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Jorge Drexler. Lucía Marcano
Jorge Drexler: «Mis raíces están en el aire, hace años que viajan conmigo»

Jorge Drexler: «Mis raíces están en el aire, hace años que viajan conmigo»

La granizada ·

Tiene un Oscar en la estantería, pero se siente más cómodo en las «carreteras comarcales» de la música, esas por las que transita su último disco, ‘Salvavidas de hielo’, un ejercicio de «deconstrucción» de la guitarra

guillermo elejabeitia

Miércoles, 2 de agosto 2017, 00:57

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Cambió el fonendoscopio por la guitarra para convertirse en un erudito trovador global que canta cosas como «yo soy un moro judío que vive con los cristianos, no se qué Dios es el mío, ni cuáles son mis hermanos»...

¿Tanto le motiva el desarraigo?

– No sé si me atrae, pero es mi sino. Mi abuelo nació en Polonia y vivió en Alemania, mi padre nació en Berlín y se crió en Uruguay, yo nací en Montevideo y estoy viviendo en España, mi hijo nació en Madrid, vive en Inglaterra. Llevo por lo menos cuatro generaciones de emigrantes, así que, me guste o no, es lo que me ha tocado vivir.

Con ese bagaje, ¿adónde va uno cuando quiere reencontrarse con sus raíces?

– A la Rambla de Montevideo, que es un lugar muy mío. Pero tengo las raíces en el aire, hace ya varios años que viajan conmigo.

Su música es mestiza por definición, ¿es pureza la palabra más impura?

– Es la más inexacta. Las cosas sólo son puras cuando se miran desde lejos. La realidad es infinitamente densa; cuánto más nos acercamos a ella, más compleja es.

«Nada se pierde, todo se transforma», decía en una canción... ¿En qué cree que se va a transformar Cataluña?

– No lo sé, pero, sinceramente, creo que la época no está para nacionalismos. Los problemas más graves del mundo se tienen que solucionar a nivel global.

¿En qué rincón de La Rioja pensaba cuando escribió aquel tema?

– Pensaba en La Rioja como tierra del vino, en Briones o alguna de las bodegas de esa zona. Me gusta mucho el vino tinto.

¿Se ve como un gran reserva o sigue sintiéndose un vino joven?

– Creo que soy un multivarietal.

Dice que no tiene un ‘hit’, ¿le hubiera gustado escribir ‘Despacito’?

– Soy el coautor de la versión en español de ‘Waka Waka’, así que, de alguna manera, sí he tenido un ‘hit’, pero fíjese si tenía interés en que se conociera que nunca lo he contado. Sinceramente, me gusta la trayectoria de carreteras comarcales que he ido llevando. Prefiero tener a 500 personas en un concierto por las razones adecuadas, que a 50.000.

Lo que sí tiene es un señor Oscar, ¿se lo lleva de vacaciones?

– No, se queda en Madrid.

¿Lo presenta a las visitas?

– No está expuesto, aunque tampoco escondido. Quien lo quiere buscar lo encuentra o se hace una foto con él, pero no soy partidario de idolatrarlo. Los premios son muy buenos, pero tienen un lugar secundario en lo que hago.

¿Todavía le guarda rencor a Banderas por aquella versión de ‘Al otro lado del río’ que realizó en la entrega de premios?

– Nunca le guardé rencor a Banderas, se portó muy bien conmigo, me invitó a su casa el día antes y me hizo una paella. A la Academia tampoco, pues votó una canción en español por primera vez en la historia. Con quien me enfadé fue con la productora del programa, que entonces tenía unos criterios latinos que afortunadamente han cambiado, pero ya ni siquiera le guardo rencor.

Su anterior disco, ‘Bailar en la cueva’, estaba hecho «desde los pies». ¿Desde qué parte del cuerpo ha compuesto el último?

– Desde la guitarra, que a estas alturas es un apéndice de mi cuerpo.

Tengo entendido que es un ejercicio de deconstrucción del instrumento, ¿se ve como un Ferran Adrià de la milonga?

– ¡A todos nos gustaría ser el Adrià de nuestra profesión! Me gusta la deconstrucción y aprecio su capacidad para el pensamiento lateral, para cambiar el uso que se hace de las cosas, como emplear la guitarra como instrumento de percusión, por ejemplo.

Su gira española arranca en otoño y coincidirá con la de su mujer, Leonor Watling, ¿quedarán en la carretera?

– Intentamos acompasar las giras, como intentaría cualquier pareja coordinar sus trabajos. Y sí, nos hemos encontrado en alguna gasolinera más de una vez.

Uruguay acaba de legalizar la marihuana. Para el dolor de corazón, ¿es mejor un porro o una canción?

– Yo participé en la campaña para la regularización. Me parece que es un movimiento valiente y realista, y estoy orgulloso de mi país. Pero para los dolores del alma me parece mejor el alcohol que la marihuana, que lo hace a uno más consciente del problema. El alcohol es más indulgente.

Doctor Drexler, ¿no cree que en el fondo sigue dedicándose a la medicina?

– Siempre lo había negado, pero últimamente estoy aceptando que me ha quedado el impulso de entender la interacción humana como un acto terapéutico. Si las canciones me sirven para curarme yo, ¿por qué no van a servir para curar a los demás?

Mi verano favorito: «1982, en el que me olvidé por un tiempo de la dictadura»

«El verano de 1982 fue para mí el último de la adolescencia. Uno de esos veranos eternos en la playa atlántica de La Paloma. Parecía que aquel mundo no iba a tener fin y, tan metido estaba en los placeres de esa vida, que me olvidé por un par de meses de la dictadura que todavía sufría Uruguay. Fue una época muy experimental en muchos aspectos. También tengo un recuerdo muy vivo del Carnaval del 85 en Salvador de Bahía. Brasil fue para mí el descubrimiento de la alegría, del cuerpo, de la música, de la canción popular. A partir de ahí me marcó muchísimo la música popular brasileira. Después he podido trabajar con Caetano Veloso... La vida ha sido muy generosa conmigo».

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