Recobrar la vida
CRUCE DE VÍAS ·
Quizás este virus que nos obliga a vivir encerrados en casa nos permita recuperar la vida que habíamos dejado atrásMe llama por teléfono Rosa desde su casa solitaria rodeada de árboles que le han ido regalando a lo largo de la vida. Cada árbol ... crece a su lado con el nombre de quien le hizo el obsequio, como si las personas se reencarnaran en la vida vegetal. Ahora yo no puedo viajar a verla ni ella tampoco venir aquí. Las visitas quedan aplazadas. La voz se encarga de cruzar la distancia por muy grande que sea y colarse en las casas. Me cuenta que esta mañana se ha levantado dispuesta a ordenar el pasado. Los libros, los artículos de prensa, las entrevistas, las fotos. Aquí estoy en una cena con Juan Benet, Carlos Barral y Manolo Vázquez Montalbán hace más de cuarenta años, dice. La imagino mirando la foto y reviviendo ese momento concreto. Lo bueno de la memoria es que no conoce límites, ni siquiera la frontera de la muerte. Un par de familiares están dispuestos a ayudarla. Uno de ellos trabaja en Alemania como archivador y el próximo año se jubila, o sea que dispondrá de tiempo para liberar recuerdos, recuperarlos, ponerles fecha y que vuelvan a cobrar vida. A menudo olvidamos aquello que no tenemos al alcance de la vista. Le digo a Rosa que precisamente esta mañana había pensado en llamarla y ella se ha adelantado. Y lo más curioso es que hoy, yo también estoy haciendo limpieza. Como si el hecho de vivir encerrados nos impulsara a abrir las puertas del mundo más íntimo y particular.
Rescatar los recuerdos es una de las consecuencias de no salir de casa y disponer de tiempo. Miro los álbumes de fotos y veo a mis padres más jóvenes que yo. Paso las hojas. Los dos en lugares distintos antes de conocerse; el día que se casaron; el viaje de novios; aquí celebrando una comida familiar; con los amigos en la playa, en la cima de una montaña; mis hermanas mayores de pequeñas, yo entonces aún no había nacido; los cinco posando delante del balcón de casa, el piso bajo de calle Muntaner. Las fotos de mis padres ordenadas en los álbumes mientras las mías están amontonadas en cajas que apenas abro nunca. No recuerdo cuál fue la última vez que llevé los carretes a revelar. Desde entonces, las fotografías permanecen almacenadas en la memoria digital, casi olvidadas, igual que pasa con las cajas de madera. Quizás este virus que nos obliga a vivir encerrados en casa las 24 horas del día nos permita recuperar la vida que habíamos dejado atrás. Cuántas novelas abandonadas por el camino, cuántos personajes. Rosa lo sabe. Por eso quiere despertar del sueño a los protagonistas de su memoria, despabilarlos y volver a pasear juntos por las calles. Los personajes de la ficción son los únicos que tienen absoluta libertad para salir de casa.
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