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Rogelio López Cuenca, durante la exposición que le dedicó el Reina Sofía en 2019.

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Rogelio López Cuenca, durante la exposición que le dedicó el Reina Sofía en 2019. Virginia Carrasco

La insurrección artística del malagueño Rogelio López Cuenca recibe el Nacional de Artes Plásticas

El jurado destaca su trayectoria «imprescindible para hilar la historia crítica del arte español desde la década de 1980 hasta el presente»

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Martes, 20 de septiembre 2022, 15:18

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Si buena parte de la vanguardia de hace un siglo sostenía que el arte debía servir para incomodar a los complacientes, el zapato de la creación visual contemporánea en España tiene pocas piedras más tenaces que la labrada durante medio siglo por el malagueño Rogelio López Cuenca. Dueño de un lirismo que sabe ponerse agrio cuando la ocasión lo merece, la obra de López Cuenca camina desde la poesía en la que hizo sus primeros pinitos como creador hasta las imágenes extraídas de las campañas publicitarias y los medios de comunicación de masas, para desembocar en un discurso crítico y lúcido, en una insurrección permanente que este martes le ha valido el Premio Nacional de Artes Plásticas, el primero que recibe un artista malagueño desde su creación en 1980 y que López Cuenca acoge con «sorpresa y orgullo».

El premio concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte trae debajo del brazo una remuneración de 30.000 euros. Y, quizá consciente de que las tensiones del mundo comienzan por uno mismo, López Cuenca (Nerja, 1959) admitía en una entrevista con SUR realizada hace casi un año que «ojalá» estuviera en disposición de rechazar un premio con semejante dotación económica. A esa misma disyuntiva ha regresado este martes: «Me gustaría poder rechazar un premio así, pero la precariedad es propia de la mayoría de los agentes del mundo de la cultura». Para López Cuenca, «quienes se pueden permitir ese tipo de gestos, a menudo grandilocuentes, son una minoría». Por eso, vuelve a reclamar la necesidad de «una regulación laboral y fiscal» que sirva para sacar de la precariedad a los oficios del arte.

Ahora, el artista malagueño -siempre en los márgenes de los discursos oficiales, pero bien atendido por las principales instituciones artísticas del país- ve reconocida su amplia trayectoria por un jurado que ha reivindicado su labor «imprescindible para hilar la historia crítica del arte español desde la década de 1980 hasta el presente».

Porque la trayectoria artística de López Cuenca hunde sus raíces en la poesía experimental que se empezaba a cultivar en aquella Málaga de principios de los años 80 a la que se trasladó para estudiar Filosofía y Letras. Por entonces, la ciudad, como casi todo el país, era una fiesta y en aquella efervescencia nacía el colectivo Agustín Parejo School, piedra de toque del arte en acción desarrollado en España y el resto de Europa a partir de aquellos años. Por poner un ejemplo somero de las propuestas que lanzaba aquel grupo baste citar el proyecto 'Sin Larios', que pretendía celebrar los fastos andaluces del 92 bajando al marqués de su pedestal y colocando en su lugar a la Alegoría del Trabajo que lo mira desde abajo en su monumento colocado frente a la calle más señorial de la ciudad. El alcalde de la época, Pedro Aparicio, rechazó la propuesta.

Mirada crítica

Esa mirada poco complaciente hacia los discursos oficiales ha llevado a López Cuenca al análisis -y la posterior crítica mordaz- del proceso de 'picassisación' que ha experimentado la ciudad en las últimas décadas o a su apoyo decidido y continuado a La Casa Invisible, el centro sociocultural autogestionado que desde hace más de una década ocupa un edificio municipal a la espera de un acuerdo con el Ayuntamiento de la capital. Justo ese «compromiso con el tiempo histórico y con el territorio que le ha tocado vivir» ha sido otro de los rasgos de la obra de López Cuenca que ha destacado este martes el jurado del Premio Nacional de Artes Plásticas.

Cabe citar aquí que el jurado ha estado presidido por Isaac Sastre de Diego, director general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte, y compuesto por Dora García, artista galardonada en la edición de 2021; Ángeles Albert, directora de la Academia de España en Roma; Joaquín Vázquez Ruiz, cofundador de BNV Producciones y presidente de la Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos; Jesús María Carrillo Castillo, profesor del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid; Rocío Robles, profesora de Historia del Arte del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid; Isabel Izquierdo, directora de programación de Acción Cultural Española, AC/E; e Isabel Tejeda, catedrática de la Universidad de Murcia.

Invocar la memoria

A la luz de su decisión, la atención hacia «las transformaciones y continuidades de la sociedad española en el cambio de siglo, las violencias y las dislocaciones que conllevan la globalización» ha sido otro de los motivos esgrimidos por el jurado, que también ha reivindicado la capacidad de la obra de López Cuenca para «invocar las memorias silenciadas del pasado y en la manera en la que los silencios impuestos ordenan el espacio real y simbólico en el presente«.

En este último flanco destaca, por ejemplo, su ambicioso proyecto en tornó a La Desbandá, nombre con el que se conoce la dramática huida de los malagueños bajo el fuego fascista por la carretera de Almería en febrero de 1937. Aquel episodio marcó buena parte de su trabajo durante varios años, en los que López Cuenca combinó su permanente exigencia intelectual y su compromiso político y social con una vocación didáctica que perseguía no sólo dar luz a aquellos sucesos, sino favorecer una revisión crítica de lo sucedido entonces.

Todos esos ingredientes -el lirismo y la lucha, la ironía y el desconsuelo- aparecían destilados en 'Yendo leyendo, dando lugar', la ambiciosa retrospectiva que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía le dedicaba en 2019 y que daba paso poco después a sus proyectos en la Academia de España en Roma 'A quel Paese' y el museo mallorquín Els Baluard, donde López Cuenca desplegó otro de los asuntos capitales de su trabajo: la revisión del relato histórico dominante a través de las esculturas y los hitos que componen el paisaje urbano de las ciudades.

Porque casi nada es nunca como parece. Y pocos como Rogelio López Cuenca son capaces de encontrar el envés crítico de las apariencias.

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