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CRUCE DE VÍAS ·

Estos últimos meses he cogido la mala costumbre de hacer lo que me satisface las 24 horas del día

Sábado, 13 de junio 2020, 00:21

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De repente todo el mundo sale a la calle. Vuelven las reuniones y como nadie tiene ganas de estar con la mascarilla para arriba y ... para abajo se celebran cenas en casas particulares. La agenda se llena de citas nocturnas. Una amiga dice que ella tiene la sensación de volver a la época de los guateques. De aquí a nada se abrirán las fronteras. Ayer para ir adaptándome a la nueva dinámica vi la película '¡Que vienen los rusos!'. Ahora mismo acaban de llamar por teléfono para invitarme a una cena de seis comensales. Un guateque íntimo, pienso. No me atraen las bodas, bautizos y comuniones; sin embargo ayer recibí la primera invitación para uno de esos compromisos inevitables. Pienso en cómo librarme, pero no se me ocurre ninguna excusa que pueda resultar absolutamente creíble. ¿Un viaje?, ¿otro compromiso anterior?, ¿un trabajo inaplazable? Necesito urgentemente una coartada, no me apetece pasar de la más agradable placidez a la sofocante agitación. Estos últimos meses he cogido la mala costumbre de hacer lo que me satisface las 24 horas del día. Los compromisos los he resuelto sin salir de casa. Únicamente realizo trayectos cortos para comprar artículos de primera necesidad. Hablo en presente porque todavía mantengo la misma conducta, como si no hubiera cambiado nada. Lo más curioso es que las pocas personas que últimamente he visto piensan igual que yo. También recalcan el valor de las pequeñas cosas que forman parte de la vida cotidiana y casi habíamos olvidado, no somos conscientes de su importancia hasta que volvemos a disfrutarlas como si fuera la primera vez. El otro día abrí un libro y cayó una foto de mis padres más jóvenes que yo. Los dos posaban sonrientes asomando la cabeza por un lado del rectángulo de papel como si supieran que iban a darme una sorpresa. Pasé las páginas del libro y descubrí una entrada de cine de hace décadas en la página 173. Leí la primera frase de esa página que decía: «Sus baterías hace veinte años que están gastadas». Hoy es difícil encontrar una foto o una entrada de cine entre las páginas de un libro. En realidad es difícil incluso encontrar un cine. Las baterías se van gastando hasta agotarse en todos los sentidos.

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