuevo México, EE UU) habla en esta entrevista de esta novela tan personal, en la que también reivindica a través de su protagonista Maite a las «revolucionarias» Ira de Fürstenberg y Menchu Escobar, y que para ser de Torremolinos solo hay que querer. Además, reclama el esperpento de la denostada españolada de Ozores y desdramatiza el miedo a Trump y la reacción «orgullosa» de los hispanohablantes en EE UU. Un país que pronto cambiará por Alemania, su nuevo destino en el Instituto Cervantes. «Voy a estar a solo dos horas», confiesa con alivio.
-¿Por qué este viaje al Torremolinos de los 60?
-Tiene mucho que ver con mi infancia. Me crié en Torremolinos y era una época que tenía que novelar, pero durante mucho tiempo pensé que era difícil pillarle el tono. La chispa fue algo que decía mi madre, que me contaba que no podía usar pantalones ni fumar en Logroño y Madrid, pero aquí sí. Así que he relatado la historia desde el punto de vista de una mujer que viene de provincias y que se queda deslumbrada por lo que ocurre en la Costa, en Torremolinos y en Marbella. Y termina consiguiendo un sueño que ni siquiera había llegado a pensar.
-Más que de usted, la novela habla de la generación anterior, la de los 60.
-Sí, yo viví los 80. Es la de mis padres, que tenían bastante mitificado los 60. Desde pequeña, siempre he sido muy observadora y ya en los 70 me quedé con el ambiente o la piscina del Hotel Pez Espada. Lo que he hecho ha sido tirar de documentación, he visto el Nodo y he recurrido a las noticias de 'ABC', 'Hola' y SUR.
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-Los escenarios son fundamentales en la novela y lo primero que asoma de Torremolinos es esa fantasía del Bazar Aladino que ya marca la fascinación de la novela.
-Es un emblema de ese estilo del relax y de aquella arquitectura. Además, yo vivía en frente del Bazar Aladino, en El Churumbel, que es el lugar en el que también reside la prima de la protagonista de la novela. Esa era mi casa en Montemar. En aquella época, el bazar era además una tienda de juguetes, así que para una niña como yo era como una especie de paraíso. Al lado estaba el hotel Miami, que todavía se puede ver. Los que somos de aquí no nos damos cuenta de la maravilla que hemos vivido. Pero cuando estás fuera y vuelves, eres consciente de la locura que era Torremolinos.
«Los que somos de aquí no nos damos cuenta de la maravilla que hemos vivido»
«Lo que ocurría en la Costa del Sol no pasaba en España, pero tampoco en el resto del mundo»
-No solo hablamos de sitios, también de personajes. Por la novela transitan Sinatra, Brian Epstein, Perón, Lennon, Raphael, Ava Gardner, Liz Taylor, Ira de Fürstenberg, Hohenlohe. ¡Vaya casting¡
-Quería hacer una especie de cameos porque me parecía importante hablar de la mezcla de gente. Así, Brian Epstein conoce a Rafael en una actuación del Pez Espada, lo que ocurrió de verdad y después el cantante actuó en el Madison Square Garden gracias a los manejos del británico. La novela empieza en el 63, porque es el año que John Lennon llega a Torremolinos con Epstein y sentados en Pedro's y El Mañana ven pasar a los chicos y los puntúan a ver cuál era más guapo. Lo que he hecho ha sido mezclar personajes reales con los ficticios.
El libro y la presentación

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Título: 'Aquellas noches eternas'
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Autora: Silvia Grijalba
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Editorial: Ediciones B, novela, 400 páginas, 21,75 euros
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Presentación: Lunes 2 de junio, a las 19,30 horas, en Trocadero de Estepona, y miércoles 4 de junio, a las 18,30 horas, en el MUCAC La Coracha de Málaga, organizado por la Fundación Pérez Estrada.
-¿Y con cuál de esos personajes se queda?
-Pues quizá con Ira de Fürstenberg. Me parece que es una mujer muy relevante, como Gunilla von Bismarck, porque fueron revolucionarias, pese a pertenecer a una clase social privilegiada. No todas las mujeres de los 60 de Torremolinos o de Marbella pudieron tener sus facilidades, pero también se podían haber quedado en casa con sus maridos y sin haber hecho nada más. Pero Fürstenberg fue muy relevante en la creación del Marbella Club y me parecía importante hablar de esas mujeres que aparentemente eran todo frivolidad, pero que en el fondo eran mujeres de negocios, aunque lo disimularan. Me parecía muy interesante resaltar ese tipo de personalidad. Gunilla estudió en la Sorbona y, aunque se hace un poco la tonta, es una tía cultísima.
-La protagonista, Maite, que llega a Torremolinos embarazada y sola, tiene también ese espíritu.
-Sí, es un poco un compendio. Yo quería hablar de todas ellas y después también, por ejemplo, de Menchu (Escobar), que es menos conocida, pero tenía un bar mítico en Puerto Banús. Maite está muy inspirada en ella y lo que quería contar no era solo que lo que ocurría en la Costa del Sol no ocurría en España, sino también en el resto del mundo. Cuando vienen Einstein y Lennon, que vivían en Londres, ven cosas que no pasaban ni en Gran Bretaña ni Nueva York ni París. Y Maite es una mezcla de todas esas mujeres a las que ahora llaman emprendedoras.
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-¿Cuál es su geografía sentimental de la Costa?
-Pues las tortas de Torremolinos que me vuelven loca. Cuando vengo me como como 20 diarias y engordo no sé cuántos kilos. Por eso, en la novela hay un personaje que es la hija de los dueños de las tortas de Torremolinos, que es una niña guapa y moderna que conoce al dueño del Club Anabel's -Londres- y termina siendo una modelo internacional. O sea, la gente de Torremolinos se termina mezclando con los extranjeros, igual que los foráneos se mezclan con la gente de aquí. Quería contar el fenómeno de la sueca y de esas chicas que terminaron en Torremolinos o Marbella casándose con gente de aquí y viceversa. Esa permeabilidad era única y, al final, todos eran de Torremolinos.
«El landismo y la españolada hicieron muchísimo por el cine y por la historia cultural de España. Era una especie de esperpento, pero a mí me parece un cine divertidísimo»
-Hablando de suecas, hace unos días falleció Mariano Ozores que tuvo mucho que ver el mito de la Costa y Torremolinos, aunque se le arrinconara en la españolada. ¿Reivindica aquel cine?
-Sin duda, pero no porque ahora esté de moda. El landismo y la españolada hicieron muchísimo por el cine y por la historia cultural de España. Era una especie de esperpento sobre un señor de provincias que venía aquí, descubría un mundo nuevo y volvía transformado a su pueblo. Pero a mí me parece un cine divertidísimo, como aquella película de Gracita Morales y Alfredo Landa, que son espías y no me acuerdo…
-'Objetivo Bikini'.
-Por favor, 'Objetivo Bikini', una maravilla. Aunque fuera un esperpento, España es un sitio donde se ha escrito mucho esperpento y me parece que hay que reivindicar a Ozores. Por cierto, que acabo de firmar los derechos para cine o serie de la novela. Así que estoy contentísima.
-Su protagonista, Maite, viene aquí huyendo. ¿Entonces había conciencia de la libertad que representaba Torremolinos en España?
–En la novela no viene buscando eso, sino a su prima y, sin hacer spoiler, descubre cosas de ella que desconocía. No había conciencia de esa libertad. Y funcionó porque la gente no fue consciente de lo que estaba creando. No dijeron 'vamos a hacer un sitio donde haya mucha libertad y todos vistamos de forma rara', sino que se fue juntando gente y se creó ese ambiente tan especial de Torremolinos. Y después, con un poco más de glamour y elegancia silenciosa se crea en Marbella. Fue un proceso muy orgánico y surgió de forma natural; si te pones a diseñarlo, no sale.
«Fue un proceso muy orgánico y surgió de forma natural; si te pones a diseñarlo, no sale»
-¿Y no lo hemos idealizado demasiado?
-Seguro que sí, pero es que hay que mitificar cosas en la vida, sino ¡qué aburrimiento! Lo tenemos idealizado, pero igual que la California de los 60 o el Montmartre de París. En España tenemos que idealizar más fenómenos nuestros, en lugar de tender a criticarlos. Estoy a favor de la mitificación.
-La novela también refleja la tensión que ya había entonces con Málaga ya que Torremolinos era un barrio de la capital.
-Mi padre fue uno de los que se metió en el Partido Independentista de Torremolinos, que ahora suena a risa, pero que reivindicaba que fuera un pueblo porque había crecido muchísimo. Y lo que se quejaba la gente lo reflejo también en la novela como esos baches que no se arreglaban porque era un barrio y no le prestaban atención. Me acuerdo la alegría general cuando Torremolinos se hizo pueblo, que parecía aquello como si nos hubiéramos independizado de no sé de dónde.
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-¿Y qué opina del pueblo actual?
-La novela también habla de lo que ocurrió con la especulación inmobiliaria y de ese debate entre el turismo elitista de los chalés de Montemar o el masivo para todo el mundo. No voy a defender el elitista, pero parte del declive de Torremolinos tuvo que ver con esa cosa brutal de construir tantísimo, lo cual no era necesario. También creo que han hecho una cosa buena al reivindicar el carácter LGTBI, que ya lo tenía en los 60 y 70 con la redada en el pasaje Begoña. Es una forma de promocionar un turismo especial y, de pronto, vuelven a haber tiendas muy bonitas de decoración. Creo que han conseguido que vuelva a renacer un Torremolinos que se parece al de aquella época, pero con iniciativas nuevas ya que no podemos estar todo el día reproduciendo el pasado. Está bien que vaya evolucionando.
«La gente está orgullosa de ser bilingüe e, incluso, algunas políticas en contra del español están haciendo que la población lo reivindique más»
-¿Cómo se ve Europa desde EE UU en este momento?
-Desde allí dentro no se ve tan mal. En el Instituto Cervantes potenciamos el español y es un buen momento para nuestro idioma ya que cultura, la música y el cine latino está teniendo muchísimo éxito en Estados Unidos. Dejando a un lado la política, el complejo por ser bilingüe y hablar español se está pasando. De manera natural, la gente está orgullosa de ser bilingüe e, incluso, algunas políticas en contra del español están haciendo que la población lo reivindique más.
-¿El 'America First' y la vuelta al hombre blanco y anglosajón no afecta entonces?
-El español lo está sufriendo y hay determinadas políticas que afectan, como la eliminación del español de la página web de la Casa Blanca. Pero tengo que decir que la mayoría de los alumnos que tenemos en el Instituto Cervantes de Albuquerque son hombres blancos de mediana edad. Lo que veo es una reacción a la represión contra el español y la gente está reaccionando de manera natural.
-¿Y cómo se vive el 'trumpismo' a pie de calle?
-De momento, no está ocurriendo nada concreto, por lo que la gente está con cierta incertidumbre. Cuando me preguntan, por ejemplo, por las fronteras, pues claro, en El Paso la gente se pregunta qué va a pasar. Por eso pienso que la palabra clave sería incertidumbre.
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