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El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, asistirá este viernes a la inauguración del Festival de Málaga, pero antes aprovechará la visita a la ciudad para acudir a dos lugares con un perfil muy diferente. Primero visitará las obras de la Biblioteca Pública del Estado, en el antiguo Convento de San Agustín, el gran proyecto cultural del Gobierno central en Málaga que no termina de ver la luz. Pero la parada más sorprendente de su agenda vendrá justo después: Urtasun acudirá a La Invisible, casa ocupada por un colectivo social y cultural, sobre la que pesa una amenaza constante de desalojo por parte del Ayuntamiento, avalada además por una sentencia judicial.
Urtasun toma así partido, de forma directa y visible, en el conflicto abierto desde hace años entre el Consistorio -propietario del edificio- y la Fundación de los Comunes, la entidad que representa a la Invisible y que la ha convertido en un punto de encuentro y participación ciudadana durante los últimos 18 años. No hay diálogo entre las partes desde hace más de dos años, cuando se produjo el último intento de acercamiento, y en estos momentos está en marcha el proceso para la rehabilitación municipal del edificio, al margen del colectivo ciudadano que la habita, con el objetivo de dedicarlo a un centro cultural, pero sin un destinatario claro.
Es la primera vez que un ministro de Cultura visita la Invisible y lo hará, precisamente, en un momento muy simbólico para la Casa. Fue hace ahora 18 años, precisamente durante un Festival de Málaga, cuando un grupo de personas accedió al edificio abandonado de la calle Nosquera en un «acto de desobediencia civil» –como lo definen– para celebrar un Festival de Cultura Libre. Era el 10 de marzo de 2007. Se trataba de dar un espacio a «los invisibles» que no desfilaban en la alfombra roja. La semana del cine español ha sido, desde entonces, un marco en el que visibilizar sus protestas. El año pasado, de hecho, desplegaron pancartas frente el Cervantes justo antes de la gala de inauguración.
No obstante, el respaldo de este Ministerio de Cultura a la Invisible no es una novedad. El departamento de Urtasun lo considera un espacio artístico aliado y lo incluyó el pasado diciembre entre las 24 sedes elegidas para la realización de proyectos de creación e investigación en una potente convocatoria de ayudas públicas. El centro sociocultural de la calle Nosquera es, además, el único malagueño que el Gobierno incluye en esta propuesta.
Mañana el ministro conocerá desde dentro esta construcción, del siglo XIX y atribuida a Jerónimo Cuervo, con signos evidentes del paso del tiempo. El interior está ahora mismo clausurado para cualquier acto de concurrencia pública y está prohibido el uso del bar del patio, circunstancias que han reducido al mínimo la actividad y el impacto de la Invisible en la agenda de la ciudad. Allí, Urtasun mantendrá una reunión con los portavoces del colectivo, una cita que ha solicitado expresamente el Ministerio de Cultura. Horas después, coincidirá con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, en la gala inaugural del 28 Festival de Málaga.
Para la Invisible, según expresaron en una nota de prensa, el gesto del ministro es «la manifestación del interés y reconocimiento de una experiencia, modelo de gestión y de creación singular en la ciudad, que ha hecho realidad la aspiración de que otro modelo de ciudad no solo es posible, sino que es necesario».
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