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Eugenio Chicano, en su estudio del barrio de La Victoria. Ñito Salas

Memoria

La paleta de Chicano se ha serenado con el paso del tiempo, en un viaje que recuerda al tránsito del relámpago al trueno

Domingo, 2 de junio 2019, 17:58

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Cantinflas se quedó prendado de un cuadro suyo que vio en el pabellón español de la Bienal de Venia, pero la pieza acabó en la ... casa de José María García. Él no tiene ni idea de cómo pudo terminar una de sus obras decorando la vida cotidiana del periodista deportivo, así que se encoge de hombros, sonríe por encima de las gafas y lanza una mirada cómplice y socarrona. Una mirada a estrenar con 83 años cumplidos. Porque el otro día se reencontró de nuevo con el bermellón, con los reflejos de algunos azules, con el blanco radiante y las profundidades abisales del negro. «¿Tú sabes lo que es eso?, ¿tú lo sabes? Me hinché de llorar». Porque a estas alturas, una operación de cataratas pospuesta durante largo tiempo le ha devuelto los colores a un artista que demuestra aquella máxima de otro compañero de latitud y gremio: cuando se ha sido joven de verdad, uno es joven toda la vida.

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