Borrar

El buen lector

GUSTAVO MARTÍN GARZO

Martes, 25 de noviembre 2014, 11:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

'Señas de identidad', 'Juan sin tierra', 'Makbara', 'Paisajes después de una batalla', 'Las virtudes del pájaro solitario', 'Telón de boca', son algunos de los libros tan inclasificables como imprescindibles de Juan Goytisolo, nuestro nuevo Premio Cervantes. Su obra es una larga y honda conversación con la realidad. Piensa que el mundo es un lugar en continuo proceso de construcción y que la realidad siempre está necesitada de nosotros, por muy insignificantes que seamos. Todos sus libros tienen por centro este continuo acto de creación, esa producción interminable de significado frente a la nulidad de las cosas. Y ese acto de creación siempre tiene que ver con el lenguaje, que no se cansa de explorar. Sus novelas son mundos verbales donde todo convive y se relaciona: el mundo de lo más alto con el de lo más bajo, el mundo del presente con el de la memoria, el de la realidad y el sueño, el de la historia y el del mito. Reflexiona sobre el poder, sobre la cultura como forma de conocimiento, y critica con ferocidad ese nacional catolicismo que sigue siendo, por desgracia, uno de los signos de identidad de nuestro país. El corazón de su obra es el impulso erótico, el único capaz de abarcar la existencia humana en su totalidad. No es extraño por eso que uno de sus libros preferidos sea 'Las Mil y Una noches', sobre el que ha escrito páginas inolvidables. La única patria de un escritor es la lengua, dijo una vez. Y eso busca Sherezade, hacer de ese mundo que crea con sus palabras su única patria.

Recuerdo haber escuchado contar a Juan Goytisolo en una entrevista el relato sufí de una muchacha que llevaba una vida de casada a espaldas de todos. Nadie, sino ella y su misterioso amante, conocían nada de esa vida, que transcurría así desconocida incluso para sus familiares y vecinos, en un secreto imposible de definir. Esa vida es un símbolo de lo que pasa entre el buen lector y el libro, de la lectura como riesgo y apuesta inexplicable. Nada más alejado de lo que sucede en este tiempo nuestro, donde nadie parece interesado en demorarse más de la cuenta en un libro, ni en aproximarse por tanto a ese ideal de lectura que le hizo afirmar a Joyce que el libro verdadero era aquel que exigía al lector que entregara su vida a la tarea de leerlo. El lector que alimenta con su elección las listas de libros más vendidos en nada se parece a ese misterioso lector del que habla Juan Goytisolo, que llega a tener para una sola lectura la presencia y esencia de todos sus días.

Sus libros son comparables a los de todos los grandes moralistas, en el sentido que Camus da a esta palabra: los que tienen la pasión del corazón humano. Juan Goytisolo forma parte de esa larga tradición de escritores que, como Cervantes o Stendhal, comparten esa misma pasión. Todos ellos buscan al hombre en su entorno y en la comunidad en que vive; y la verdad, en sus rasgos particulares. Juan Goytisolo suscribiría sin dudarlo las palabras de Albert Camus acerca de que el desprecio por los hombres constituye el estigma de un corazón vulgar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios